El Caribe nicaragüense se queda atrás en la vacunación

Los datos filtrados por los servicios de salud de la Costa Caribe de Nicaragua a DIVERGENTES demuestran que las metas de cobertura de vacunación en esta región son apenas de un 29% para este mes, muy por detrás del 61% del resto del país, según información del Ministerio. Abandono histórico del Estado, falta de acceso a comunidades alejadas y de infraestructura para trasladar vacunas; desconfianza en el gobierno o movimientos antivacunas alentados por algunas iglesias evangélicas, son factores de este bajo nivel de vacunación.

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La orden de las autoridades sanitarias del Caribe es ir a las calles todos los días, casa a casa, para vacunar a la mayor cantidad de personas contra la Covid-19. Sin embargo, el porcentaje de vacunados no sube. La región autónoma del Caribe ocupa casi la mitad del territorio nicaragüense y su población es de medio millón de personas aproximadamente. Unos datos sobre las metas de vacunación en marzo, en los municipios del Caribe Sur, a los que tuvo acceso DIVERGENTES revelan que solo se ha logrado vacunar al 29%, a falta de cinco días para que termine el mes.

La meta del Sistema Local de Atención Integral en Salud (Silais) del Caribe Sur para este mes es vacunar a 18,400 personas mayores de 18 años de edad, pero hasta el momento solo se han podido aplicar 5,369 dosis de AstraZeneca. Existen 13,031 dosis pendientes. El plan incluye los municipios de la capital, Bluefields, La Cruz de Río Grande, Laguna de Perlas, Corn Island, Kukra-Hill, El Tortuguero y la Desembocadura del Río Grande.

Por ejemplo, en Bluefields se ha logrado vacunar al 40.39% de la meta (5,895 personas mayores de 18 años de edad), mientras que en el Tortuguero la meta (4,500 personas mayores de 18 años de edad) va apenas por el 17.84%.

“Pero la gente no quiere vacunarse”, declaró un funcionario del Silais, con algo de frustración, y alega que se debe a “creencias religiosas” y a que “los pastores de las iglesias evangélicas no ayudan”.

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Juan Carlos Ocampo, miembro de la organización Prilaka Community Foundation– que tiene presencia en el Caribe Norte–, dijo que el más alto porcentaje de vacunación en la Costa Caribe está concentrado en las zonas urbanas o cercanas a los centros urbanos. “Pero la Costa Caribe es una región muy amplia y con zonas de muy difícil acceso”, señala Ocampo. “Además, históricamente el Estado está ausente en muchas zonas alejadas”, agregó Ocampo.

Para Ocampo este es uno de los factores más importantes. Porque la presencia del Estado en estas comunidades alejadas no se va a resolver de un día para otro, con un problema coyuntural como la pandemia, sino que “requiere cambiar condiciones estructurales a largo plazo”.

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Una mujer lava trastes en una comunidad del Caribe Norte de Nicaragua. Carlos Herrera | Divergentes. Archivo.

En las comunidades alejadas del Caribe Norte ha habido jornadas de vacunación pero han sido muy puntuales. Al menos, ha llegado una jornada de vacunación en cada una de las comunidades, pero no más, según dijo otro activista de una organización que trabaja en la zona.

El Mapa de Salud del Ministerio de Salud (Minsa) reveló que, en varios municipios del Caribe Norte, se han vacunado con al menos una dosis a 109,562 personas, que equivale a un 50.79% de la población total mayor de dos años de edad. Sin embargo, los que han alcanzado el esquema de vacunación completo son 47,074 personas, que apenas equivale al 21.82% de la población de dos años a más, mientras el promedio en todo el país es de 61.04%.

En el Caribe Sur el porcentaje de vacunación es un poco mejor, pero aún presenta promedios bajos. Los vacunados con al menos una dosis son 114,995 personas, equivalente al 59.45%. Mientras que los que han alcanzado el esquema completo son 72,939, es decir, el 38.04% de la población mayor de dos años a más.

