Hernaldo Zúñiga cantará al otro lado de su patria: “sigo creyendo que los tiranos se van a la mierda”

El cantautor nicaragüense regresa a los escenarios después de un primer concierto en Miami. Ahora, lo hace en San José, bajo el título “Detrás de una canción”. Con las localidades agotadas, el cancionero de Hernaldo emociona a la comunidad de nicas en Costa Rica, en especial, a los exiliados. Conversa con DIVERGENTES sobre el nuevo giro de su carrera musical


23 de noviembre 2022

El cantautor nicaragüense, pero radicado en México, Hernaldo Zúñiga en un hotel de San José, Costa Rica, previo a su concierto. Foto: Carlos Herrera | Divergentes.

Hernaldo Zúñiga está entusiasmado. Lo repite todo el equipo de producción que lo acompaña en San José, Costa Rica, donde la noche de este 25 de noviembre regresa a los escenarios con el concierto “Detrás de una canción”. Desde primera hora de este martes 22 de noviembre, atiende a los medios en un viejo y elegante hotel josefino, rodeado de palmeras y un follaje que filtran el bullicio del concurrido paso vehicular de La Uruca. Es nuestro turno y uno de los cantautores fundamentales de Nicaragua sale del salón a recibirnos para la entrevista. 

– ¿Estás cansado? –  le pregunto después de saludarnos, a manera de contrastar el entusiasmo del que habla su equipo. 

– No, para nada – responde Hernaldo. Sonríe ampliamente como si su estómago estuviera “liberando duendes que hablan al revés”, como definió la vocación musical, porque después de un retiro, que inició en 2019, alargado por la pandemia de Covid-19, regresa a las tablas. Primero, fue en Miami, hace unas semanas y, ahora, en San José. Dos plazas estratégicas y repletas, sobre todo, de nicaragüenses nostálgicos del repertorio de este cantor y poeta que nació en Masaya y que, como Rubén Darío, nutrió su numen en Chile y España, en su juventud, hasta desembarcar en México, país en el que se ha establecido vital y artísticamente, desarrollando una carrera de más de 40 años. Una trayectoria marcada por éxitos rotundos que lo consagran como uno de los imprescindibles en Latinoamérica. Sus canciones, versionadas por las Pandora, Mijares, Yuri, entre otros, son clásicos que las viejas y nuevas generaciones siguen cantando cuando el amor alumbra o apaga. 

El concierto en San José será en el Teatro Eugene O´Neill, un espacio pequeño que servirá de ensayo para lo que se viene: una gira internacional más grande que ya prepara con su equipo, incluido un nuevo proyecto discográfico. Vive un momento que el artista llama “el ciclo terminal de su carrera” y que estima que puede durar cinco o diez años más, “así que no se preocupen”. Hay más Hernaldo que estos quince minutos de entrevista que tuvo con DIVERGENTES, aunque tuvo tiempo de recordar a Pablo Milanés, menos de 24 horas después de su muerte, en especial la última vez que cenó con el trovador cubano en casa de Joaquín Sabina, en Madrid. También habló de su música y de su patria natal, donde no puede cantar a causa del totalitarismo que persigue a los creadores. Lo hará, eso sí, desde Costa Rica, nación de acogida para sus compatriotas, con la convicción de que los tiranos “salen por esa puerta que hay atrás”. 

Recibe nuestro boletín semanal

No quisiera empezar con una nota triste, pero creo que es inevitable… El lunes falleció Pablo Milanés. ¿Cuál creés que sea el legado que deja a la trova latinoamericana? 

