Donald Trump inauguró su regreso a la presidencia de Estados Unidos con un discurso en el que aseguró que sus próximos cuatro años en el poder traerán una “era dorada” para Estados Unidos, acabarán con la “decadencia” de gobiernos anteriores y presentó su victoria electoral como una reconquista.
“Estados Unidos reclamará su lugar que le corresponde como la nación más grande, más poderosa y más respetada de la Tierra, inspirando la sorpresa y admiración del mundo entero”, sentenció Trump en un discurso en la rotonda del Capitolio, rodeado de las autoridades y personas más poderosas y ricas de Estados Unidos.
Al inicio y al final de su discurso mencionó que con su llegada al poder este lunes comienza una “era dorada” para Estados Unidos, algo que recalcó en otros momentos con sinónimos como el “día de la liberación” o la “restauración de América”.
“Nos alzaremos valientes, viviremos orgullosos y soñaremos a lo grande, y nada se va a poner en nuestro camino porque somos estadounidenses. El futuro es nuestro y nuestra edad dorada ha comenzado”, aseguró al cierre de 30 minutos de alocución rodeado de su esposa, Melania, su familia y con la presencia en un lugar preponderante del magnate Elon Musk.
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“Durante años, el ‘establishment’ radical y corrupto ha extraído el poder y la riqueza de nuestros ciudadanos, mientras los pilares de nuestra sociedad yacían rotos y en total abandono”, apuntó Trump en uno de sus frases más oscuras contra “un gobierno que no puede ni gestionar una simple crisis”. “La decadencia de Estados Unidos se ha acabado”, sentenció.
Emergencia nacional en la frontera sur

Como prueba de esa nueva “restauración” del lugar de Estados Unidos en el mundo, Trump anunció que declarará “una emergencia nacional en la frontera sur” con México y el inicio de un proceso” para devolver a millones de extranjeros criminales a los lugares de los que vinieron”.
El discurso en algunos momentos tomó frases exactas de los mítines de su campaña electoral de 2024, en la que la demonización de los inmigrantes como criminales y enfermos mentales fue una comparación recurrente.
“Vamos a reinstaurar la política de ‘Quédate en México’, pondré fin a la práctica de detener y liberar y enviaré tropas a la frontera sur para repeler la desastrosa invasión de nuestro país”, anunció Trump, que también dijo que acudirá a una ley usada en tiempos de guerra, la ley de Enemigos Extranjeros de 1798, para ir tras las bandas criminales extranjeras.
También adelantó que va a declarar a los cárteles mexicanos de la droga como “organizaciones terroristas”, que quiere renombrar el golfo de México, un topónimo centenario, golfo de América y “retomar el Canal de Panamá”, que definió como un “regalo” que nunca debió hacerse.
En el ámbito económico, anunció la declaración de una emergencia nacional para acelerar la concesión de explotaciones energéticas, poner fin a las políticas “verdes” y acabar con los subsidios a los vehículos eléctricos.

“Iniciaré de inmediato la reforma de nuestro sistema de impuestos y comercial para proteger a los trabajadores y familias estadounidenses. En lugar de gravar a nuestros ciudadanos para enriquecer a otros países, vamos a imponer aranceles y imponer impuestos a países extranjeros”, aseguró.
El discurso también pasó por la complicada relación de Trump con el Departamento de Justicia, que aseguró que ha sido “utilizado como un arma de manera viciosa y violenta”, tras haberlo investigado durante el gobierno del presidente Joe Biden por su papel en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Un sistema de justicia que le sentenció este mes por los pagos irregulares a una actriz porno y que lo ha convertido en el primer presidente convicto en jurar el cargo.
Una ceremonia de contrastes

La investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos fue este lunes una ceremonia de contrastes: en cuanto asumió su segundo mandato, los abrazos, los gritos y los aplausos cambiaron una atmósfera marcada por las bajas temperaturas y tiñeron de euforia la Explanada Nacional de Washington.
Una sensación térmica de 11 grados Celsius bajo cero no impidió que los seguidores de Trump se reunieran en el lugar donde estaba previsto que tuviera lugar originalmente la toma de posesión, para seguir el evento a través de las pantallas de sus móviles o por audio desde alguno de los altavoces que ellos mismos llevaban, porque la organización no instaló ninguna pantalla.
Los allí presentes, abrigados de la cabeza a los pies, siguieron atentamente el primer discurso del republicano como presidente de este segundo mandato y celebraron emocionados algunas de las medidas que anunció que firmaría este mismo lunes con gritos como “Viva EE.UU.”.
“Es muy emocionante estar aquí”, explicó Melissa, una mujer de unos 60 años que viajó desde Florida para apoyar al republicano. Como ella, muchos de los asistentes tenían entradas para seguir la toma de posesión de Trump desde el exterior, pero la llegada de un vórtice polar obligó al comité organizador a mover el acto al interior del Capitolio y dejarlos sin la imagen de la jura de la Constitución en las escalinatas del Congreso.
“Estamos un poco decepcionadas porque pensábamos que veríamos la ceremonia, pero aun así estamos felices de estar aquí y compartir con la gente”, afirmó Paige, otra mujer de 55 años proveniente de Indiana.
Desde la valla más cercana al edificio del Congreso, Mike y Becky Johnson, un matrimonio de Georgia, miraban con cierta pena las sillas preparadas frente al Capitolio, todas vacías, porque tenían dos asientos reservados. “Esperábamos estar ahí sentados”, cuenta el marido.
Pese a que las bajas temperaturas hicieron que los fieles de Trump tuvieran que priorizar los abrigos a los complementos más originales, muchos también lucieron las características gorras rojas, bufandas y banderas con el lema ‘MAGA’ (‘Make America Great Again’, ‘Hagamos que EE.UU. sea grande de nuevo’).
Anne, una joven de Maryland, optó por vestirse de rojo, el color asociado a los republicanos, de pies a cabeza y completarlo con un gorro de lana con los nombres de Trump y de JD Vance, su vicepresidente.

Igual que Warren, de Idaho, que aunque solo llevaba descubiertos los ojos se puso una visera de Trump con una peluca rubia y anaranjado como si fuera el del magnate neoyorquino.
“Aunque no vea nada de la ceremonia, estoy encantado con el ambiente que hay. Es impresionante”, dijo. La mayoría de los asistentes reconocieron que se sentía el frío en la capital estadounidense, pero apuntaron que la ceremonia pudo haberse mantenido en el exterior.
“Personalmente no creo que haga tanto frío. Creo que lo cambiaron por una cuestión de seguridad. Casi muere varias veces”, sugirió Luke, de 23 años, en alusión a los dos intentos de asesinato que sufrió el ahora mandatario durante la campaña electoral.
Un argumento con el que están de acuerdo tres amigos de entre 20 y 25 años vestidos como si fueran Trump: traje, corbata, abrigo de lana (nada de plumas) y la mítica gorra roja con el nombre de la papeleta presidencial y el lema MAGA bordado.
Sin embargo, los cuerpos de seguridad declararon que la decisión no había estado motivada por razones de seguridad. Uno de los amigos, Anthony, de Los Ángeles, aseguró que este lunes es “un nuevo día para Estados Unidos”.
“Hoy pasamos la página de cosas no muy buenas y empezamos a ir por buen camino”, aseguró. Entre los estadounidenses desplazados hasta la Explanada Nacional había hasta un coro, el Delta Youth Chorale, una agrupación juvenil de Luisiana que cantó algunas canciones ante la atenta mirada de los allí presentes.
Una vez terminó el discurso de Trump, todos los asistentes abandonaron el lugar rápidamente en busca de un sitio donde resguardarse del frío y seguir celebrando este día tan especial para muchos.