Jorge Alejandro Muyshondt Álvarez ingresó al Hospital Nacional Saldaña el 28 de septiembre de 2023. Tenía casi dos meses de haber sido arrestado y de haber sido defenestrado de su cargo como asesor de seguridad del presidente Nayib Bukele. No volvió a salir del hospital. Murió casi cinco meses después, a inicios de febrero de 2024. La versión oficial de su muerte fue que falleció por un “edema pulmonar”. Su expediente clínico, al que Factum tuvo acceso, dice otra cosa: murió con un cáncer gástrico, contaminado por bacterias intrahospitalarias y después de haber sido sometido a cuatro cirugías cerebrales. Y mientras pasó todo eso, permaneció con grilletes.
Revista Factum revisó más de 1200 páginas del expediente clínico en poder de la Fiscalía General de la República (FGR). De este se desprende que el Gobierno salvadoreño violó al menos cuatro instrumentos jurídicos nacionales (tres leyes y una normativa técnica) y uno internacional, que establecen los derechos básicos de los pacientes y privados de libertad. El Gobierno de Bukele ignoró, por ejemplo, lo que dice la Ley de Derechos de los Pacientes y la Convención contra la tortura de Naciones Unidas.
Este es el relato de cómo un hombre robusto de 46 años, que se creía amigo personal de Bukele, terminó desnutrido y falleció bajo custodia del Estado por una falla multiorgánica, luego de estar arrestado durante seis meses por una acusación opaca, que se basa en un testigo criteriado. También es la reconstrucción, a partir de documentos oficiales, de cómo un hombre que ingresó con un único padecimiento falleció con al menos tres más estando bajo custodia del Estado.
Personal médico consultado identificó incoherencias en el expediente, y medicamentos cuyos efectos se contradicen entre sí. Se buscó explicaciones de los doctores involucrados en el tratamiento de Muyshondt, del director del Hospital Saldaña, así como de las autoridades de Salud, pero nadie atendió las solicitudes de entrevista de este medio.
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Muyshondt fue detenido en agosto de 2023, un mes después de haber acusado al diputado del partido oficialista Nuevas Ideas, Erick García, de vínculos con el narcotráfico. El exasesor enfrentó dos procesos judiciales diferentes: uno por extorsión; y el otro por revelación de información y favorecimiento a la evasión. En este último, donde le señalaron de ayudar al expresidente Mauricio Funes a evadir la justicia, la acusación fiscal se sostuvo con publicaciones de dos portales de propaganda gubernamental, que retomaron contenido de cuentas anónimas en la red social X. La Fiscalía llevó ambos casos al Tribunal Sexto contra el Crimen Organizado de San Salvador.
Momento uno: El ingreso
Desde su captura, la historia de Muyshondt pasó de opaca a oscura. Su familia nunca supo su paradero. Desde que fue detenido, las autoridades no informaron dónde se encontraba detenido. Incluso, una delegación de la Cruz Roja Internacional recibió como respuesta en octubre de 2023 que este “nunca había estado detenido”, y no fueron informados de su ubicación. Las autoridades mintieron. Para ese momento, Muyshdont tenía por lo menos un mes de haber sido ingresado al Hospital Saldaña, ubicado al sureste de San Salvador. El expediente clínico reseña que ingresó a las 12:26 referido del Hospital Molina (Soyapango) y del Hospital Rosales, el 28 de septiembre, donde el médico Wilfredo Eduardo Martínez Valle escribió que Muyshondt tenía un día de mostrar “conductas autoagresivas y poca respuesta a estímulos verbales y táctiles”.
El diagnóstico con que ingresó entonces fue “meningitis ascéptica”, que implica la inflamación de la membrana que recubre el cerebro, causada por un virus u hongos. Las notas de enfermería señalan que ingresó “consciente, más no orientado” y con rastros de pañalitis. Muyshondt, pese a que las enfermeras escribieron que estaba desorientado, se arrancó los catéteres. No sería la única vez. En numerosas ocasiones, las enfermeras describieron la actitud del exasesor como “poco colaborador”.