Pablo es un ejemplo de estos cantautores de su tiempo, de sus circunstancias. Junto con Silvio (Rodríguez) eran la cara visible de lo que se llama la Nueva Trova Cubana, que marcó una época, un tiempo, una estética. Marcó una manera de posicionarse en la música. Lo respeté y lo respeto mucho. Además, él vivió en carne propia las contradicciones propias de ese perfil de artista que hace una inmersión en la cuestión política, contingente, digamos. Difícilmente te podías sustraer de ello en Cuba. Cuando eran muchachos y entraron a la música, estaba esa atmósfera absolutamente compactada y condicionante, como era el castrismo de ese tiempo. Lo abrazaron y lo manejaron… Me conmovía el dolor de las contradicciones de Pablo. Pero supo resolverlas de la mejor manera que pudo. Con sabiduría. Sobre todo, nos deja una obra magnífica. Recuerdo que tuvimos una cena con (Joaquín) Sabina, en Madrid, y hablamos bastante. Bueno, habló bastante Sabina porque estaba desatado. Era la versión del Sabina más “maldito” porque estaba en su momento más álgido. Me tocó al lado de Pablo y tuve la oportunidad de oírle. Lo importante es que dejó una obra como El breve espacio en que no estás, que es una canción que se va a cantar en 300 años. (Siempre) va a haber alguien cantando El breve espacio.

Primero Miami, ahora San José, ciudades con muchos nicas… ¿Cómo has sentido la reconexión con tu público?

Ha sido muy, muy conmovedor porque sé lo que representa estar en un escenario (de) un tercer país donde hay gente que, a lo mejor, se ha visto forzada a salir, por razones económicas y políticas, del suyo. Había que gestionar eso. Hacerlo con higiene especial. No incurrir en el mitin, sino que se volviera lo que era: una reunión musical con la carga que cada uno tenía. Eso es una aportación individual. Cada individuo trae su propia carga que la sumará a las del resto de la gente… Además todo eso está en esa especie de banda sonora que es esa noche y donde me toca ser oficiante. Entonces tuvo su desafío, pero creo que en el caso concreto del concierto en Miami hubo buena gestión. Después que hago la revisión, que hay arrepentimientos o hay alegría por los aciertos, me sentí muy satisfecho. Porque aparte fue muy emocional. Hubo una carga emocional brutal.

Hernaldo Zúñiga cantará al otro lado de su patria: “sigo creyendo que los tiranos se van a la mierda”
El cantautor nicaragüense, pero radicado en México, Hernaldo Zúñiga en un hotel de San José, Costa Rica, previo a su concierto. Foto: Carlos Herrera | Divergentes.
Al escribir tu nombre en Google, debajo de tu perfil de Wikipedia, también hay preguntas que la gente sube al buscador. Una dice: ¿Qué ha sido de Hernaldo Zúñiga todos estos años? ¿Se la podés contestar?  

Bueno, es que depende… Hay una demografía (fans) que digamos que se quedó instalada cuando yo tenía una carrera sumamente mediática. Después, yo hice mi propio camino. Digamos que fue en mi fase mexicana, cuando tomé decisiones que hoy, me doy cuenta, fueron afortunadas. El artista que fui estaba a merced de la voluntad de terceros. Mi agenda era hecha por varias manos. Entonces, yo dependía de la disquera, dependía del capricho del de turno… o de la fuerza del marketing. Era como vivir en un mar de egos que había que aceptar, en armonía con todo ello. Era una tarea que básicamente lo hacía el equipo de trabajo y yo, un poco. Pero ya que asumí la conciencia como compositor y cantante, en un grado de madurez superior a los años previos, tomé la decisión de hacer una carrera independiente. Por la magnitud de lo que es México, lo absorbió. Sin yo saberlo, simplemente, por tema de tiempo. Es decir, en México hay cuatrocientos y tantos teatros. Iba a repetir un lugar cada tres años y medio. De repente, aquí, he estado hace cuatro años y, a lo mejor, me faltaban todavía 40 recintos que hacer o 50 que todavía no he estado. Y eso hizo que, de alguna manera, no abordara al resto de América Latina. Y luego, uno se aburguesa con la vida familiar; yo tengo una familia bien avenida, feliz, y me apetecía mucho regresar a mi casa. 

Y ahora, en este regreso, ¿qué significa “Detrás de una canción”?

