La salida de Nicaragua de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) no es solo un berrinche diplomático del régimen tras el premio otorgado al diario La Prensa. Es parte de una maniobra política que deja al país fuera de los espacios globales que promueven el conocimiento, el desarrollo intelectual y la preservación del patrimonio. Catedráticos y defensores de derechos coinciden en que el retiro representa una pérdida de oportunidades educativas, científicas y culturales. Mientras el Gobierno justifica la medida como una defensa de su soberanía, expertos advierten que se trata de una estrategia de repliegue autoritario que deja a la sociedad nicaragüense aún más expuesta al aislamiento y a la censura.
Para el catedrático y exrector de una de las universidades confiscadas en Nicaragua, Adrián Meza, la salida del país de este organismo implica la pérdida directa de cooperación técnica y financiera en áreas vitales como la educación, la cultura y la protección del patrimonio. “La Unesco ha tenido siempre como misión principal la contribución a la paz mediante la cooperación en materia de educación, ciencia, cultura y comunicación”, explica.
Meza recuerda que, incluso en temas de medioambiente, Unesco tuvo una participación importante para Nicaragua en programas clave como el proyecto Bioclima, centrado en la protección de las reservas de Bosawás, Río San Juan y Ometepe, con impactos positivos en la restauración de ecosistemas y la producción agroecológica. También destaca la inclusión de ciudades como León, Bluefields, Granada y Juigalpa en la Red Mundial de Ciudades del Aprendizaje, como parte del apoyo de este organismo.
“La decisión es lamentable. Como siempre, es el país el que va a pagar las consecuencias. Vamos a dejar de recibir apoyo técnico, se van a afectar programas de alfabetización, educación inclusiva y conservación de sitios históricos”, afirma Meza. Asimismo, resalta que Nicaragua queda desconectada de redes internacionales como el programa El Hombre y la Biósfera lo que limitará las oportunidades de intercambio de conocimientos y desarrollo sostenible.
El académico Ernesto Medina lamenta que Nicaragua se quede fuera de plataformas que evalúan la calidad educativa, como las pruebas regionales de aprendizaje promovidas por la Unesco que se realizan cada cinco años, aunque reconoce que el Ministerio de Educación no retomaba estos resultados para la mejora del currículo. “Nunca se discutieron, ni se tomaron en serio. Ahora se pierde la oportunidad de participar en estas evaluaciones que ayudan a mejorar los sistemas educativos”, comenta.
En el ámbito científico, Medina afirma que, si bien la Unesco no es una organización que financia grandes proyectos o equipos científicos, su valor radica en el respaldo técnico y en la capacidad de ayudar a los países a analizar su desarrollo científico y tecnológico. “No existe un plan nacional de ciencia y tecnología, el Conicyt, pues si acaso sigue existiendo, está pintado en la pared y en manos de gente totalmente incapaz. La Unesco podría ayudar a fortalecer ese órgano, a darle herramientas para que haga un trabajo que ayude a mejorar la ciencia y la tecnología”, puntualiza.
Patrimonios en abandono y pérdida de recursos

Tanto Meza como Medina advierten que la salida de la Unesco deja sin respaldo internacional a los sitios Patrimonio Mundial de Nicaragua, como la Catedral de León y las Ruinas de León Viejo. También se pone en riesgo el resguardo del patrimonio intangible, como el Palo de Mayo y el Güegüense.
“El gobierno no se interesa por preservar estos bienes. Sin el apoyo de la Unesco, pueden comenzar a deteriorarse y a desatenderse”, alerta Medina.
Según un reporte de Confidencial con datos del Presupuesto General de la República e informes del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, en los últimos cinco años este organismo destinó a Nicaragua un total de 36.6 millones de córdobas en proyectos educativos y sociales. De ese monto, seis millones fueron entregados entre 2021 y 2024, mientras que 30.1 millones restantes estaban proyectados para ejecutarse en 2025.
Estos fondos estaban dirigidos a iniciativas clave como el empoderamiento económico de las mujeres, el mantenimiento y reparación de escuelas, programas de educación preescolar y la conservación de la biodiversidad en áreas protegidas. Además, a través de Unesco, el país tuvo acceso a 36 proyectos locales y regionales valorados en 2.2 millones de dólares, de los cuales cinco —con un presupuesto de 1.3 millones— estaban centrados en el desarrollo de talleres contra el dopaje, la preservación del patrimonio cultural y artístico, el fortalecimiento de docentes rurales y la promoción de la educación inicial en comunidades vulnerables.
Rechazo a la libertad de prensa

