La injerencia de la propaganda rusa en América Latina ha ganado impulso, según las recientes revelaciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos. De acuerdo con estas revelaciones, esta campaña de desinformación, altamente financiada y en curso, utiliza medios y contactos ya establecidos en varios países latinoamericanos para promover los intereses estratégicos de Rusia, erosionando el apoyo a Ucrania y fomentando sentimientos antiestadounidenses.

A medida que Rusia avanza en sus campañas de desinformación en el Sur global, expertos afirman que los grupos de la sociedad civil y las organizaciones privadas pueden tener la clave para contrarrestar dicha propaganda. Esa labor de lucha contra la desinformación es cada vez más difícil, ya que con la invasión ilegal de Ucrania y la inestabilidad política internacional, el Kremlin ha aprovechado para impulsar su propaganda. En río revuelto, ganancia de pescadores, dice el adagio. 

Los actores y su modus operandi

El Kremlin ha elevado la complejidad de sus campañas de desinformación. Los protagonistas de esta campaña, como Ilya Gambashidze de la Agencia de Diseño Social (SDA) y Nikolay Tupikin de Structura, han llevado a cabo una operación sofisticada que implica la cooptación encubierta de medios locales y líderes de opinión para difundir información distorsionada. Estos “influencers a sueldo” cuentan con una notable capacidad técnica y una amplia experiencia en la explotación de entornos de información abierta, difundiendo contenido falso y teorías conspirativas.

La Táctica de Traducción y Localización

Un aspecto crucial de esta estrategia, es la localización del contenido pro-Kremlin. En este proceso, editores lingüísticos con sede en Moscú y con dominio del español adaptan los mensajes para que resuenen de manera auténtica en la audiencia latinoamericana. Oleg Yasinskiy es una figura destacada en este esquema, utilizando su red de periodistas para difundir los mensajes pro-rusos de manera más natural y menos sospechosa.

La mano oculta del Kremlin

Los temas y métricas de éxito de estas campañas son desarrollados bajo la dirección del gobierno ruso. El control del discurso pro-Kremlin se gestiona meticulosamente para mantener las prioridades temáticas de Moscú, enfocando los esfuerzos en persuadir a las audiencias latinoamericanas sobre la justicia de la guerra contra Ucrania y la posibilidad de unirse a Rusia contra el neocolonialismo.

Paradójicamente, estas narrativas entran en conflicto con las acciones neocoloniales y neo-imperialistas de Rusia, no solo en Ucrania sino también en sus actividades de extracción de recursos en África.

La Red de Influencia Expandida

Las campañas de Moscú cuentan con el apoyo de embajadas rusas en la región y medios financiados por el Estado ruso. La sinergia entre los medios locales, las estaciones de radio y las embajadas de terceros países percibidas como pro-Moscú es un claro ejemplo de cómo se busca establecer una red de influencia cada vez más amplia y efectiva.

Estas revelaciones, provenientes del Departamento de Estado de los Estados Unidos, ponen de manifiesto la sofisticación y el alcance de la campaña rusa para manipular la opinión pública en América Latina. La situación requiere una mayor conciencia y la necesidad de verificar críticamente la información, reconociendo la existencia de operaciones de influencia externa que buscan moldear las percepciones políticas y sociales en la región.