Nahiroby Olivas
16 de mayo 2023

En memoria de don Eddy Montes, a cuatro años de su asesinato


Escribir sobre don Eddy no es una cosa sencilla. Cada oración que escribo me parece insuficiente cuando van dirigidas a este señor que fue mi amigo durante estuvimos detenidos en el sistema penitenciario Jorge Navarro, mejor conocido como La Modelo, en el año 2019. El día que nos conocimos fue cuando llegó a la galería 16-M1, junto a otras personas presas políticas que antes habían estado detenidas en El Chipote y que ese día fueron trasladadas hacia La Modelo. Al llegar, don Eddy no pasó desapercibido porque desde el primer día llegó con una actitud distinta a cualquiera: con el espíritu en alto y con una voz llena de esperanza. Su actitud contagió a muchos.

Don Eddy rápidamente se convirtió en una figura referente entre todos nosotros, ya que gozaba de mucha sabiduría, inteligencia y conocimiento. Por ello, muchos acudían a él en busca de aliento. Y es que él además predicaba la palabra de Dios a todas las personas que querían escucharla. Llegó al punto de convertirse en el pastor de la galería. También le gustaba mucho jugar ajedrez y “home” con los demás reos. Era un ser especial y admirable para mí. Por eso escribo estas líneas en su memoria, al cumplirse el aniversario número cuatro de su asesinato. 

Don Eddy resaltaba en muchas cosas. Resaltaba su barba, sus libros, sus chistes, su amabilidad… todo de él era notable y sobresaliente. Los jóvenes lo respetaban, los adultos lo querían escuchar, las familias en las visitas lo querían conocer, los reos de la otra galería preguntaban por él. Sus palabras tenían sentido y lógica, sus puntos de vista eran aterrizados y objetivos. No juzgaba a los demás ni buscaba discordia. Tenía mucha energía, siempre estaba activo en sus actividades, hacía ejercicio y hasta tenía una rutina diaria que respetaba de manera estricta. 

Él nos contaba sobre su vida en Estados Unidos, sobre su familia, sobre su lucha en Matagalpa, sobre sus propiedades, sobre sus carreras. Y todo el que lo escuchaba lo hacía con atención y respeto. Realmente él era un buen conversador, pero además de eso sabía escuchar a los que recurrían a él buscando aliviar un poco la tristeza. No creo que don Eddy haya sido perfecto, porque seguro que cometía muchos errores. Sin embargo, la mayoría de las cosas que recuerdo de él son positivas.

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Me atrevería a decir que don Eddy y yo teníamos una amistad verdadera, siempre que hablábamos teníamos temas de conversación que no acababan, hablábamos por horas y reíamos a la vez. Él me contaba sus historias, me daba consejos, hablábamos sobre el país, e incluso, compartimos de la comida que nos llevaban nuestras familias hasta la cárcel La Modelo.

Y ya que menciono a mi familia, recuerdo que en una visita fue directo a donde estaba yo para poder conocer a mi mamá y a mi hermana, a quienes les comentó buenas cosas de mí. En este aniversario de su asesinato por la dictadura, sin duda la mayoría de recuerdos que tengo sobre él son buenos.

Don Eddy no era alguien común, era completamente extraordinario, sus ideas sobre la vida, sobre la política y sobre cualquier cosa que le preguntaran tenía una visión amplia y más profunda de lo que alguien normal tendría. Y aunque no era el más musculoso y prominente físicamente, nunca tuvo miedo de estar al frente del grupo en nuestras exigencias. Cada vez que lo necesitamos demostró ser valiente y estar dispuesto a hablar por los que quería y defendía. Don Eddy era especial. 

No puedo olvidar aquel 16 de mayo, cuando alrededor de 95 personas fueron lesionadas por funcionarios del sistema penitenciario La Modelo. Recuerdo gente corriendo, disparos, piedras, gritos. En medio de todo el caos, después de que sonó un disparo, vi como don Eddy que estaba a unos 200 metros mío cayó al suelo y de inmediato empezó a sangrar.

Recuerdo cuando otros presos lo levantaron y él tenía sus ojos completamente abiertos. En ese momento sentí que nuestras miradas se conectaron y hoy me pregunto si él estaba consciente cuando eso pasó o si no se dio cuenta que chocamos la mirada antes de su muerte. Como si tratara de transmitirme sus conocimientos y sus consejos. 

Esa fue una escena que recuerdo como en cámara lenta y con un sonido de silbato permanente. Después de eso solo vi que lo llevaron sangrando a otra parte, hasta que se perdió de mi vista y luego vino la golpiza que nos recetaron a los demás presos, que no empeoró simplemente porque la Cruz Roja Internacional (CRI) llegó a tiempo para impedirlo. Al final del día todos estuvimos juntos, cantando, conversando y llorando por la muerte de don Eddy, así hasta el día siguiente, cuando escuchamos todo su entierro a través de Radio Corporación con un teléfono que habíamos logrado ingresar.

El dolor que esto causó no se lo tengo que explicar a nadie porque seguramente saben de qué estoy hablando.

Hoy, a cuatro años de ese día, pienso en don Eddy. Pienso en cuánto quisiera que esté acá, porque seguro seguiríamos siendo amigos y seguro seguiríamos hablando. A veces me digo a mí mismo que cuando pude debí haber aprovechado más el tiempo para compartirlo y conversar más con él. Cuando pienso en lo ocurrido con don Eddy, pienso en lo necesario que es un proceso de justicia que clarifique lo sucedido y encuentre a los culpables de su muerte y la de más de 350 nicaragüenses asesinados por pensar distinto. Por querer una mejor Nicaragua. 

¡Eddy Montes, presente!

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Nahiroby Olivas

Excarcelado político y estudiante expulsado de la carrera de Derecho en la UNAN-León, como represalia política. Exmiembro del Movimiento Estudiantil 19 de Abril de la UNAN-León, exmiembro de la Junta Directiva de la Coordinadora Universitaria por la Justicia y la Democracia (CUJD), exiliado político en Estados Unidos. Creyente de la libertad y la justicia.