Quiero empezar con unas declaraciones de un exiliado sirio a un medio internacional: “Soy sirio y siempre me preguntaban por qué no posteaba nada sobre el régimen de Siria… la verdad es que, aunque me escudaba en el anonimato, siempre estuve aterrorizado por el riesgo que corrían mis familiares en Siria”.
Esa sensación de correr peligro por tus ideas es algo que cuesta entenderse en países donde las democracias imperan. ¿Cómo le explicas a un ciudadano europeo, estadounidense o costarricense que el expresarse contra su gobierno los pone en peligro a ellos o a sus familiares? Es algo que solo lo sabemos los que hemos vivido en dictadura: lo sabemos por ejemplo los nicaragüenses.
Franz Neumann afirma en su ensayo ‘Notas sobre la teoría de las dictaduras’ que se entiende por dictadura al gobierno de una persona o de un grupo de personas que se arrogan el poder dentro del Estado y lo monopolizan, ejerciéndolo sin restricciones.
La sostenibilidad de las dictaduras también depende del tipo de dictadura, para esto se clasifican en: dictaduras simples, aquellas ejercidas por medio del control absoluto de los aparatos represivos del Estado; dictadura “cesarista”, en la cual el ejercicio de la coerción se respalda en el apoyo popular; y dictadura “totalitaria”, en la que los elementos precedentes se agrega el control ejercido por un partido único en una sociedad de masas atomizada.
Las dictaduras de Ortega en Nicaragua y Bashar Al Assad en Siria comparten las características de dictaduras totalitarias, pero un componente adicional es que ambas son dictaduras familiares. Enfrentaron protestas en su contra y dieron rienda suelta al sistema represivo del Estado sin límites.
Que en Siria esas protestas hayan terminado en una Guerra civil de 13 años y en Nicaragua no, responde a la voluntad de los nicaragüenses de no tomar la vía de las armas. Sin embargo, si de Ortega hubiese dependido, nos habría sumido en una larga guerra civil para, así, justificar el exterminio de los opositores, de la misma forma que lo hizo Al Assad hasta su reciente caída.
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Ortega ahora se declara “escéptico” ante los acontecimientos en Siria”. El caudillo sandinista dice que no sabe qué va a pasar ahí. Tampoco emite un respaldo claro a Al Assad y aparenta ser, extrañamente, cauto… pero creo que está viendo varias cosas que le preocupan en el final de Al Assad, cosas que también deberíamos de ver los grupos prodemocracia:
- No se puede sostener un régimen con solamente el brazo de la represión. Debe existir algún mínimo de legitimidad por muy autocrático que sea. El régimen sirio llevó la represión al extremo, construyó un entramado de control social que incluía asesinatos, encarcelamientos, torturas, exclusión económica y exilio muy parecido al entramado sandinista de Ortega… solo que, obviamente, Al Assad llegaba a extremos mayores justificado por la situación de guerra civil. A contrapelo, Ortega hace casi todo esto sin tener una guerra activa. Por eso no me quiero imaginar qué haría si tuviera la justificación de la guerra.
- La normalidad obtenida a costa del control social es sólo aparente. Siria, a pesar de la situación de guerra, consiguió que la actividad económica fuese reanudada en las principales ciudades. Se miró el comercio renacer: el 10% del PIB provenía de las remesas y aumentaba el consumo, pero los acontecimientos de las últimas semanas dejaron claro que esa normalidad era solo aparente.
- Los rusos, Los iraníes y los chinos no pelean guerras de otros, a pesar del apoyo del eje anti estadounidense al régimen de Al Assad. Además, Rusia poseía bases en territorio sirio cuando la situación se tornó muy difícil para Al Assad, pero lo más que alcanzaron fue a ofrecerle asilo político. Los rusos no defendieron posiciones porque el negocio es ayudar al control social y no pelear guerras. Esto, obviamente, con un pago de por medio que el régimen sirio entregaba a los rusos a cambio de sus “servicios”, en detrimento incluso de las condiciones laborales del propio ejército sirio… de Irán y China no diré nada porque ellos no han dicho nada.
Los regímenes como el de Ortega y Al Assad se deterioran paulatinamente y, casi siempre, caen abruptamente. Es la historia de la Nicaragua de los Somoza, la de Alemania del Este, la de Rumania, entre otros. Lo sostengo con todas sus letras: el control social no es garantía de permanencia. Que no los engañen esos espejismos.
ESCRIBE
Eliseo Núñez
Abogado con más de 20 años de carrera, participa en política desde hace 34 años sosteniendo valores ideológicos liberales.