Un día después, en documentos identificados como “indicaciones médicas”, a Muyshondt se le diagnosticó con meningitis bacteriana, no ascéptica, es decir, de un día para otro el diagnóstico cambió: la inflamación era causada por una bacteria. El mismo día, en las notas de evolución, seguía siendo identificado como paciente con meningitis ascéptica.
El 30 de septiembre, apenas al tercer día de ingreso, las notas de evolución médica reseñaron tres diagnósticos: un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico del parietal izquierdo, meningitis aguda e hipertensión arterial crónica. El ACV, más comúnmente conocido como derrame, fue del tipo en el que un vaso sanguíneo del cerebro resulta bloqueado.
Un día antes, Muyshondt había sido medicado con analgésicos, antibióticos, antihipertensivos y un potente antipsicótico: haloperidol. Personal de salud que brindó entrevistas a Revista Factum bajo condición de no ser identificado señaló que dentro del expediente del asesor existen medicamentos cuyos efectos se contradicen entre sí, como puede ser el haloperidol y los antihipertensivos.
“La historia clínica tiene muchas incoherencias y muchas cuestiones que no se condicen con el estado del paciente, el estado clínico con el cual el paciente entró y de repente en forma brusca, sin mediar una causa que por lo menos figure en la historia clínica, sin mediar una causa concreta, de repente se descompensa y faltan tantísimos datos, muchísimos datos”, explicó el doctor argentino Carlos Soriano, quien estudió el expediente. Durante 40 años, él ha atendido a pacientes politraumatizados y ha publicado diferentes artículos sobre morir con dignidad.
Dentro de los documentos, salvo una o dos excepciones, nunca lo identificaron con el nombre que era conocido públicamente. Casi en todo su expediente Muyshondt quedó registrado como el paciente Jorge Álvarez.
De los padecimientos previos de Muyshondt existe constancia de una única condición: la hipertensión, una enfermedad que requiere medicación diaria. El 23 octubre de 2023, su familia se quejó públicamente de no poder entregarle las medicinas para regular la presión. Nunca se les informó que el asesor había sufrido un derrame tres semanas antes.
En las notas de evolución, el derrame quedó registrado con la firma de los doctores Willian Ulises Rivas Flores y Luis Enrique Castillo Palacios. Para esa fecha, Rivas Flores tenía apenas tres meses de haber sido promovido como especialista I. Previo a ello, trabajó como médico general en el mismo lugar.
Castillo Palacios, por su parte, estaba contratado como médico especialista I desde julio de 2023. Ambos datos constan en los documentos de contrataciones publicados por el Ministerio de Salud.
El Hospital Saldaña brinda cuidados del primer nivel de atención, como hospital general y de enfermedades respiratorias, según lo describen sus documentos presupuestarios. En este brindan atenciones orientadas a curar enfermedades comunes, no graves ni crónicas. En el sistema nacional de salud está clasificado como un hospital de atención neumológica. No cuenta con las especialidades médicas que requería el exasesor de seguridad.
Al menos dos miembros del personal de salud que hablaron con Factum coincidieron en que Muyshondt debió ser ingresado al Hospital Rosales o al Hospital El Salvador, con equipo y profesionales especializados para atender a un paciente con sus condiciones de salud. En el Hospital Molina, donde estuvo inicialmente, lo refirieron al Hospital Rosales, pero luego apareció como referido al Hospital Saldaña, sin las unidades especializadas que Muyshondt necesitaba. De esto quedó rastro en uno de los documentos judiciales filtrados por el grupo de hackers Ciberinteligencia, en donde se detalla que el Hospital Rosales refirió a Muyshondt al Saldaña después de evaluarlo.
Los médicos que hablaron con Factum dijeron que el Saldaña es uno de los hospitales públicos con más carencias y que únicamente recibió un refuerzo para la pandemia por Covid-19.
