Sofía Guzmán
20 de febrero 2023

Persecución al periodismo en El Salvador: Sin respiro de esperanza

n ambiente hostil vivió la prensa salvadoreña en 2021 con ataques, espionaje y desacreditación a la labor periodística. Foto: archivo de EFE.

“El periodismo es el mejor oficio del mundo” 
Gabriel García Márquez, periodista y escritor

Cuatro años después del cuatro de febrero de 2019, cuando Nayib Bukele fue electo presidente de El Salvador, el ejercicio periodístico se ha convertido en una de las profesiones más peligrosas del país. 

En su definición más común, el periodismo es: “Actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico”.

De acuerdo con ese concepto, el periodismo tiene, entre otras funciones, la capacidad de informar y desinformar; de crear opiniones y cambiarlas. Esto último hace que, usualmente se utilice y manipule desde el poder económico o político. Por ello, los gobiernos suelen aprovecharse del impacto de esta profesión.

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No es nada nuevo que los presidentes utilicen la labor periodística de informar y/o desinformar a la población/sociedad civil con mensajes previamente alineados a las agendas de interés con fines de fundamentar y manipular sus opiniones respecto a las acciones ejecutadas dentro de su mandato con el objetivo de favorecer su propia imagen.

Todos los trols del presidente: luchas reales y falsas en Twitter en El Salvador”, es una investigación publicada por International Crisis Group en el año 2020, en la que se detalla el aumento de cuentas que se unieron a Twitter en las semanas siguientes a la toma de posesión de Nayib Bukele el 1 de junio del 2019, y se explica la forma en la que se lleva a cabo esta actividad.

Si bien son de conocimiento público los señalamientos al presidente Bukele por haber contratado personas, específicamente, para interactuar en redes sociales a su favor, esta investigación también revela la “irregularidad” en la tasa usual de tráfico orgánico (actividad regular de los usuarios en Twitter). Es decir, esas cuentas creadas antes y después de la toma de posesión de Bukele, con frecuencia, se copian a sí mismas, repitiendo exactamente el mismo mensaje, pero dirigidos, como respuesta, a diferentes usuarios.

De forma similar, un documento interno del Departamento de Estado de Estados Unidos de febrero del 2022, consultado por la Agencia de Noticias Reuters, que se propuso mapear el manejo de Bukele sobre el panorama mediático de El Salvador, encontró que una de las estrategias comunicacionales del Gobierno es: “inundar a El Salvador con propaganda, demonizar a las instituciones encargadas de desacreditar esa propaganda –la prensa libre y la sociedad civil– y reprimir la disidencia”. 

Además, la investigación apunta a que: “El presidente Nayib Bukele ha construido un gigante de las comunicaciones en El Salvador. Su motor: trolls de internet pagados cuyos ataques en línea están poniendo en peligro a periodistas y opositores políticos”. 

Por consiguiente, esta situación en el territorio salvadoreño tan agravante contra periodistas que se dedican a investigar y cuestionar las acciones del presidente Bukele, ha llevado a que, hasta el año 2022, diez periodistas y un comunicador se hayan visto forzados a abandonar el país. De estos, dos se han exiliado en el exterior, después de recibir amenazas de funcionarios e instituciones del Estado por su trabajo periodístico, según estadísticas brindadas por el Centro de Monitoreo de Agresiones contra Periodistas de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES).

APES reportó 125 agresiones a periodistas perpetradas por el Gobierno de Bukele, en 2022. Eso sin mencionar los ataques cibernéticos contra diferentes medios de comunicación, como: El Faro, Gato Encerrado, La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy, Diario El Mundo, Revista Digital Disruptiva, entre otros.

Ni un solo respiro de esperanza

Persecución al periodismo en El Salvador: Sin respiro de esperanza
El expresidente de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), César Fagoaga. Foto: archivo de EFE.

El pasado 14 de febrero, bajo la sesión plenaria número 95, la Asamblea Legislativa de El Salvador prorrogó nuevamente el Régimen de Excepción en el que el país se encuentra desde el 27 de marzo de 2022. 

Según APES: “Hay que destacar que, en los casos de retenciones arbitrarias, en donde participan simultáneamente miembros de la PNC y FAES (Policía Nacional Civil y Fuerzas Armadas de El Salvador), se ha identificado una pugna de poder entre dichos grupos para demostrar quiénes tienen la autoridad para restringir el derecho a la libertad de prensa, sin tener argumentos legales”. 

A casi 11 meses del Régimen de Excepción, al alto índice de detenciones arbitrarias y abusos policiales, además del número de periodistas exiliados y perseguidos por el Gobierno de Bukele, hay que añadir los más de 102 muertos bajo custodia del Estado durante este período. En otras palabras, desde que Bukele inició algunos actos de asedio contra la información libre, lo que pensamos que sería un suceso con impacto social leve, se ha convertido en un martirio para la ciudadanía salvadoreña y, con especial énfasis, para periodistas comprometidos con el ejercicio de su oficio desde una perspectiva crítica.

Bajo las circunstancias antes descritas y el incremento a la vulneración de los derechos humanos ejercidos por el actual Gobierno salvadoreño, aún hay una gran cantidad de periodistas, defensores de derechos humanos, feministas, líderes sociales que siguen en un constante compromiso de alzar la voz contra la impunidad, la militarización y la dictadura del presidente Nayib Bukele. 

¡Gracias a ustedes por creer en el impacto del verdadero quehacer periodístico, que, aún perseguido, sigue siendo el mejor oficio del mundo!

ESCRIBE

Sofía Guzmán

Feminista, periodista y cineasta salvadoreña. En el 2012, se acerca al cine comunitario y desde entonces ha participado en la realización de largometrajes y cortometrajes. Actualmente se encuentra dirigiendo la Muestra “+Mujeres” que busca incentivar a las mujeres de la región centroamericana a crear audiovisuales y conformar una red de mujeres realizadoras de audiovisuales.