Enrique Sáenz
23 de enero 2023

Señor presidente del Banco Central: La gente no come estadísticas


Uno de los ejes de la propaganda embustera de la dictadura de Ortega es la supuesta bonanza económica. Sus voceros se regodean presentando estadísticas para acreditar la “exitosa” gestión: Crecimiento económico “robusto”, reservas internacionales récord, dinamismo de las exportaciones, superávit fiscal son, entre otros, los indicadores más enarbolados. Esos fueron los colores con los que pintó el paisaje el presidente del Banco Central en una reciente comparecencia, como de costumbre, en un medio de comunicación oficialista.

El problema es que la gente no come estadísticas. A la hora de la verdad, el indicador vital de toda gestión económica es cuánto bienestar genera, para cuántos y para quiénes. Y es aquí donde la dictadura muestra sus llagas más purulentas. Así, a la par de los pregones triunfales de los voceros oficiales, para millones de nicaragüenses obtener el “pan nuestro de cada día” es más angustia que pan.

Lo que no dijo el presidente del BCN

Comencemos por enfrentar al presidente del BCN en su terreno: las estadísticas. El funcionario afirmó que en 2022 el crecimiento económico será del 4%, y exhibió el dato como evidencia de la “recuperación económica”. Pero no dijo:

  • Que desde el último trimestre del 2021 -hace más de un año- la actividad económica viene en franco retroceso: En el primer trimestre del 2022 el Producto Interno Bruto creció menos que en el último trimestre del 2021. Y en el segundo trimestre del 2022 el PIB creció menos que en el primer trimestre 2022. Y, para afirmar la tendencia, en el tercer trimestre 2022 -último dato publicado- creció menos que en el segundo trimestre 2022. Seguramente en el cuarto trimestre del 2022 la tendencia seguirá profundizándose. 

No hay nada pues de qué alardear.

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  • Que el aumento de los ingresos por exportaciones -uno de los motores del crecimiento del 2022- obedece principalmente a los favorables precios de los productos exportados y no es resultado de un aumento destacado del esfuerzo productivo local. En los últimos años el volumen de las exportaciones registra una tendencia declinante y en el 2022 los rubros de exportación más significativos repiten la misma tendencia. O sea, son factores externos, en este caso los precios internacionales, y no la gestión interna, lo que explica el aumento en los ingresos por exportaciones de mercancías. 
Señor presidente del Banco Central: La gente no come estadísticas
El aumento del consumo obedece al aumento vigoroso de las remesas como consecuencia de las migraciones masivas de nicaragüenses.

No hay nada pues de qué alardear.

  • Si bien el consumo se elevó en un porcentaje notable -otro motor del crecimiento del 2022-, ese crecimiento no es resultado de un aumento del empleo y una mejoría en los salarios. Al contrario. 

¿Cómo se explica el crecimiento del consumo si los salarios reales vienen cuesta abajo y de rodada a lo largo de todo este año, y más atrás? ¿Cómo se explica el crecimiento del consumo si la tasa de inactividad laboral fue más alta en noviembre que en enero del 2022? 

La explicación tiene connotaciones trágicas: El aumento del consumo obedece al aumento vigoroso de las remesas como consecuencia de las migraciones masivas de nicaragüenses, particularmente hacia Estados Unidos. Es decir, el principal indicador del fracaso de la gestión económica y social de la dictadura, de manera perversa se traduce en un motor de la actividad económica local. Trágico. La hemorragia fortalece las estadísticas. 

  • La “formación bruta de capital”, un indicador clave de dinamismo económico real, cayó en 8% en el segundo trimestre del 2022 y 9.3% en el tercer trimestre, como resultado de caídas en la inversión pública y en la inversión privada.

Como decíamos, la gente no come estadísticas. Aunque las estadísticas que no menciona el funcionario de la dictadura están bastante enclenques. No obstante, lo decisivo es cómo le va a las familias con la comida. Y aquí la cuestión adquiere ribetes de desgracia. Veamos:

La mayoría de las familias nicaragüenses come “salteado”

Señor presidente del Banco Central: La gente no come estadísticas
Según el INIDE la tasa de subempleo bajó del 41% al 38%.

Según el INIDE, el costo de la comida se elevó en 22%, entre diciembre del 2021 y diciembre 2022. ¿Qué significa esto? Pongamos un ejemplo: Si en enero del 2022 una familia gastaba en comida 10 mil córdobas mensuales, al llegar a diciembre para comprar la misma cantidad de comida necesitaba ingresos por 12.200 córdobas.  