Momento dos: La craneotomía
Octubre de 2023 fue complejo para Muyshondt. Según su expediente clínico, mientras lidiaba con la paralización de la mitad del cuerpo que le causó el derrame, sacaba fuerzas para resistirse: intentaba sacarse los catéteres, peleaba por no sentarse en la silla de ruedas y a veces se negaba a que lo vistieran. Octubre también fue el mes en que miembros de su familia se quejaron públicamente de que no tenían ningún tipo de información sobre él y que, pese a haberlo intentado varias veces, las autoridades penitenciarias se habían negado a recibirles los medicamentos para la presión.
La queja no pasó desapercibida. Según los documentos, a Muyshondt se le intentó dar el alta el 17 de octubre, pero finalmente no sucedió. Ese día, custodios le manifestaron al coordinador de turno, doctor Carlos César García, que iban a llevarse al paciente porque ya tenía el alta. Sin embargo, al ver su condición de salud dijeron que le preguntarían a su superior. Eran las dos de la madrugada, y García les dijo que Muyshondt estaba estable, pero que tenía que cumplir el tratamiento.
Después de preguntar, los custodios dijeron que por orden superior no se lo llevarían. No hay mayor detalle del por qué se canceló la orden, o quién les dijo que lo dejaran en el hospital.
En cambio, sí le autorizaron una salida a una diligencia judicial el 31 de octubre. Al personal médico se le dijo que era “una orden” trasladarlo. Según esos documentos, Muyshondt fue llevado al Tribunal Sexto contra el Crimen Organizado para ser notificado de una audiencia especial. El momento coincide con una discusión que había copado las redes sociales a finales de octubre, cuando tomó fuerza la versión de que Muyshondt había fallecido en el Hospital Saldaña.
De hecho, un día antes, el periódico La Prensa Gráfica preguntó si Muyshondt era paciente en ese hospital, y recibió una respuesta negativa. Es decir: el 30 de octubre, después de un mes de estar ingresado en ese hospital, la familia del exasesor y el resto de la población desconocía su paradero. Para ese momento, Muyshondt había sufrido un ACV y su salud se deterioraba. De hecho, a la notificación de cargos asistió en silla de ruedas, según los documentos clínicos.
El 1 de noviembre, la Fiscalía publicó en su cuenta oficial en X un video donde aparecía Muyshondt. “El día de ayer, en horas de la noche, la @FGR_SV notificó, al imputado Jorge Alejandro Muyshondt, que este día se realizaría audiencia especial, en el marco del proceso que se lleva en su contra y ordenada por el Juzgado Sexto contra el Crimen Organizado”, decía el mensaje. El video causó más inquietud a su familia. El exasesor lucía más delgado y con la mirada perdida.
Lo que la Fiscalía no mostró es la silla de ruedas en la que supuestamente fue trasladado Muyshondt. Tampoco aclaró que, según las notas del expediente clínico, él tenía dificultades para hablar y tenía momentos erráticos como consecuencia directa del derrame.
La publicación de la Fiscalía coincide con lo planteado en el expediente: Muyshondt fue trasladado a las 6 de la tarde desde el Hospital Saldaña y regresó pocos minutos después de las 10 de la noche.
La filtración de documentos oficiales realizada por el grupo de hackers CiberinteligenciaSV ha dado más pistas de qué sucedió en estos días. Entre los documentos hay resoluciones relacionadas al proceso judicial de Muyshondt. Estas demuestran que para el 30 de noviembre ni siquiera el Tribunal Sexto contra el Crimen Organizado, el que lo procesaba, sabía con exactitud dónde se encontraba.
El exasesor fue sometido a un ecocardiograma que detectó una tumoración cardíaca el 6 de noviembre de 2023. A pesar de tener una movilidad limitada, permanecía engrilletado de una pierna.
