Costa Rica en la recta final electoral: Estos son los candidatos con opciones de pasar a segunda vuelta

Un expresidente que se vende como la opción más experimentada, una candidata conservadora y el ungido de las iglesias evangélicas se presentan como las opciones que tienen los ‘ticos’ para suceder al actual mandatario Carlos Alvarado, dentro de una campaña sin entusiasmo y con la mayor democracia de Centroamérica sumida en una fuerte crisis de empleo provocada por la pandemia


Más de dos mil centros de votación se preparan para abrir sus puertas este domingo en Costa Rica para elegir al nuevo Presidente del país más estable de Centroamérica y a la totalidad de diputados que entrarán en funciones a partir de mayo hasta el 2026.

Llega a su fin cuatro largos meses de la campaña electoral difusa, que no llegó a polarizarse y que fue repartiendo los apoyos electorales en pequeñas cuotas entre 25 candidaturas presidenciales, la mayor cantidad en la historia costarricense. 

Sin embargo, son solo seis los nombres que aparecen con alguna opción de pasar a una segunda ronda, según las encuestas. No será hasta abril cuando se conozca quién gobernará Costa Rica, pero este domingo los costarricenses elegirán a quienes serán los dos candidatos que se disputarán la Presidencia. Estos son los tres principales de esos seis contendientes.

JOSÉ MARÍA FIGUERES OLSEN

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El candidato presidencial José María Figueres, por el Partido Liberación Nacional. EFE.

El expresidente de Costa Rica entre 1994 y 1998 es todo un ‘animal político’. Nacido en el clan que encabezó su padre, el caudillo Pepe Figueres —quien modeló el Estado costarricense en el siglo XX y que selló la abolición del Ejército—, este ingeniero de 67 años se niega a acabar su vida política sin una medalla más: la reelección a pesar de todo.

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Figueres es el abanderado del más tradicional de los partidos en el país donde cada vez más se cuestionan las tradiciones, Liberación Nacional (PLN, fundado en la socialdemocracia de 1953), pero también espera recibir el respaldo de la población decepcionada con los últimos dos gobiernos del Partido Acción Ciudadana (PAC), que intentó instalarse como bandera progresista en la reconfiguración política de los últimos 20 años y que ahora sufre el rechazo de las mayorías.

El PLN ha sido un partido chicloso, cuyo pensamiento depende de quién lo lidere, y ahora está en manos de Figueres, defensor del modelo estatal fuerte que caracteriza a la mejor democracia de Centroamérica, lo que le genera rechazo de la población más insatisfecha con las instituciones, pero sin alcanzar a ser una carta que convenza a los progresistas y menos a las nuevas generaciones.

Aparece entonces en la zona central de un país devoto de los puntos medios, lo cual le alcanza para llegar con la mayor ventaja a las elecciones del domingo y casi dar por seguro el acceso a la segunda ronda en abril.0

Un 17% de los decididos a votar, según la última encuesta de la Universidad de Costa Rica publicada este miércoles, quieren que vuelva a gobernar el hombre resuelto que como Presidente en los años noventa trajo a la gigante Intel para abrir camino a la industria tecnológica, creó sedes de sanidad social de primera atención llamados EBAIS, que se consideran vitales para enfrentar la pandemia, y diseñó un elogiado programa de pagos estatales a finqueros privados para que conserven el bosque.

Así exhibe Figueres la obra de su gobierno, pero periodistas de la época lo recuerdan como un mandato políticamente accidentado, con tensiones partidarias y sociales expresadas en una de las mayores huelgas de maestros en el país.

Pero las principales críticas a Figueres vienen por el flanco de la ética, sobre todo por el llamado “caso Alcatel”, con el presunto pago de 2,7 millones de dólares al expresidente y allegados suyos por unas consultorías que podrían haberse convertido en influencias para que la empresa telefónica francesa obtuviera contratos del Estado, de acuerdo con publicaciones periodísticas del 2004.