Mmm… Sí, es un regreso. Tenés razón, porque yo me retiré. Hice una pausa un año antes de la pandemia, sin saber que venía una pandemia; me receté un año sabático. Me lo propuse para entender, estudiar y repensar mi carrera cómo la quería cerrar, porque estoy ya en un ciclo, digamos, terminal… En el sentido de que, después de esto, no creo que haya otro ciclo más. Pueden ser 10 años, o 12, pero este es el último tramo de una carrera profesional que ya tiene 42 años. Luego, vino la pandemia. Luego vino el año posterior a la pandemia y ahora estamos en este año extraño, donde hay una especie de renacer de las cosas, pero aparece Ucrania y muchos otros problemas. Tenía previsto empezar en el 2023, pero surgió esta posibilidad en Miami y dije: “mira, por ahí hay un camino”. Es ver si esta oxidación es eficiente, si realmente es una oxidación para que me haya paralizado. Y me di cuenta que la cantada es como la bicicleta. Que te subes a una después de cinco años y es como si pedaleas ayer. Entré con mucha inseguridad, tenía muchas incógnitas y pues, al primer aplauso, todo se toma de manera fluida, de manera espontánea. Y en eso estoy.

En este momento, ¿estás escribiendo algo?

Sí, sí estoy buscando la manera de encontrar. Porque es un hilo que uno encuentra y se va tirando. Estoy en la búsqueda de eso. Estoy creando mi equipo de trabajo. Acabo de tener dos reuniones importantes la semana pasada. Hay bastante entusiasmo y tenemos ya proyecto discográfico con canciones nuevas. Hay un concepto de gira. Todavía quedan ciudades en Estados Unidos: Los Ángeles y Nueva York. Hasta el año que viene empiezo en México y el resto de América Latina.

Otros músicos se refieren a vos como un cantautor consagrado, que ha navegado en la trova hasta crear canciones muy famosas que se alejan un tanto de tus orígenes. En este momento de madurez musical y de vida, ¿en qué clave y ritmo estás componiendo? 

Bueno, hay una cosa que siempre ha distinguido lo mío. Entiendo lo que me dices. Uno hace un examen, yo lo tuve que hacer justamente para esta gira, para escoger el repertorio: qué iba; qué no iba. Por ejemplo, sé que suena inverosímil, pero es real: yo nunca me he buscado en Google con mi nombre y mi apellido. Me cuenta mi mánager, me cuentan mis hijos o, en este caso, tú, porque nunca hago revisión de mis discos. Pero esta gira me obligó a escuchar álbumes viejos. Seguí sin entrar a (buscarme) Google porque sé que son cosas mareantes. Es una especie de cascada caótica de información. Esa lata no tiene orden. He buscado artistas que me interesan, una película, un libro, etcétera. Y sé lo que ocurre. 

Hernaldo Zúñiga cantará al otro lado de su patria: “sigo creyendo que los tiranos se van a la mierda”
Hernaldo Zúñiga conversa con Wilfredo Miranda, de Divergentes. Foto: Carlos Herrera | Divergentes.
Vos sos de los pocos artistas que reivindica la poesía de Ernesto Cardenal. Declamas el “Epigrama” como antesala de “Procuro Olvidarte”.

Así es.

Y recuerdo el día del entierro del poeta Cardenal. Estaba ahí dando cobertura y, ese día, las turbas del gobierno boicotearon la misa de cuerpo presente. Tuvimos que custodiar el ataúd para sacarlo de la catedral. ¿Qué te pareció el trato que le han dado, no solo al poeta, sino a toda la cultura en Nicaragua? 

Me parece execrable todo esto… El Nacional Socialismo le pegó fuego a los libros. Hizo pira con los libros. Borró del mapa a (obras de) gente como (Stefan) Zweig, que es uno de los literatos más leídos. Antes de suicidarse en Brasil, dijo: ‘Prefiero que incendien los libros, pero que no me incendien’. Previendo todo esto, uno o dos años antes del inicio del Holocausto. Pues ahí está la historia y dónde terminan los que le pegan fuego a los libros. Los que meten presos a los creadores, a los artistas, los que provocan el exilio. No tienes otra cosa que ver el lugar que ocupan en la historia Stalin, Hitler y Franco. Es decir, ahí no hay duda de cuál es el lugar correcto en la historia.

¿Seguís creyendo que los tiranos “se van a la mierda”?

Sí, por supuesto, sigo creyendo que se van a la mierda. (Carcajada).