Dos días después, en un documento de notas de evolución médica, quedó escrito que al paciente se le había “tratado de tomar TAC cerebral hace dos días pero no se obtuvo autorización para movilizarlo”. El reporte solo tiene una firma, mas no sello. No queda claro quién realizó ese reporte. Tampoco quién negó la autorización de mover a Muyshondt para tomarle una Tomografía Axial Computarizada (TAC), pero el 8 de noviembre, al exasesor se le detectó una hemorragia de grandes proporciones del lado derecho y frontal de su cabeza. Los documentos no permiten discernir si la hemorragia estaba desde dos días antes, o si pudiera haberse evitado con el TAC, un análisis que permite imágenes detalladas del interior del cuerpo.
El examen fue firmado por el doctor Mauricio Ernesto Naves Medrano y detalla que Muyshondt tenía una hemorragia cerebral de entre tres y cinco centímetros, como el tamaño de una llave estándar de casa.
Los documentos relatan que Muyshondt fue trasladado a la sala de operaciones por orden del director del Hospital Saldaña, el doctor José Enrique Rodríguez Rivera.
El exasesor fue sometido a una craneotomía para liberar la presión que la hemorragia provocaba entre el cerebro y el cráneo, y limpiar la cavidad de la hemorragia. Desde ese momento, según los documentos médicos, Muyshondt no volvió a caminar, ni a comer por sí solo. Pero eso no importó. Apenas horas después de su operación en el cráneo, fue mantenido engrilletado a su camilla. De esta cirugía, tampoco fue informada su familia.
Momento tres: bacterias y niveles vitales mínimos
Sin que su familia, ni mucho menos Muyshondt, dieran el aval, un día después de la operación, le colocaron un tubo en la tráquea, para administrarle oxígeno de manera artificial. Este procedimiento invasivo inmoviliza al paciente, pues es sedado para poder soportarlo. Según el reporte de enfermería, se lo retiraron el 16 de noviembre.
En esas circunstancias, un TAC del cerebro reveló que la hemorragia por la que fue operado había desaparecido, pero los médicos seguían de cerca la herida en la cabeza. Aunque el exasesor estaba inconsciente, tenía a dos custodios vigilándolo.
Las notas de enfermería detallan que a la semana siguiente de la cirugía lo mantuvieron sedado y anestesiado con Propofol y Midazolam. Estos dos medicamentos están clasificados como controlados por el Ministerio de Salud y requieren receta especial firmada por el médico a cargo del paciente. Su uso e inventario debe estar justificado en un libro. Las farmacias hospitalarias solo lo despachan con una receta y en los servicios hospitalarios permanecen en un estante con llave.
El personal de salud que habló con Factum explicó que los controles con este tipo de medicamentos son tan estrictos que siempre debe quedar una copia de la receta en el expediente, y otra más en la farmacia, para poder despacharlo. En el expediente clínico de Muyshondt, estas recetas no siempre aparecen entre los documentos.
¿Cómo queda claro que estaba inconsciente? Desde que entró a la sala de operaciones tres, el 9 de noviembre de 2023, las enfermeras registraron en sus bitácoras que la escala de coma Glasgow que reportaba era de tres puntos. Esa escala internacional mide el daño cerebral del paciente y fue creada para estandarizar las evaluaciones del grado de consciencia, valora los daños en su cerebro, su estado de alerta y su comprensión. Entre más baja, es peor el daño cerebral. La medición va entre 3 (mínima) y 15 (máxima), para respuesta a estímulos en los ojos, señales verbales y motoras.
Con el estado de coma Glasgow de tres – conocido como “coma profundo”-, sumado a la descripción de las enfermeras y a los comentarios de los médicos consultados por esta revista, queda claro que Muyshondt estaba muy delicado y tenía pocas posibilidades de volver a la conciencia.
Según los reportes, no podía hacer nada por él mismo y dependía por completo del personal de salud. Las enfermeras lo bañaban en su cama, es decir, le limpiaban la cara con una sábana empapada de agua, le aspiraban las secreciones nasales y le cambiaban pañales desechables.