El caso nunca escaló hasta procesos judiciales, como sí alcanzó a otros expresidentes acusados a actos similares, pero provocó que Figueres renunciara en 2004 al cargo de director del Foro Económico Mundial, en Davos, un autoexilio en Suiza hasta el 2012 y un fardo de cuestionamientos que lo acompañan desde aquel momento, pero que contesta ahora diciendo que nunca un juez lo llamó a pedir cuentas. Y eso es cierto.

Figueres se enfoca ahora en darse como un líder probado y moderno, conectado con el mundo al punto de programar para el domingo previo a las elecciones una charla pública virtual con el multimillonario británico Richard Brenson sobre cambio climático, océanos y energías limpias. Lo repite cada vez que puede sin modestia: “soy el candidato mejor preparado, con los conocimientos, la experiencia y los equipos”, mientras la propaganda en las calles dice algo parecido: “volvamos a tener presidente”.

LINETH SABORÍO CHAVERRI

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Lineth Saborío candidata del Partido Unidad Social Cristiana, por la presidencia de Costa Rica. EFE.

El rostro afable de Lineth Saborío llevaba 12 años sin asomarse en actos políticos de alcance nacional, hasta que en marzo del 2018 lideró un movimiento de personas de su partido tradicional (Partido Unidad Social Cristiana, PUSC) para dar apoyo a la candidatura presidencial del predicador evangélico Fabricio Alvarado, en la segunda ronda electoral contra el actual mandatario Carlos Alvarado.

Salió en las noticias como un respaldo importante para la opción conservadora de Fabricio Alvarado, pero volvió a salirse de los focos y solo volvió a inicios del 2021, cuando alguien la convenció de dejar un puesto como burócrata legislativa para intentar convertirse en la primera mujer en llevar la candidatura presidencial del PUSC.

Saborío lo logró al ganar las primarias de su partido y hubo que recordar su pasado político: vicepresidenta de la República entre los años 2002 y 2006, cuando ejerció en simultáneo como ministra de la Presidencia y de Planificación a las órdenes del mandatario Abel Pacheco, durante un gobierno revuelto en lo político a pesar del carácter impasible del presidente y su número dos. Algunos lo criticaban por pasivo y hubo quienes dijeron que era un gobierno holgazán.

El recuerdo de los cuestionamientos vale para entender el estilo actual de Saborío, que se muestra como una carta de conciliación, de distensiones y de diálogo ante el ambiente políticamente crispado, pero con propuestas escasas, posiciones ambiguas y respuestas evasivas cuando se le preguntan temas de fondo. “Es que yo no soy de sí o no”, dijo en una entrevista en noviembre, antes de que su nombre empezara a recoger respaldo y llegara a colocarse en la disputa por ingresar a una inminente segunda ronda en abril. A una semana de la primera vuelta del 6 de febrero, Saborío recibe el 13% de intención de voto y le alcanzaría para entrar al balotaje contra su adversario José María Figueres, del partido rival histórico, aunque nadie puede cantar victoria, porque el 32% de los posibles votantes aún siguen indecisos.

Es la primera mujer candidata de su partido y podría ser la segunda en presidir el país, 12 años después de que Laura Chinchilla ganó las elecciones del 2010, pero no representa para nada posiciones feministas. Es más bien una mujer conservadora, una señora de 61 años, abogada, madre de tres hijos y abuela. Habla con un estilo maternal que le ayuda a disimular la vaguedad de algunas respuestas y que, sin embargo, agrada a un sector de la población cansado de la hostilidad política.

Pese a haber fungido como directora del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) antes de su ingreso a cargos de elección popular, tampoco ha logrado Saborío posicionarse como experta en asuntos de seguridad. Esta es una de las áreas que parecen haber quedado fuera de la discusión electoral centrada en cómo reducir el desempleo de 14,4% y cómo acelerar la economía, a pesar de que las cifras oficiales han reducido a los opositores el margen de críticas en ese rubro al gobierno saliente de Carlos Alvarado.

