Félix Maradiaga
29 de noviembre 2024

La dictadura Ortega-Murillo y el SICA: entre el desaire y la manipulación


El reciente rechazo por parte de Costa Rica, Guatemala, Panamá y República Dominicana a la candidatura de Denis Moncada para la Secretaría General del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) es un nuevo golpe a los intentos de Daniel Ortega y Rosario Murillo de manipular este organismo regional en beneficio de su tiranía bicéfala. 

Este episodio es especialmente significativo al ser un seguimiento al desaire sufrido por la dictadura cuando se rechazó anteriormente la candidatura de Valdrack Jaentschke. Ambos eventos exponen la creciente resistencia de los gobiernos democráticos de la región a ceder ante las estrategias de coacción y manipulación de Ortega.

Desde que Werner Vargas renunció inesperadamente en noviembre de 2023, tras un periodo breve y controvertido como Secretario General, Ortega ha intentado imponer figuras leales a su agenda. Primero fue Jaentschke, conocido por su historial como operador político vinculado al aparato de seguridad del régimen, y ahora Moncada, un excanciller señalado internacionalmente por defender los abusos de derechos humanos del régimen sandinista. Ambos candidatos representan la intención de Ortega de instrumentalizar al SICA para alinear a la región con intereses geopolíticos pro-China y pro-Rusia, en abierta confrontación con Estados Unidos y los valores democráticos que deberían guiar al organismo.

El SICA, que se encuentra en una crisis de legitimidad y efectividad, se ha convertido en uno de los pocos foros internacionales donde el régimen de Ortega aún mantiene alguna influencia. Sin embargo, los intentos del régimen por transformar al SICA en una extensión de su política ideológica están generando incomodidad y resistencia entre los Estados miembros. La negativa a aceptar la candidatura de Moncada demuestra que los gobiernos democráticos de la región no están dispuestos a permitir que Ortega continúe erosionando la neutralidad y profesionalismo de la institución.

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La reacción de la dictadura a este rechazo ha sido predeciblemente incendiaria. En un comunicado reciente, el régimen calificó la decisión de “insubordinación” y amenazó con tomar “medidas” en represalia. Este lenguaje beligerante refleja no solo su frustración ante el rechazo regional, sino también su creciente aislamiento. Pese a las amenazas, es claro que la influencia de Ortega sobre el SICA está disminuyendo, un testimonio del valor y la determinación de los gobiernos democráticos que han priorizado los principios sobre la conveniencia política.

La negativa a aceptar figuras partidistas como Moncada y Jaentschke también pone de manifiesto un problema más amplio: el SICA no puede seguir siendo cómplice pasivo de las tácticas de manipulación del régimen nicaragüense. Como señaló un funcionario del organismo, el Secretario General del SICA debería ser un profesional al servicio de la región, no un agente de la ideología de ningún gobierno en particular.

Este principio básico ha sido reiterado por varios países miembros, que ahora abogan por una mayor transparencia y neutralidad en la elección del liderazgo del organismo.

Es imperativo que los Estados miembros continúen defendiendo estos valores. El SICA debe ser un espacio de colaboración genuina para la integración regional y el fortalecimiento de la democracia, no una herramienta para la consolidación de regímenes autoritarios. La comunidad internacional, por su parte, debe respaldar a los países que se oponen a la manipulación de Ortega, asegurándose de que los principios fundacionales del SICA prevalezcan.

La dictadura de Ortega puede haber logrado prolongar su influencia en el SICA hasta ahora, pero el rechazo de Moncada y Jaentschke señala una clara resistencia a sus tácticas. Este es un momento crucial para el futuro del SICA y la integración regional. Si la organización quiere recuperar su relevancia, debe elegir firmemente la justicia, la democracia y el profesionalismo sobre la manipulación política. Los Estados miembros tienen una oportunidad histórica para redefinir el rumbo del SICA, y el pueblo de Nicaragua y Centroamérica esperan que lo hagan con valentía y determinación.

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Félix Maradiaga

Presidente de la Fundación para la Libertad de Nicaragua. Es académico, emprendedor social y defensor de derechos humanos nicaragüense. En el año 2021 fue candidato presidencial en las primarias de la oposición por parte de la Unidad Nacional Azul y Blanco. Por ser una de las voces más críticas contra el régimen de Ortega, fue arbitrariamente encarcelado por más de veinte meses.