Muyshondt tenía una bolsa con la que le evacuaban la orina y su alimentación era a través de una sonda. Las enfermeras del Hospital Saldaña en sus reportes también consignaron un shock séptico. O sea, una infección grave. Este se manifiesta con fiebres elevadas y niveles altos de glóbulos blancos, así como mediciones fuera de rango en una prueba de laboratorio llamada Procalcitonina.
Para ese padecimiento, los médicos indicaron un tratamiento compuesto por dos medicamentos derivados de la familia de las penicilinas: Vancomicina y Meropem.
El 17 de noviembre, en una situación médica poco usual, el personal médico reportó que Muyshondt pasó de tener una escala de Glaswog de tres a una de nueve. Es decir, despertó, estaba consciente y le retiraron el oxígeno artificial, porque ya podía respirar por él mismo. Esto en apenas una semana.
En medio de esa aparente mejoría, a través de exámenes de laboratorios le detectaron dos bacterias hospitalarias. Una de ellas fue Estafilococo aureus multiresistente. Se trata de una bacteria que tiene una alta resistencia a los antibióticos y se transmite de manera directa, de persona a persona, y afecta a los pacientes en su nariz y faringe hasta alojarse en los pulmones y convertirse en neumonía.
El departamento de Broncología le indicó terapias respiratorias diarias para tratar esa neumonía adquirida en el hospital.
Pero otra enfermedad minó aún más el organismo de Muyshondt. El 16 de diciembre de 2023, por medio de exámenes de laboratorio le detectaron una infección en las vías urinarias por Seudomonas, una bacteria que abona a la mortalidad de los pacientes que pasan muchos días hospitalizados. Manuales médicos indican que ese microorganismo se encuentra en los lavamanos de los hospitales, en los depósitos de orines y en las soluciones antisépticas. Como tratamiento, los médicos le siguieron administrando los antibióticos Vancomicina y Meropem.
La ventilación mecánica y el uso prolongado de antibióticos son los dos factores más comunes que provocan que una persona hospitalizada adquiera esas bacterias. La literatura médica explica que los pacientes pueden entrar en contacto directo con esas bacterias durante una cirugía.
Momento cuatro: El cáncer y tres cirugías más
El exasesor de seguridad sufrió otra crisis. Las notas de enfermería señalan que el 4 de diciembre de 2023, por indicación de la dirección y subdirección del hospital, el paciente permanecía en el edificio de Servicios de Apoyo, ya que era privado de libertad y tenían que vigilarlo. Una anotación que llama la atención es que ese día, la enfermera de turno escribió en el registro que no le fue posible hablar con la familia del exasesor, por lo que no le fue posible al personal de salud recibir información de parte de ellos. Y es que durante toda su permanencia en el hospital Saldaña, los familiares no pudieron visitarlo, tener información de su tratamiento o ser consultados antes de que lo operaran.
La familia de Muyshondt buscó activamente entregar los medicamentos que él usaba. Lo buscaron en la División de Fronteras, donde estuvo inicialmente, en el Hospital Molina de Soyapango, donde fue trasladado; y, posteriormente, en el Saldaña. Nunca se les dio información.
La salud del exasesor se fue deteriorando. Los médicos sospecharon que padecía endocarditis, una inflamación en las válvulas del corazón, y plasmaron en el historial clínico que no había defecado durante siete días, lo que estaba reflejando un deterioro en el sistema digestivo.
Además, el personal de salud reportó que el paciente no comía y que su escala de signos vitales se había debilitado nuevamente. No podía moverse y tenía que ser asistido por el personal de salud.
El 11 de diciembre de 2023, volvió a presentar una hemorragia cerebral, por lo que nuevamente fue ingresado al quirófano número 3, para hacerle un drenaje en la parte derecha de la cabeza.
Después de esa cirugía surgieron otros dos nuevos diagnósticos: hidrocefalia obstructiva, que es cuando el líquido que circula entre el cerebro y la columna vertebral obstruyen los ventrículos que están en el cerebro y los inflama; y desnutrición. A Muyshondt le colocaron una válvula para drenar.
