Jose Denis Cruz

José Denis Cruz
2 de septiembre 2024

Unas notas rápidas para los que desconocen el horror que vive Nicaragua


— ¿Sí? No sabía que en Nicaragua la “cosa” estuviera complicada.Las palabras son de un venezolano al que conocí la tarde abrasadora del 21 de julio pasado en Madrid. Él estaba en la Plaza de Callao, en Madrid, participando en una manifestación por la libertad de Venezuela, a escasos días de las elecciones presidenciales que, según la oposición, ganó Edmundo González. Asistí a la concentración, con mi bandera azul y blanco, en solidaridad con los venezolanos porque en Nicaragua también vivimos bajo un régimen dictatorial que ha cercenado todas las libertades públicas. Mi sorpresa es que algunos venezolanos (españoles, italianos, estadounidenses, argentinos…) no supieran que mi país vive una dictadura más cruel que la que viven ellos, sin ánimos de poner a competir los autoritarismos. 

Y no es la primera vez que me responden con escepticismo cuando cuento que los nicaragüenses estamos siendo víctimas de uno de los dictadores más crueles de la historia moderna latinoamericana. En junio presenté el libro de un amigo en Madrid y me plantearon preguntas sobre el contrapeso de poder. En Nicaragua la democracia y el Estado de derecho no existen, por lo tanto no hay contrapeso de poderes porque todos (Judicial, Electoral y Legislativo) están controlados por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, la pareja gobernante, pues.  

— ¿Y el Ejército?, me preguntó alguien. Le respondí que el cuerpo policial y militar están al servicio de los Ortega-Murillo. Pero estas pocas situaciones que suelen ser el principio de una conversación sobre la crisis que vive Nicaragua, se quedan cortas con el horror que reina en la nación desde 2018. 

En Nicaragua, Ortega ha cercenado la libertad de asociación y el derecho a la protesta, ha encarcelado a más 1,000 personas por razones políticas y a casi 300 las ha desterrado a Roma y Estados Unidos. La operación más cruel fue la expulsión de 222 presos políticos a quienes torturó en cárceles de máxima seguridad. En ese grupo de 222 estaban los principales aspirantes presidenciales que en una elección libre y transparente le hubieran arrebatado el poder en 2021. Conviene decir que desde 2008 no hay elecciones con garantías democráticas. 

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En Nicaragua, Ortega ha cerrado más de 5.000 oenegés, ha silenciado a la Iglesia católica (ahora también a las protestantes) al punto que una simple procesión es censurada y en cualquier caso asediada. Los feligreses oran y festejan a sus santos a puertas cerradas. Los sacerdotes críticos se han tenido que exiliar, las órdenes religiosas de caridad han sido ilegalizadas, los periodistas han sido asesinados y encarcelados, los medios de comunicación independientes confiscados y solo algunos pocos operan desde el exilio. No hay un diario impreso en Nicaragua porque Ortega se robó las instalaciones del diario La Prensa, el más antiguo del país.

En 2018, más de 355 personas fueron asesinadas por fuerzas policiales y parapoliciales. En el contexto de las protestas de aquel año, decenas de personas perdieron uno de sus ojos por la brutal represión y las que murieron lo hicieron siendo blanco de francotiradores. En Nicaragua, Ortega ha mandado a encarcelar a figuras claves de la revolución sandinista de la que formó parte en la década de los 70 para derrocar al anterior dictador Anastasio Somoza, entre estas la mítica exguerrillera Dora María Téllez y el propio hermano de Ortega, Humberto, quien fue jefe del Ejército en el pasado. 

En Nicaragua, Ortega ha obligado al exilio a escritores, artistas, músicos… y la Miss Universo, Sheynnis Palacios, la primera que le dio una corona a Nicaragua, ha sido impedida de regresar a la tierra para festejar con su pueblo. En Nicaragua hay una estructura institucional que criminaliza todo lo que representa una amenaza para el régimen: no se puede protestar, no se pueden exigir derechos humanos, no se puede demandar justicia, ni democracia. Se crearon leyes para controlar el país al antojo de la pareja de dictadores. Y algo más absurdo, es que los nicaragüenses no podemos ondear la bandera azul y blanco. Hacerlo implica que agentes policiales te arresten y te desaparezcan. 

Sí, eso pasa en Nicaragua.

ESCRIBE

José Denis Cruz

Periodista nicaragüense exiliado en España. Actualmente, es fact-checker del verificador español Newtral.es. En 2019 fundó el medio digital DESPACHO 505. Inició su carrera periodística en 2011 y pasó por las redacciones de La Prensa y El Nuevo Diario. También colaboró para El Heraldo de Colombia y la revista ¡Hola! Centroamérica.