Pedro Fonseca Herrera
18 de abril 2023

Abril en las entrañas

Un retrato de Carlos Manuel Díaz, uno de los manifestantes asesinados en Masaya. Foto: Carlos Herrera | Divergentes.

Es cerrar los ojos y sentir que el tiempo se detuvo en el espacio, y que la realidad comenzó a desconfigurarse en una paulatina letanía descontrolada de duelos. No es una política, no es un informe, no es un discurso, no es un Decreto; no son los frenos y contrapesos. No fue una protesta masiva, no fueron unas elecciones robadas, no fue el poder coercitivo desmesurado, ni una marcha. Al final del día, no es la nación, ni el Estado, ni la historia.

Es vernos a los ojos y no encontrar consuelo. Es sucumbir ante la vorágine de la rutina con los rostros heridos y desconfigurados. Es saberse hijo de una tierra que te ama, pero que te abandona. Es despertarse en lágrimas con los alaridos del llanto incontrolable de una madre en la memoria. Es no saberse dormido o despierto.

Es tener que abrazar un dolor que te fue impuesto, como las marcas de los fierros que solo el tiempo sana. Es gritar y no ser escuchado. Es hacerse fuerte ante una realidad de dibujos animados. Es buscar el amor, el consuelo, la identidad en los sitios más inhóspitos. Es conocer y sufrir el invierno. Es el exilio.

Es extrañar lo que antes era inextrañable. Es cargar en la memoria de las aurículas y los ventrículos del corazón las sonrisas de aquellos que ya no nos acompañan. Es sufrir para confirmar que aún se está, al menos en apariencias, vivo.

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Eso es Abril. Abril es como intentar dormir con el pitido de una alarma que no deja nunca de sonar; como voltear al cielo y no querer nunca apartar la vista; como el silencio y la paz de la oración en el huerto minutos antes del camino hacia el Calvario. 

Pero Abril es también abrazar el dolor y hacerse su amigo; plantarle cara a los fantasmas del pasado y bailar al son del miedo, tal vez como una cumbia triste o una mazurca Segoviana. 

Abril es color, es primavera, es explosión; la gran celebración del equinoccio cuando florecen las esperanzas de un mañana más gentil, ahí donde se renueva la vida. Abril es purificación, es movimiento; la concentración musical barroca y ornamental de la primera de las cuatro grandes estaciones de Vivaldi. 

Pero Abril también es una marimba y un bandoneón, una larga consecución de cansancio, silencio y melancolía; sutil melodía; la naturaleza llama a salir del encierro, a dejar la madriguera; a sacudirse y bailar al compás del ritmo de las abejas. Abril es viento, brisa, aniversario; es prudencia ante el caos; es sentirse humano una tarde bajo un naranjo. Es un pan con mermelada de piña; una limonada fresca; es enamorarse en el pueblo. Abril es amar, bailar y llevar serenata. Abril es mar, es sol, es sal, es paz.

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Pedro Fonseca Herrera

Embajador de la Paz de la Comisión Europea y One Young World. Especialista en Relaciones Internacionales con estudios en Resolución de Conflictos, Paz y Desarrollo por la Universidad para la Paz del Sistema de Naciones Unidas. Ha fungido como consultor para la Secretaría General de la OEA, cofundador y director de Análisis para el Observatorio Electoral Urnas Abiertas, profesor de Política, Relaciones Internacionales y Estudios de Paz y consultor para múltiples iniciativas políticas y sociales en Nicaragua y en el exterior. Actualmente es Miembro del Comité de Ética del Knowmad Institut en Alemania.