Félix Maradiaga
29 de febrero 2024

Contra la sombra de Putin en América Latina

Daniel Ortega y Rosario Murillo reunidos en Managua con Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia. Foto tomada de Presidencia.

El 27 de febrero, en un gesto que no puede ser visto más que como un cálculo estratégico, Nikolái Pátrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, se reunió en Managua con representantes de Nicaragua, Cuba, Venezuela y Bolivia. Este encuentro no solo buscaba reforzar la soberanía de estos países frente a lo que Rusia señala como “agresiones” de Estados Unidos.

El encuentro también reveló una táctica más insidiosa. Pátrushev y Putin están claramente decididos a avivar el sentimiento antioccidental, buscando consolidar un bloque de naciones unidas no solo por sus ideales autocráticos, sino también por su antagonismo hacia Estados Unidos.

La gira de Pátrushev por Latinoamérica ha sido una campaña de eco unísono, llevando un mensaje alarmista idéntico a cada parada, diseñado para tejer una narrativa que justifique la formación de un eje de aliados leales al Kremlin. Este mensaje no es casual; está meticulosamente calculado para resonar con las administraciones que comparten la hostilidad hacia la política exterior de Estados Unidos, con la vista puesta en la expansión del conflicto más allá de Ucrania.

Mientras Pátrushev difunde esta retórica, el silencio de China y otros regímenes autoritarios no debe interpretarse como neutralidad, sino como una complicidad tácita. Es plausible que exista un plan concertado para debilitar la influencia estadounidense, una estrategia que Estados Unidos debe enfrentar con una postura firme y comprometida.

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En este contexto de maniobras geopolíticas, Estados Unidos no puede darse el lujo de un rol pasivo. La historia nos recuerda las consecuencias de subestimar a adversarios estratégicos y la importancia de apoyar a los aliados que sostienen los pilares de la democracia. 

El desafío es claro: Estados Unidos debe reafirmar su presencia en América Latina, no sólo como un contrapeso a la influencia de Rusia y China, sino como un líder que defiende los valores fundamentales de libertad y democracia.

El liderazgo estadounidense es crucial para evitar que la región se convierta en el terreno de una nueva guerra fría por procuración. Ahora es el momento de actuar con la urgencia que el delicado equilibrio del poder global demanda.

ESCRIBE

Félix Maradiaga

Presidente de la Fundación para la Libertad de Nicaragua. Es académico, emprendedor social y defensor de derechos humanos nicaragüense. En el año 2021 fue candidato presidencial en las primarias de la oposición por parte de la Unidad Nacional Azul y Blanco. Por ser una de las voces más críticas contra el régimen de Ortega, fue arbitrariamente encarcelado por más de veinte meses.