Se hace acompañar como candidata a vicepresidencia a un exdirigente de la principal patronal del país y de una mujer experta en gestión ambiental, que no en conservación ambiental necesariamente. Este es un partido de centro derecha y sus actuales diputados han dejado claro que no van por nuevos derechos humanos, por inclusividad, igualdad de hombres y mujeres, conservacionismo ni planteamientos que consideran distractores ante la prioridad de generar riqueza económica y reducir entonces la pobreza, actualmente en un 23%.

FABRICIO ALVARADO

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Fabricio Alvarado, candidato del Partido Nueva República, durante un debate a la presidencia de Costa Rica. EFE.

Fabricio Alvarado Muñoz egresó de la universidad en el año 2000 sin el título profesional para producir en la televisión nacional noticias de accidentes, asaltos o asesinatos. Jamás se le había pasado por la cabeza entrar a la política y menos aún ser el candidato presidencial ganador de la primera vuelta de las elecciones del 2018, cuando materializó un milagro político al ascender de la mano de los movimientos evangélicos que lo habían involucrado por su talento para cantar.

Alvarado perdió en la segunda ronda ante la opción progresista, en un ambiente polarizado que señaló al reportero de televisión como un peligro para las tradiciones católicas y de derechos humanos enraizadas en Costa Rica. Su elocuencia carecía de sustento para dar propuestas de más de dos minutos, su partido lo dominaban dirigentes que no confiaban en él y todo parecía demasiado apresurado… pero la vida da segundas oportunidades.

Este candidato presidencial representa a un partido creado por su círculo, llamado Nueva República, tuvo cuatro años para prepararse y sacar colmillo político, para recorrer territorios que sabe propicios y buscar los financiamientos necesarios para hacer una campaña efectista y efectiva: obtiene un 10,3% de la intención de voto para este domingo 6 de febrero y se mantiene en la pelea para obtener uno de los dos puestos del balotaje que resultará inevitable, según los análisis de las encuestas disponibles.

Sin abandonar sus posiciones y mensajes religiosos, Alvarado se ha capacitado para parecer más un político que un predicador. Publica videos con su familia modélica, pero trata de polarizar menos y por eso se aferró al lema “la esperanza va a ganar”. Su jefe de campaña es un mercadólogo que ha pasado por  varios partidos, convencido de que potenciar una candidatura es como vender refrescos y que Fabricio Alvarado es un buen producto.

Ya no utiliza el lema “con las manos limpias” que usó en 2018 para declararse libre de corrupción, aunque elude los cuestionamientos sobre el financiamiento electoral de esa contienda y la información aún bajo investigación sobre fajos de billetes que se movían en bolsas para basura. Ahora dice tener la solución para reducir el desempleo y se basa en el desarrollo de megaobras de construcción, aunque opositores señalan que es “fantasioso” generar trabajos de forma inmediata con proyectos que suelen tardar muchos años en materializarse. 

Para mejorar la educación, un sector en crisis después de ser por muchos años motivo de orgullo de los costarricenses, apuesta por la digitalización y los expertos también dudan de que sea eficaz. “Lo que pasa es que todo lo dice muy convencido y eso cala en algunas personas”, dice una especialista en temas educativos, que advierte sobre la persistencia del candidato en el tema religioso dentro de las políticas públicas para escuelas y colegios, a las que asisten casi un millón de estudiantes, afectados por la pandemia.

Tiene 47 años y la mayoría lo conoce como un hombre de la clase media que creció en los barrios populosos del sur de San José. Es simpático y juega fútbol sin dificultades. Ya no es la sorpresa, pero sí la opción de cambio ante los partidos tradicionales.  Esa posición de “ruptura” y mensajes publicados por su jefe de campaña con fotos abrazado a Nayib Bukele hacen inevitable preguntarse si el polémico presidente salvadoreño es otra de las inspiraciones del periodista, más allá de Dios.

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