En la capital de Nicaragua, Managua, se registró en mayo de 2024 un récord histórico de altas temperaturas. Según un informe oficial, de 38.5 grados Celsius, pasó a 38.8 grados. El Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter) informó que las mayores temperaturas se concentran en las zonas bajas, a las que le llaman Valle: como Managua, Sébaco, Ciudad Darío, San Isidro y Masatepe.
“Debido a lo que conocemos como inversión térmica, un fenómeno meteorológico que provoca la humedad, el humo, el polvo, los aerosoles, entre otros”, según la nota oficial.
El Centro de Predicciones Climáticas de la NOAA, en Estados Unidos, afirma que el fenómeno de El Niño podría afectar el Hemisferio Norte hasta mayo de 2024.
El fenómeno de El Niño provoca generalmente en el Hemisferio Norte disminuciones en las lluvias. La NOAA resalta que existe un 54% de probabilidad, de que este fenómeno sea “históricamente fuerte” en 2024.
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“Un evento de esta intensidad pudiera potencialmente estar dentro de los cinco eventos más altos desde 1950. Aunque eventos más fuertes de El Niño aumentan la probabilidad de anomalías climáticas relacionadas con ello, no necesariamente equivale a impactos fuertes localmente”, explica la NOAA en un informe.
El Niño provoca que la temperatura del agua del océano Pacífico Oriental y Central se eleven. Pero se esperaba que, para el período de abril, mayo y junio, la temperatura regresara a niveles neutrales, señaló la NOAA, con una posibilidad del 60%.
Los especialistas indicaron que la perspectiva es que, hasta el primer semestre de 2024, el aumento en la temperatura podría ser de dos a cinco grados.
Las olas de calor como problema de salud pública
Las olas de calor son episodios de temperaturas extremas muy altas que pueden tener consecuencias sobre la salud de la población: dermatitis, edemas, quemaduras, insolación, calambres, síncope por calor, etc. y en algunos casos consecuencias más graves como el agotamiento, o el golpe de calor, que puede llegar a ser mortal o dejar importantes secuelas.
“Si bien las olas de calor no son tan destructivas como otras amenazas naturales, tales como los huracanes e inundaciones repentinas, pueden causar mortalidad y morbilidad, que no son evidentes de forma inmediata, debido a varias causas, incluida la falta de sistemas de vigilancia para enfermedades crónicas”, asegura la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
La temperatura corporal normal en los seres humanos varía según la persona y la hora del día. La temperatura promedio del cuerpo humano está en el rango de 36.1 °C a 37.8 °C (es decir, un promedio de 98.7 °F).
La temperatura central está regulada por el hipotálamo, que se encarga de modular la generación y pérdida de calor. Una persona con buena salud puede tolerar fácilmente un aumento o disminución moderado de las temperaturas.
La respuesta al calor intenso depende del individuo y de su capacidad de adaptación. La percepción de la temperatura está determinada por varios factores individuales, como la capacidad respiratoria, el nivel de actividad física y el tipo de material del que está hecha la ropa que se usa, así como por factores ambientales, como la temperatura, la humedad, la radiación solar, la velocidad del viento y la ventilación.
Cuanto mayor es la humedad, más fuerte es la sensación térmica, ya que reduce la capacidad del cuerpo para enfriarse adecuadamente.
Las personas en los extremos de la vida, como los recién nacidos, los niños, las embarazadas, las personas mayores, las personas con enfermedades crónicas no transmisibles, las personas con discapacidades y las que realizan actividades al aire libre como trabajadores agrícolas o de la construcción y los deportistas, pueden estar en situación de mayor vulnerabilidad a los efectos del calor extremo.
Los signos iniciales de los efectos sobre la salud relacionados con el calor incluyen enrojecimiento de la piel, presencia de pápulas conocidas como sarpullido por calor, calambres musculares debido a la disminución de electrolitos y edema (o hinchazón de las extremidades inferiores), debido a la retención de agua.
Después de una exposición prolongada al calor, la piel se vuelve roja y seca, ya que el mecanismo de transpiración deja de funcionar. En este momento, una persona pierde la capacidad de refrescarse y puede progresar rápidamente del agotamiento por calor, al golpe de calor. El calor corporal y la deshidratación de leve a moderada pueden afectar el cerebro y causar confusión o pérdida del conocimiento.
Una deshidratación más grave puede causar una reducción del volumen plasmático y coágulos de sangre, lo que puede afectar a diferentes órganos y aumentar el riesgo de accidentes cerebrovasculares.
Sin medidas de mitigación (reposo y enfriamiento), la temperatura corporal continúa aumentando, afectando el sistema nervioso central, el sistema circulatorio y los riñones, y puede conducir a insuficiencia multiorgánica, como ocurre con un golpe de calor.
Actualmente, la región de las Américas también se vio afectada por un aumento en la frecuencia, intensidad y duración de las olas de calor, con incremento entre las temperaturas máximas y mínimas. La disponibilidad de registros históricos de temperatura depende del país (por ejemplo, Argentina ha mantenido registros desde 1961).
Según una revisión bibliográfica de la OPS, se muestra que las olas de calor han afectado al menos a 15 países de la región (Argentina, Brasil, Estado Plurinacional de Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos de América, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú y Uruguay). Se calcula que causaron al menos 20 507 muertes, de las cuales 17 791 se produjeron en Estados Unidos de América.
Lo que usted puede hacer para combatir la ola de calor
La primera medida para prevenir los efectos sobre la salud de una ola de calor es el autocuidado. Las personas deben ser conscientes del riesgo y evitar la exposición prolongada al calor, mantenerse hidratadas, usar ropa adecuada y, si es necesario, trasladarse por su cuenta a lugares más frescos o solicitar ayuda para hacerlo. Se debe prestar especial atención a las personas vulnerables, principalmente las personas de edad avanzada, embarazadas, niños y las personas pobres.
A continuación destacamos algunos consejos para combatir el calor:
Lo más importante es la hidratación. La cerveza a muchos consumidores les resulta ideal para combatir el calor, pero no es la mejor opción. En días de calor extremo hay que evitar el alcohol y la cafeína, apostando por una hidratación completa, principalmente de agua. Se recomienda beber entre dos y tres litros al día según el peso de la persona.
Evitar las horas centrales del día. Para evitar golpes de calor y deshidrataciones ante una ola de calor hay que evitar salir a la calle en las horas centrales del día. En el caso de no disponer de otra opción, equípese con gafas de sol y una botella con agua. Además, use ropa ligera.
Ducha. El agua de una ducha fría o templada, abstenerse de agua caliente, también combatirá el calor tanto por la noche para dormir como a primera hora de la mañana, antes de afrontar la jornada.
Evitar comidas copiosas. En esta línea de una buena hidratación también se debe completar con la ingesta de comidas ligeras para tener una mejor digestión y sumar de forma indirecta más líquidos. A lo largo de estos días se recomienda reforzar la alimentación con ensaladas y frutas.
Ventilación. Es la opción posiblemente más eficiente y también saludable para combatir el calor. Se debe buscar el espacio de la casa donde se encuentre la ventilación cruzada provenientes de las distintas corrientes de aire. En caso de que no haya viento, si es posible, hacer uso de los ventiladores.
Toallas. Para combatir el calor si no dispone de aire acondicionado o ventiladores también puede refrescarse con toallas humedecidas en agua o incluso envueltas con una bolsa de gel enfriada previamente en el congelador.