Jose Denis Cruz

José Denis Cruz
19 de julio 2024

¿Qué queda de la Revolución Sandinista? Nada


Hoy el amanecer dejó de ser una tentación
mañana, algún día, surgirá un nuevo sol
que habrá de iluminar toda la tierra
que nos legaron los mártires y héroes
con caudalosos ríos de leche y miel.

Himno del Frente Sandinista compuesto por Carlos Mejía Godoy, cantautor de la revolución desterrado por Daniel Ortega.  

Aquel 19 de julio llovía mucho. El cielo parecía un gran paraguas oscuro que cubría Managua el día en que miles de nicaragüenses llegamos a la capital para recordar la entrada triunfal de la guerrilla sandinista que derrocó a Anastasio Somoza en el mismo mes, pero de 1979. En los parlantes sonaba el eco del estribillo escrito al inicio de esta columna y un poderoso grito masculino decía “Viva Sandino”. Para entonces era un niño y no recuerdo en qué año ocurrió tal escena. Supongo que a inicios de los 2000. En 2001 o en 2002. 

Ir a Managua el 19 de julio no era para nada anecdótico. Crecí en el seno de una familia revolucionaria, por eso solíamos conmemorar religiosamente los aniversarios de la revolución. Uno de mis primos, de apenas 16 años y al que por supuesto no conocí, fue abatido por la Guardia Nacional de Somoza el 18 de julio de 1979 cuando agentes huidos le tendieron una emboscada cerca de Granada. En julio solía participar en las veladas y vigilias en honor a él y muchos más que en los 80 fueron declarados héroes y mártires. Me atraían la música testimonial revolucionaria y el génesis de un proceso que hizo soñar a generaciones anteriores con otra Nicaragua. Me ilusioné mucho con la Cruzada Nacional de Alfabetización de 1980. Fue quizá una de las gestas más importantes de aquella revolución.

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Todo eso provocó que desde muy niño me decantara por el proceso revolucionario. Leí sobre la revolución en la inmensa biblioteca de un vecino al que visitaba en las noches cuando no quería jugar al béisbol. Sin embargo, el desencanto llegó muy pronto, más pronto de lo que mi familia esperaba. Para 2008, con 14 años, mi ideal de la revolución se fue esfumando en gran medida porque consumía noticias en las que se denunciaban los desmanes de Ortega y su partido el Frente Sandinista. Los noticieros y los periódicos denunciaban fraudes y corrupción en la formación política que ya gobernaba Nicaragua tras el triunfo de Ortega en las elecciones de 2006. Todo en nombre de la revolución. 

¿Qué revolución es esa? No era la misma que fue concebida en los 60 y 70 del siglo pasado y que atrajo la atención de todo un continente. Hay que decir que la Revolución Sandinista, ese aura de cambio en un país oprimido por más de 40 años por la familia Somoza, duró poco. Terminó poco tiempo después de haber triunfado. Y Daniel Ortega secuestró lo poco que quedó de ella. La revolución convirtió a algunos guerrilleros en grandes empresarios como Bayardo Arce, Tomás Borge, Humberto Ortega. Pero el gran revolucionario-capitalista fue Daniel Ortega, el mismo que también luchó contra Somoza y que por paradojas de la vida terminó convertido en nuestro verdugo.

Ortega, un caudillo astuto, dice ahora que Nicaragua vive una segunda etapa de la revolución. ¿De qué revolución? Un proceso revolucionario no es lo que practica Ortega, aunque en los hechos los líderes de las revoluciones armadas terminan convertidos en déspotas, como me dijo alguna vez la escritora Rosa Montero. En Nicaragua, Ortega ha sido señalado por el asesinato de 355 opositores en el contexto de las protestas de 2018; se ha enriquecido sin la más mínima vergüenza y ha profundizado la desigualdad en el segundo país más pobre de América Latina; ha desterrado, encarcelado y desnacionalizado a los disidentes. Es, además, el jerarca de una familia que aspira a permanecer en el poder al costo que sea. ¿Acaso mi primo dio su vida para que 45 años después Nicaragua viva otra dictadura? Obviamente, no. Estoy seguro que anhelaba una Nicaragua libre, democrática y justa. 

Por eso conviene decir que de aquella Revolución Sandinista, que mi primo ni siquiera llegó a celebrar, no queda nada. Si acaso, recuerdos y ecos como el que tengo en mi mente de aquel 19 de julio en el que llovía a cántaros en Managua. Y ese sol prometido en el himno del FSLN, citado al inicio de este texto, se convirtió en una oscura noche de terror. Es como haber pasado de Somoza a Ortega. 

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José Denis Cruz

Periodista nicaragüense exiliado en España. Actualmente, es fact-checker del verificador español Newtral.es. En 2019 fundó el medio digital DESPACHO 505. Inició su carrera periodística en 2011 y pasó por las redacciones de La Prensa y El Nuevo Diario. También colaboró para El Heraldo de Colombia y la revista ¡Hola! Centroamérica.