Carolina Ovares-Sánchez
5 de marzo 2024

Elecciones municipales en Costa Rica: ¿son de importancia secundaria?

Foto de archivo de las elecciones de Costa Rica de Carlos Herrera | Divergentes.

En la década de los años ochenta del siglo pasado los análisis sobre elecciones locales las categorizaban como de segundo nivel. Se las consideraba de menor relevancia en comparación con las elecciones nacionales, lo que resultaba en un menor nivel de interés por parte del electorado y se traducía en una menor participación electoral.

Las elecciones municipales del 4 de febrero de 2024 en Costa Rica, las primeras en la región en ese año, ilustran este fenómeno. De los 3 570 807 ciudadanos registrados en el padrón electoral, solo 1 119 893 ejercieron su derecho al voto, lo que representa un 31.93% de participación de las y los costarricenses convocados a las urnas. A diferencia de la tendencia en procesos municipales pasados donde la participación venía aumentando, en esta ocasión disminuyó casi en cinco puntos porcentuales. 

Estos comicios recién pasados fueron la sexta ocasión en la que este país celebró elecciones subnacionales por medio de las cuales se decidieron quienes serán los representantes de los gobiernos locales, por un periodo de cuatro años. La elección de autoridades municipales mediante voto popular es un fenómeno relativamente reciente, implementado a partir del año 2002, producto de una reforma al Código Municipal en 1998, y de manera no concurrente y a medio periodo presidencial, tan solo a partir del año 2016.

Estas elecciones se caracterizaron por ser las más complejas en su historia dada la cantidad de candidaturas, de partidos políticos en competencia, de cambios en las reglas electorales (por ejemplo, la prohibición de la reelección indefinida y la paridad horizontal), sumado a un clima hostil inédito, aunque sin llegar a un estado de violencia política comparable al observado en otros países de la región. A su vez se dieron cambios en la relación de fuerzas y nuevos actores, esto es, una profundización del multipartidismo.

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Una tendencia de las elecciones subnacionales es la baja participación de la ciudadanía, con aproximadamente 7 de cada 10 costarricenses que no han asistido a las urnas durante seis elecciones municipales. Esto representa una participación electoral, en promedio, inferior a la de las nacionales. Este dato no es menor. El abstencionismo es un problema y desafío para las democracias representativas.

Los ejercicios democráticos en los niveles subnacionales de los sistemas políticos, debido a su escala, se considera que deberían motivar e incentivar una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones sobre asuntos públicos, esto es en darse el autogobierno. A su vez, debido a la cercanía física —en la mayoría de los casos— con las autoridades locales, se debería incrementar la posibilidad de control ciudadano hacia los representantes locales.  

Sin embargo, como mencioné anteriormente, la persistente baja participación electoral municipal en Costa Rica es un problema en varios sentidos: reduce la representatividad, ya que las autoridades son electas por pocos votos, puede distorsionar los resultados al no reflejar fielmente la voluntad ciudadana y puede socavar la legitimidad y la gobernabilidad del gobierno electo. 

Las explicaciones detrás del abstencionismo son varias. Si el acto de votar no significa lo mismo para todos y todas, la acción de no ir a votar también es heterogénea en sus causas. Se conjetura que una sensación de confianza y cercanía con la municipalidad y sus autoridades incentiva ir a votar. En otras palabras, la relación que establecen las personas con las autoridades locales es clave. Además, otras explicaciones del por qué la ciudadanía asiste a las urnas es si se percibe al gobierno local como un referente del “gobierno” mucho más cercano que el Gobierno central, si la persona electora percibe que su voto es decisivo para el resultado, al ser una elección competitiva, o incluso debido a la existencia de ciertas construcciones discursivas y prácticas políticas. Por el contrario, una sensación de apatía, desconfianza y la percepción de que los políticos “son todos iguales”, junto con factores institucionales, geográficos y contextuales, pueden disminuir el interés en votar. 

Debido a la situación de la baja asistencia a las urnas en las últimas elecciones locales, en el congreso nacional —Asamblea Legislativa— se está discutiendo una iniciativa para volver a unificar las elecciones nacionales con las municipales, bajo el expediente N. 23 299. En la exposición de motivos resaltan dos razones principales para dicha propuesta: reducir el abstencionismo y reducir costos. En relación a la segunda razón, la autoridad electoral del país —el Tribunal Supremo de Elecciones— con datos argumenta que unificar las elecciones no generaría un ahorro significativo de recursos.

Para abordar la problemática de la baja participación electoral en Costa Rica, es fundamental entender las causas específicas para el caso particular que llevan a la ciudadanía a no votar, las cuales pueden variar incluso entre distintos cantones, ya que se  registra una participación diferenciada entre ellos. Lo que sugiere la influencia de factores locales en el comportamiento electoral.

Promover una mayor cercanía de la ciudadanía con su gobierno local y hacer efectivo el autogobierno es una de las aspiraciones en un sistema político democrático, y la unificación de las elecciones tendría el efecto contrario. Una elección nacional y subnacional concurrente profundizaría la lejanía con el gobierno local, al aumentar la distancia percibida hacia el gobierno local, al dificultar la información sobre las distintas candidaturas, en los diferentes niveles del sistema político en juego. Es importante reconocer que la calidad de la democracia local no va a mejorar —únicamente— si la ciudadanía vota más, ya que ésta se evalúa mediante diversos indicadores más allá de la asistencia a las urnas.

Es imprescindible abordar el abstencionismo y considerar reformas electorales para mejorar la situación actual. Sin embargo, se debe tener en cuenta tanto las necesidades y problemáticas que se buscan resolver (o evitar), así como los posibles efectos secundarios. Aunque la unificación de elecciones podría aumentar la participación, es probable que el dato de disminución del abstencionismo sea solo una ficción, al persistir el déficit democrático subyacente entre la ciudadanía y la oferta electoral, que se traduce en un alejamiento entre los munícipes y su gobierno local.  El mentado proyecto de ley N. 23 299 podría reforzar la percepción de las elecciones locales como de segundo orden, lo que debilitaría aún más nuestra democracia.

ESCRIBE

Carolina Ovares-Sánchez

Politóloga y socióloga centroamericana, docente de la Universidad de Costa Rica. Es candidata a doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de San Martín en Buenos Aires. Colaboradora del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina. Se desempeña en el área académica y en el análisis político y electoral. Sus áreas de investigación son instituciones democráticas, la intersección entre justicia y política y sobre mecanismos de democracia directa. Es parte de la Red de Politólogas.