Los datos publicados por el Minsa informan que se ha vacunado con al menos una dosis a 5,391,962 personas, equivalentes al 84.19% de la población mayor de dos años de todo el país. Se han aplicado 9.6 millones de dosis en total.

Factores en el Caribe

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Una mujer miskita a la espera de ser atendida en un centro de salud al lado hondureño del territorio miskito. Carlos Herrera | Divergentes. Archivo.

El epidemiólogo Leonel Argüello ha sido uno de los que ha insistido desde un inicio en que la vacunación a las poblaciones indígenas y de la región autónoma debe ser una prioridad. El experto señaló que este caso tiene una particularidad: debe establecerse una vacunación de emergencia en la que se cubra a la mayor cantidad de gente en el menor tiempo posible para alcanzar una cobertura del 80% en todo el territorio. “Esto puede permitir que el otro 20% no vacunado pueda aislarse con más facilidad”, agregó Argüello.

Sin embargo, en Nicaragua no se está logrando. “Vacunar a los que ya tienen refuerzo no está aportando al control de la epidemia”, dijo Argüello, y agregó que “el esfuerzo debe enfocarse en lograr coberturas mayores del 80% en personas mayores de 60 años, enfermos crónicos, discapacitados, población indígena y trabajadores del sector salud”.

El epidemiólogo considera que las posibles causas de la baja cobertura en la vacunación contra la Covid-19 en el Caribe son la desconfianza hacia el Ministerio de Salud y la no priorización. “La dificultad de acceso es relativa porque ya existe experiencia en la zona, pero se ha priorizado lo urbano sobre lo rural y eso es por falta de gestión de las alcaldías de llevar la vacunación a sus territorios”, agregó.

Para Argüello la crisis política también desfavorece a la vacunación porque los pobladores no confían en los mandatarios de turno ni en las autoridades. Además está el factor de la invasión de colonos, que es uno de los principales problemas en estos momentos para los indígenas.

El activista Juan Carlos Ocampo considera que otro de los factores es que en las comunidades alejadas no hay infraestructura, como una adecuada cadena de frío, para poder guardar y trasladar las vacunas. Por otro lado, es costoso movilizarse a comunidades muy alejadas.

No hay campañas en idiomas locales

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El río Coco es uno de los accesos principales a las remotas comunidades del Caribe. Carlos Herrera | Divergentes. Archivo.

Ocampo consideró que existen componentes “culturales” como la desconfianza de las personas a las vacunas. “Eso pasa en algunas comunidades, pero también se da por la desconfianza en el gobierno”, agregó Ocampo. “Creen que no es un gobierno legítimo y que la vacuna que suministran las autoridades sanitarias no es la mejor”.

El activista de Prilaka considera que algunos sectores religiosos están influyendo en que los comunitarios no se vacunen. “En algunas comunidades existe esta teoría negacionista de las vacunas que están reproduciendo algunas iglesias evangélicas”, agregó Ocampo.

Para Ocampo uno de los factores del que nadie habla es que no existen campañas en idiomas locales (miskito, mayangna, rama) a través de los medios de comunicación. “Eso me parece una deficiencia que hay, porque lo poco que se ha hecho de campañas son en español”, dijo Ocampo.

Como en otros asuntos que se relacionan con políticas gubernamentales, esta cobertura se hace con grandes dificultades por el escaso acceso a la información, por la opacidad del gobierno y por el temor que se infunde tanto en funcionarios, como en otros ciudadanos, a la hora de expresar hechos y opiniones. Por esa misma razón, también debemos proteger la identidad del/a periodista que realizó esta cobertura.

Este reportaje forma parte del especial Los que no se vacunan en Centroamérica y México, impulsado por medios integrantes de la alianza Otras Miradas. Participan en el especial: Agencia Ocote, Chiapas Paralelo, Radio Progreso, La Voz de Guanacaste, Gato Encerrado y Divergentes.


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