Guillermo Medrano, director ejecutivo de la Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED), advierte que esta decisión es una muestra más del desprecio del régimen por la libertad de prensa.
“Es un mensaje claro de rechazo a cualquier respaldo internacional hacia la prensa independiente. Más que una decisión diplomática, es una forma de reforzar su control interno”, afirma. Según Medrano, la salida busca desacreditar al alto organismo internacional y deslegitimar su autoridad moral, acusándolo de supuesta injerencia.
“El régimen profundiza su opacidad y reafirma su cultura del secretismo estatal como política de comunicación. Con esta salida, Nicaragua abandona también políticas de transparencia, alfabetización mediática y datos abiertos, pilares que la Unesco promueve para fortalecer el derecho a la información”, advierte Medrano.
Medrano destaca que el país también se aleja del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente del ODS 4 sobre educación de calidad. Detalló que con la salida de Nicaragua del organismo multilateral se verán afectados docentes, investigadores y estudiantes, que quedarán excluidos de redes internacionales, capacitaciones y programas de cooperación técnica.
Aislamiento como estrategia

Medrano señala que el retiro forma parte de una estrategia política deliberada del orteguismo para blindarse de críticas y denuncias. “El mensaje del régimen es un desafío y repudio a los valores democráticos representados por la Unesco. No se sienten cómodos donde hay pluralismo, diálogo o rendición de cuentas”, afirma.
Más allá de la renuncia formal, Medrano aclara que la salida de Nicaragua de la Unesco no será inmediata. El experto advierte que, aunque hayan anunciado su retiro, el reglamento de este organismo establece que será efectivo hasta el 31 de diciembre de 2026.
“Falta año y medio todavía para salir oficialmente de la Unesco. Aunque Nicaragua se salga de todos los mecanismos y organismos internacionales que promueven y defienden derechos humanos, eso no significa que va a estar fuera del escrutinio internacional”, sentencia.
Medrano concluye sobre el régimen que “el aislamiento los convierte en una burbuja donde se creen sultanes, donde creen que administran todos los aspectos de la vida de un país”. Sin embargo, advierte que esa ilusión de control absoluto no impedirá que “los medios independientes, la sociedad civil y la comunidad internacional sigan documentando y denunciando las violaciones a los derechos humanos que se viven en Nicaragua”.
Los ataques contra la Unesco

El pasado 3 de mayo la Cancillería nicaragüense emitió un comunicado cargado de ofensas y ataques en contra de la Unesco en el que anunció la decisión de retirarse del organismo, tras más de 70 años como Estado miembro. Audrey Azoulay, directora general del organismo, lamentó mediante un comunicado de prensa que se “privará al pueblo de Nicaragua de los beneficios de la cooperación, especialmente en los ámbitos de la educación y la cultura”.
Azoulay afirmó que la Unesco actúa plenamente dentro de su mandato al defender la libertad de expresión y la libertad de prensa en todo el mundo, y calificó la decisión del régimen como una pérdida para el pueblo nicaragüense, que verá afectado su acceso a iniciativas de cooperación y desarrollo impulsadas desde el organismo multilateral.
Dos días después del anuncio, el pasado 5 de mayo, la vocera del régimen Rosario Murillo, continúo los ataques en contra de Unesco. En una alocución cargada de furia, descalificó directamente a los funcionarios del organismo.
“La cultura no la determinan organismos burocráticos y tecnocráticos, sobrepagados con los recursos de nuestros pueblos… la verdadera cultura no necesita de burócratas y tecnócratas requeté bien pagados porque la cultura la hacemos nosotros, con nuestro caminar, nuestras alegrías, nuestras dolencias, nuestros sufrimientos”. Murillo convirtió su rechazo en una narrativa de “soberanía cultural nacional”, dejando claro su desprecio por cualquier valoración externa del quehacer cultural nicaragüense.
La salida de la Unesco se suma a una lista rupturas del régimen con organismos internacionales en lo que va de 2025, tales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización Mundial para la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Consejo de Derechos Humanos.