Menos de 24 horas después que DIVERGENTES reveló que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ordenó la expulsión de Nicaragua del embajador de Brasil, Breno de Souza Brasil Dias da Costa, el Gobierno de Lula da Silva recurrió a la reciprocidad este jueves: la embajadora de la administración sandinista, Fulvia Patricia Castro Matus, fue expulsada por Itamaraty, es decir la cancillería brasileña. “Aún no hay información sobre el plazo dado a Fulvia para interrumpir su misión en Brasil”, informó el diario Folha.
Sin embargo, en su alocución diaria de este jueves, la vicepresidenta Rosario Murillo confirmó que el embajador de Brasil salió de Nicaragua y que su diplomática, Fulvia Castro Matus, vuela de regreso a Nicaragua, donde la esperan para convertirla en ministra del Ministerio de Economía Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa.
La decisión de Itamaraty es una respuesta a la expulsión, por el régimen Ortega-Murillo, del embajador brasileño en Nicaragua, Breno de Souza da Costa. “Las relaciones entre ambos países estaban prácticamente congeladas desde que Lula intentó sin éxito interceder por la liberación de un obispo católico (Rolando Álvarez) perseguido por el régimen. Con las expulsiones de los embajadores, han alcanzado un nivel aún más bajo”, informó Folha.
Fuentes diplomáticas revelaron a DIVERGENTES que el acto que desencadenó la decisión de expulsar a Breno de Souza fue el hecho de que el embajador brasileño no participó en el acto de celebración del 45 aniversario de la Revolución Sandinista.
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La advertencia del régimen de Ortega de que Breno de Souza debía abandonar el país se produjo hace unos quince días. El Ministerio de Asuntos Exteriores brasileño se dirigió a Nicaragua para aclarar la decisión y estaba a la espera de un pronunciamiento definitivo de Managua.
La decisión de Managua fue confirmada y Costa debe abandonar Nicaragua este jueves, dijo a Folha un funcionario de Itamaraty.
“Interlocutores de Itamaraty dijeron que el gobierno estuvo estudiando qué actitud adoptar ante la expulsión de Breno de Souza. La decisión de corresponder fue tomada el jueves”, narra Folha.
“Boicot sandinista al papel mediador de Lula”
El medio brasileño UOL cita a altas fuentes diplomáticas quienes coinciden que el régimen Ortega-Murillo intenta impedir –con la expulsión del embajador Breno de Souza– que Lula desempeñe un papel para forzar el diálogo entre el régimen y la oposición.
“Oficialmente, el caso se presenta como un desencuentro entre Lula y Ortega por las presiones de Itamaraty en relación con la detención del obispo católico Rolando José Álvarez, quien estuvo preso en el país centroamericano. Pero fuentes confirmaron a UOL que el asunto va mucho más allá y que no fue sólo por el obispo religioso que los sandinistas decidieron congelar las relaciones con Brasil. La crisis la iniciaron los propios nicaragüenses, según personas cercanas al proceso político en el país”, narra el diario.
Según esas altas fuentes diplomáticas, existe un esfuerzo internacional para que Brasil actúe como una especie de mediador y permita que se lleve a cabo un proceso de redemocratización en el país centroamericano. “Para Ortega, sin embargo, esto supondría una amenaza y sus esfuerzos se dirigen ahora a deslegitimar el papel de Brasil en la región”, aseguran.
Viejos aliados en tensión
Lula da Silva y Daniel Ortega son afines ideológicamente. A pesar de las viejas relaciones entre ambos, el presidente de Brasil ha criticado la deriva autoritaria y represiva de Ortega y la “copresidenta” Murillo. El 22 de julio pasado, tres días después del acto del 19 de julio, Lula reveló en una entrevista que Ortega no le atiende las llamadas telefónicas desde junio de 2023, cuando el papa Francisco le pidió que intercediera por la situación del obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, en ese entonces preso político y luego desterrado a Roma en enero de 2024.
“Conversé con el papa y él me pidió que conversara con Ortega sobre un obispo que estaba preso”, dijo Lula en una entrevista con corresponsales extranjeros, en relación al prelado, condenado a 26 años de cárcel por delitos considerados “traición a la patria”, y preso político durante más de un año.
“Lo concreto es que Ortega no me atendió el teléfono y no quiso hablar conmigo. Entonces, nunca más hablé con él”, detalló el presidente de Brasil. Lula lamentó en la entrevista que eso ocurra con “un tipo que hizo una revolución como la que Ortega hizo para derrotar a (Anastasio) Somoza” y agregó que hoy no sabe si esa revolución fue “porque quería el poder o porque quería mejorar la vida de su pueblo”. Además, Lula dijo que es “favorable” en todo país que “haya una alternancia en el poder”, porque es “lo más sano” para una democracia.