Félix Maradiaga
25 de junio 2024

Tiananmén y la lucha por mantener viva la memoria

El autor de la Divergencia, Félix Maradiaga, junto a Yang Jianli, activista en Tiananmén en 1989.

Cada mes de junio, el Partido Comunista Chino (PCCh) entra en estado de máxima alerta. Este mes marca el aniversario de la masacre de Tiananmén en 1989, un evento que el régimen se esfuerza por borrar de la memoria colectiva. Solo la semana pasada, en Hong Kong, la policía arrestó a siete personas por hacer publicaciones en redes sociales que mencionaban los eventos ocurridos entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989. La censura es tan feroz que, dentro de China, pocos jóvenes contemporáneos conocen lo sucedido, salvo que hayan accedido a relatos clandestinos.

Hasta hace pocos años, Hong Kong era un oasis de memoria histórica dentro de China, un lugar donde se podía conmemorar abiertamente la masacre de Tiananmén y honrar al icónico “Hombre del Tanque”. Este símbolo universal de la resistencia individual frente al poder tiránico de un Estado opresor ha sido casi erradicado por el régimen. El 30 de junio de 2020, el PCCh aprobó una nueva ley de seguridad nacional en Hong Kong, diseñada para subyugar por completo las libertades que distinguían a esta región del resto del país. Similar a las leyes represivas en Rusia, Cuba, Nicaragua y Corea del Norte, esta legislación es deliberadamente vaga y de amplia interpretación, permitiendo que cualquier acto que el PCCh considere una amenaza sea declarado ilegal. Esta ley incluso tiene alcance extraterritorial, pudiendo ser aplicada a cualquier persona en el mundo.

Para el PCCh, ocultar los hechos de junio de 1989, cuando el ejército aplastó las protestas prodemocráticas en la Plaza de Tiananmén en Pekín, es crucial. La violencia extrema utilizada no sólo castigó a los manifestantes, sino que también envió una clara lección para futuras generaciones. A pesar de varios viajes a China y esfuerzos por desentrañar los hechos de 1989, nunca logré obtener un testimonio de un participante en esas protestas, hasta que conocí a Yang Jianli.

Yang Jianli, activista en Tiananmén en 1989, llegó posteriormente a Estados Unidos, donde completó dos doctorados (Ph.D. en Economía Política en la Universidad de Harvard y Ph.D. en Matemáticas en la Universidad de California, Berkeley). Yang vino a Estados Unidos con los recuerdos de las protestas grabados en su mente. En 2002, regresó a China con un pasaporte prestado, sabiendo que él y su fundación —Fundación para China en el Siglo XXI— estaban en la lista negra del régimen. Fue detenido y encarcelado durante cinco años, y finalmente se le permitió regresar a Estados Unidos en 2007. La amistad con Yang me ha permitido comprender más profundamente el impacto de la masacre en quienes la vivieron.

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En una de nuestras primeras conversaciones, Yang, a quien sus amigos llamamos “Doc”, me relató que, tras semanas de intentos fallidos de negociación, el Gobierno chino declaró la ley marcial la noche del 3 de junio y desplegó tropas en la Plaza de Tiananmén. Las protestas, desencadenadas por la muerte del secretario general pro-reformas Hu Yaobang en abril de 1989, reflejaban la creciente insatisfacción en una China en rápida transformación económica y social. Las reformas económicas de los años 80 habían creado una economía de mercado incipiente que beneficiaba a unos pocos pero perjudicaba a muchos, y el sistema de partido único enfrentaba serios desafíos a su legitimidad. Las demandas de los estudiantes incluían la restauración de empleos estables, mayor rendición de cuentas, democracia, libertad de prensa y expresión. Los trabajadores, por su parte, se enfocaban en la inflación y la erosión del bienestar social, uniéndose en un clamor común contra la corrupción y por la justicia social.

“La historia es escrita por los vencedores”, decía George Orwell, y el PCCh ha demostrado ser un perverso maestro sin escrúpulos en la reescritura e incluso desaparición de la memoria histórica. No solo buscan eliminar el recuerdo de la masacre de Tiananmén, sino también sofocar cualquier resurgimiento del espíritu de resistencia y demanda de derechos entre las nuevas generaciones chinas. 

En palabras del propio Yang “Doc” Jianli: “No recordar es traicionar a aquellos que lucharon y murieron por un ideal de libertad y democracia”. Mientras existan quienes lleven en su corazón la llama de la verdad, la masacre de Tiananmén no será olvidada.

ESCRIBE

Félix Maradiaga

Presidente de la Fundación para la Libertad de Nicaragua. Es académico, emprendedor social y defensor de derechos humanos nicaragüense. En el año 2021 fue candidato presidencial en las primarias de la oposición por parte de la Unidad Nacional Azul y Blanco. Por ser una de las voces más críticas contra el régimen de Ortega, fue arbitrariamente encarcelado por más de veinte meses.