¿Qué sector laboral recibió ajustes salariales por 22%?

Repasemos cuál ha sido el porcentaje de ajuste de los principales sectores: Pensionados del INSS, 2%; trabajadores del Estado, 3%; salario mínimo, 7%; trabajadores de las zonas francas, 8%. Esto significa que el aumento del costo de la comida frente a los ajustes salariales, la inmensa mayoría de los nicaragüenses lo pagan con menos frijoles, menos queso o tortillas en su mesa. Buena parte de las familias pagan con hambre este desbalance.

Y esto no es un decir. Desgraciadamente los alimentos de la dieta básica son los más castigados por la carestía. Según el INIDE en los últimos doce meses los frijoles aumentaron 65%, las tortillas 33%, el queso 28% y las papas 94%. El gallo pinto está por las nubes. La carne es un sueño, o una pesadilla, según la hora. Posiblemente, una madre de familia cuestionará los precios publicados por INIDE, pero estos datos oficiales son suficientes para ilustrar las dimensiones de la zozobra que atraviesa la inmensa mayoría de las familias nicaragüenses.  Y esto que estamos hablando de quienes tienen la suerte de laborar en la economía formal, con un empleo estable. 

Acerquemos la lupa para ver los números absolutos. Según el INIDE, el costo de la comida -principal componente de la canasta básica- al cerrar el año ascendió a 13 542 córdobas. Pero la pensión promedio del INSS no llega a 6500 córdobas. El salario promedio nacional en la economía formal es menor a 12 mil córdobas mensuales. El salario mínimo de los trabajadores de las micros y pequeñas empresas es inferior a los 5000 córdobas. Con todo y ajuste, el salario mínimo en las zonas francas es de 8.100 córdobas. Ni siquiera el salario promedio de los asalariados de la economía formal alcanza para cubrir el costo de la comida. 

No hay nada pues de qué presumir.

¿Una economía que crece pero que no genera empleo?

Señor presidente del Banco Central: La gente no come estadísticas
Foto de archivo de EFE.

¿Qué ocurre con el empleo? Según las estadísticas oficiales, la tasa de inactividad laboral fue mayor en noviembre del 2022 que en enero de ese año.

En este campo los registros oficiales registran un dato aberrante: Según el Banco Central, el número de afiliados al INSS en el mes de noviembre del 2022 era menor que en marzo del mismo año. Pero según el INIDE la tasa de subempleo bajó del 41% al 38%. ¿Disminuye el subempleo sin que a la par se produzca crecimiento del empleo formal? La explicación duele: El régimen está exportando desempleo, subempleo y empleos precarios. La zozobra de las familias, de nuevo, se traduce en “mejora” en las estadísticas de la dictadura.

¿Quiénes son los beneficiados con el capitalismo salvaje del orteguismo?

Por supuesto, no todo es zozobra. En el singular capitalismo salvaje que ha impuesto Ortega también hay ganadores. Los banqueros, por ejemplo. Según datos del BCN sus utilidades superarán los 120 millones de dólares, esto es, sus utilidades superarán en más del 20% las obtenidas en 2021. Por la misma ruta van los felices “empresarios” de la generación y distribución de la energía eléctrica, del combustible (congelaron los precios a costa del presupuesto, pero no congelaron las ganancias) y los misteriosos socios locales de la minería.

Lo que sí dijo el presidente del BCN:

Hay que reconocer que el funcionario de la dictadura no solo incurrió en omisiones deliberadas o en medias mentiras. También hizo afirmaciones dignas de mayores venturas. 

Dijo que el 2023 el desempeño económico será peor.

ESCRIBE

Enrique Sáenz

Es licenciado en Derecho y licenciado en economía, y cuenta con estudios superiores en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, Caracas) y estudios superiores en Historia Latinoamericana (UNAN, Managua). Fue diputado de la Asamblea Nacional de Nicaragua (2007-2016) y gerente de proyecto para asuntos de cooperación y gobernabilidad en la Delegación de la Unión Europea para América Central en Managua. Se desempeñó también como Director Ejecutivo de la Fundación Siglo XXI (1996-1997) y Oficial Ejecutivo en la Representación del PNUD en Nicaragua, entre otros puestos en el gobierno de Nicaragua y organismos regionales.