El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó este martes su informe sobre las Perspectivas Económicas Mundiales, en el que revisa las proyecciones de crecimiento que realizó en julio pasado.
El informe destaca que la desaceleración económica en 2023 será generalizada: varios países, que representan aproximadamente una tercera parte de la economía mundial, se encuentran a punto de contraerse este o el próximo año. “Las tres principales economías —Estados Unidos, China y la zona del euro— continuarán estancadas”, afirma el FMI. En general, los shocks de este año volverán a abrir heridas económicas que no se curaron por completo tras la pandemia. En pocas palabras, “lo peor aún está por llegar, y para mucha gente 2023 se sentirá como un año de recesión”.
La desaceleración económica es más pronunciada en la zona del euro, donde la crisis energética provocada por la guerra seguirá causando graves estragos y reducirá el crecimiento a 0.5% en 2023.
En casi todas partes, el rápido aumento de los precios, en especial de los alimentos y la energía, está causando graves penurias económicas en los hogares, en particular los pobres.
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El Salvador: la proyección más baja de Centroamérica
En el caso de El Salvador, el FMI pronostica que la economía crecerá unos 2.6% a finales de este año, una cifra que está justo en medio de las proyecciones que han establecido el Banco Central de Reserva (BCR) salvadoreño y el Banco Mundial, quienes calculan un crecimiento del 2.8% y del 2.4%, respectivamente.
Por su parte, los demás países en la región centroamericana, como lo son Guatemala y Honduras, crecerían un 3.4% cada uno el próximo año, mientras que Costa Rica y Nicaragua crecerían un 3.8% y un 4%, respectivamente. Panamá sería el que más crecería en términos económicos con una proyección del 7.5% para el 2022.
Con respecto a las previsiones para 2023, El Salvador resulta con un peor pronóstico, pues el FMI calcula que la actividad económica solo crecerá un 1.7%, confirmando aún más esa desaceleración que la economía del país ya comenzó a mostrar este año, pues de haber crecido hasta un 10.3% en 2021, como producto de un efecto rebote tras el bache que significó la pandemia, la tasa de crecimiento ya se “normalizó” e, incluso, ha llegado a los promedios de antes de 2020, habiendo crecido un 2.4% en el primer trimestre de 2022 y 2.8% en el segundo.
Sin embargo, esa desaceleración está prevista para todos los países en la región, según los pronósticos del Fondo, por ejemplo, Panamá caería a un crecimiento del 4%, Nicaragua caería hasta un 3% y Costa Rica hasta un 2.9%.
Latinoamérica con mejores perspectivas
Con respecto a Latinoamérica y el Caribe, el FMI mejoró ligeramente sus previsiones de crecimiento para este año a 3.5% pero bajó el pronóstico para 2023 a 1.7%, en un contexto de alta inflación y guerra en Ucrania.
El informe del Fondo muestra preocupación y advierte que los riesgos siguen siendo “inusualmente grandes”. El antídoto del FMI pasa por “mantener el rumbo” de la política monetaria para restablecer la estabilidad de precios.
Lo que más le preocupa al organismo crediticio es la persistente inflación, tanto en las economías desarrolladas como en las emergentes. El índice promedio alcanzará 6.6% a nivel global a finales de año, y eso sin contar los precios de los alimentos y de la energía, más volátiles, que se dispararon como consecuencia de la guerra en Ucrania.
Para 2022 la estimación para América Latina y el Caribe es de 3.5% de crecimiento del PIB, es decir un aumento de 0.5 puntos porcentuales (pp) en comparación con los pronósticos de julio, mientras que para 2023 es de 1.7% (-0.3 pp), anunció el FMI con motivo de sus reuniones anuales en Washington.
Sin embargo, el FMI prevé una desaceleración a finales de 2022 y 2023 a medida que “se debilita el crecimiento en países socios, las condiciones financieras se endurecen, y los precios de las materias primas se moderan”.