Carolina Ovares-Sánchez
20 de octubre 2023

El fenómeno político ‘Javier Milei’


Este domingo 22 de octubre, en Argentina serán llamados a votar más de 35 millones de personas para escoger quién será la o el próximo presidente y vicepresidente que lleguen a Casa Rosada. A su vez se elegirá la mitad de la cámara baja o de diputados, un tercio del Senado, algunos gobernadores provinciales, incluida la demográficamente importante provincia de Buenos Aires, la jefatura de Gobierno de la capital  y parlamentarios del Mercosur.

A 40 años del retorno a la democracia en esta nación de América del Sur, es importante hablar del elefante en la habitación: el fenómeno Javier Milei, y qué significa su candidatura de ultra derecha y su agrupación política La Libertad Avanza (LLA), para la política latinoamericana. 

En Argentina los procesos de selección de candidaturas son llevadas a cabo mediante unas primarias denominadas PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias). En este proceso electoral se decide quiénes serán las diversas candidaturas que van a competir en las elecciones nacionales a nivel presidencial y legislativo. Empero, también funcionan como una gran encuesta nacional. En el caso de las PASO realizadas el pasado 13 de agosto, quien llegó al primer lugar de cantidad de votos, con un 29.86% (7 352 244 votos), fue la fórmula presidencial del economista Javier Milei a la presidencia y la abogada Victoria Villareal como candidata a la vicepresidencia, ambos por LLA; los dos actualmente fungen como diputados en el Congreso Nacional. La segunda opción más votada fue la principal coalición opositora Juntos por el Cambio, en cuya interna se impuso Patricia Bullrich (derecha) con un 28%. En tercer lugar quedó la coalición gobernante —Unión por la Patria— con Sergio Massa (peronismo), actual ministro de Economía, como el candidato presidencial con un 27.28 % de los votos válidos emitidos. Otras dos candidaturas lograron pasar el umbral necesario de votos exigido por ley y van a competir en las próximas elecciones: Juan Schiaretti (centro-izquierda y peronismo disidente) de Hacemos por Nuestro País (3.71%) y Myriam Bregman (izquierda troskista) del Frente de Izquierda-Unidad (2.61%) (todos junto a sus respectivas candidaturas a la vicepresidencia, por supuesto). 

El ‘efecto Javier Milei’ fue la frase que se empezó a escuchar y ver en diversos medios de comunicación fuera de Argentina después de los resultados de las PASO. La irrupción de su candidatura, quien en dos años pasó, no sólo a ser un actor relevante en la arena política, sino también competitivo a nivel electoral y presidencial, se puede mirar desde una óptica regional. 

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La ultra derecha es una etiqueta que, en la academia, se emplea para clasificar a agrupaciones políticas y candidaturas que se ubican a la derecha de la centro derecha, sean de extrema derecha o de derecha radical, como bien lo indica el politólogo Franco Delle Donne. En particular la forma de hacer política de Javier Milei se cataloga en continuum más cercano a la derecha radical, lo que implica narrativas, discursos, ideas que se profesan y acciones justamente radicalizados, que traen como consecuencia una erosión de la democracia. Ciertamente, este tipo de derecha, a diferencia de la extrema derecha, emplea reglas del juego democrático, ya que compite en elecciones con partidos políticos y en general participa de la vida pública en los medios de comunicación o incluso en los congresos, señala Delle Donne. 

Estilos de liderazgos, narrativas y el paquete ideológico de las ultras derechas han sido la constante por parte del candidato de la LLA y de quienes lo acompañan en las diversas candidaturas. Presentan una mezcla de cruzada moral contra los valores progresistas y liberales y contra las élites políticas, a las que denomina casta. A esto se  suma la negación de los 30 mil desaparecidos por la última dictadura cívico-militar, el negacionismo del cambio climático, el apoyo a la tenencia libre de armas, la compra venta de órganos, el libre de mercado en temas de adopciones a niños, entre otras declaraciones que han salido en diversos medios de comunicación, en especial de parte de Milei. 

Uno de los principales problemas constitucionales del desempeño de estas derechas en la escena política es su relación ambivalente con el sistema democrático. Este asunto no es menor. La demonización de los adversarios políticos,  no solo como personas a las que se excluye del arco político, sino a las que se construye como enemigos absolutos a los que hay que perseguir, encarcelar y, eventualmente, exterminar es estar en contra del pluralismo en democracia. No caben dudas de que la propuesta ideológica del candidato de la LLA va en esta línea. Esto es preocupante porque tras la vuelta a la democracia en 1983, las promesa de terminar con partidos y movimientos políticos había dejado de ser algo corriente en la política argentina.

 La base social que le da vida a ese tipo de fenómenos de derecha radical está presente como común denominador en nuestras sociedades contemporáneas: un malestar de época y un desencanto con el Estado y con las élites políticas que no resuelven los problemas de la vida común de la ciudadanía. Entre ellos están la economía, el desempleo, la calidad del empleo, informalidad laboral, la inseguridad y el suministro de servicios básicos, aunado a denuncias de corrupción. Estas molestias se asocian con el apoyo electoral de proyectos políticos y liderazgos mesiánicos y en Argentina, ha tomado la forma de un movimiento político que pone en tensión supuestos básicos de la dinámica democrática.

El actual proceso electoral llega en un momento de devaluación constante del peso argentino y esto es la marca de una crisis económica en donde la propuesta de dolarización de Milei ha resultado muy atractiva. El descontento se dispara ante una situación económica dramática que ha conllevado a un sentimiento de fracaso del sistema político argentino. Se está viviendo una inflación del 138.3% anual y un salto inflacionario de 12.7% durante el mes de septiembre, conforme a cifras oficiales. Sumado a un aumento de la pobreza donde, según ciertas mediciones, 4 de cada 10 argentinos son pobres. 

La salida de una parte de la ciudadanía parece que ha sido “el que se vayan todos” y apostar por un recién llegado, aun cuando hay dudas sobre la viabilidad de sus propuestas. Hay muchos peligros para la convivencia democrática y gobernabilidad de que movimientos políticos —como el que Javier Milei representa— ocupen puestos constitucionales de autoridad, como lo es la presidencia de la Nación. 

Milei ha logrado leer correctamente el clima de época y las necesidades de la ciudadanía, más aún que otras élites políticas, de ahí que se comprenda que cuando aparece el “canto de la libertad” cierta parte de la sociedad argentina considere que tenga que decidir entre el bienestar material o la convivencia democrática, cuando lo deseable para una vida democrática es no tener que escoger.

ESCRIBE

Carolina Ovares-Sánchez

Politóloga y socióloga centroamericana, docente de la Universidad de Costa Rica. Es candidata a doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de San Martín en Buenos Aires. Colaboradora del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina. Se desempeña en el área académica y en el análisis político y electoral. Sus áreas de investigación son instituciones democráticas, la intersección entre justicia y política y sobre mecanismos de democracia directa. Es parte de la Red de Politólogas.