Una nutricionista del Hospital Saldaña detalló el 7 de diciembre de 2023 que el exasesor de seguridad pesaba 138 libras y tenía una estatura de 1.91 metros. Su peso ideal, según el análisis de la especialista debía ser entre 176 y 182 libras. Muyshondt había bajado considerablemente de peso y tenía entre 38 y 44 libras menos a lo que correspondía según su estatura, aunque el registro siempre estuvo equivocado en los documentos: él no llegaba al 1.80, aunque su complexión siempre fue robusta.
Esos dos diagnósticos no cambiaron en el transcurso de diciembre; mes en que los reportes no son legibles debido a la mala caligrafía del personal de salud.
A pesar de haber estado grave en diciembre, en un giro abrupto el 4 de enero de 2024, las enfermeras reportaron que el exasesor de seguridad estaba más “colaborador” y “dinámico”.
Pero la estabilidad en su salud no duró mucho. El 9 de enero de 2024, el paciente comenzó a reportar más complicaciones. Tenía dificultades para hablar y no respondía a los estímulos. El personal de salud le hablaba, pero él no respondía.
El 18 de enero de 2024 fue sometido nuevamente a otra operación en la zona del cráneo. Al día siguiente lo reportaron consciente e hiperactivo, pero no hablaba. El diagnóstico dice que le fue eliminado un hematoma con la colocación de una válvula ventricular y que había sospechas de tener un absceso hepático, es decir, acumulación de pus en el hígado.
Cuatro días después Muyshondt volvió al quirófano para otra operación. Le hicieron un nuevo drenaje en la zona parietal derecha de la cabeza. La semana siguiente el exasesor mantuvo estuvo con oxígeno en la nariz, por medio de una cánula nasal conocida como “bigotera”, y surgió un nuevo diagnóstico: malignidad de fondo gástrico, que según la literatura médica, se refieren a los tumores cancerosos en el estómago. Para ese momento, solo recibía baños de esponja y seguía sin reaccionar a los estímulos.
Para inicios de febrero de 2024, Muyshondt estaba crítico e inconsciente. Le habían diagnosticado un cáncer gástrico que había alcanzado la zona del abdomen e hígado. O sea, una metástasis que se extendía por su aparato digestivo. De hecho, el Hospital Saldaña se ocupó de obtener este diagnóstico al menos cuatro veces. Desde el 25 de enero de 2024, recibió un análisis de una clínica particular que detallaba una “neoplasia maligna”, es decir, cáncer. El informe fue sellado por la doctora Lisbeth Margarita Serpas López de la Clínica del Dolor, un establecimiento privado.
El mismo día, una biopsia de tejido gástrico de Muyshondt daría con el mismo diagnóstico. Esta la hicieron en el Hospital Rosales. Al día siguiente, el 26 de enero, una nueva biopsia y un análisis nuevamente de la Clínica del Dolor confirmó el diagnóstico de cáncer. Para el 3 de febrero un nuevo análisis, esta vez con muestra de médula ósea, confirmó la presencia de cáncer. El reporte se hizo en otro establecimiento privado de nombre Clínica del Dr. Trejo Ayala.
El último reporte que confirma el mismo diagnóstico está fechado el 6 de febrero, un día antes que Muyshondt falleciera. Posee membrete del Norton Hospital, de Louisville (Kentucky, Estados Unidos).
El personal de salud que habló con Factum bajo condición de anonimato explicó que este procedimiento es inusual. Si existe necesidad de un análisis de este tipo, se utiliza la red pública hospitalaria y la familia del paciente siempre debe ser informada.
La ley de deberes y derechos de pacientes en El Salvador establece el derecho de ser informado y dar consentimiento de todos los procesos que se realicen. Si alguien está inconsciente, el permiso estará a cargo de un familiar. La familia de Muyshondt no fue notificada de esa condición de salud, ni de los análisis realizados, ni de los procedimientos previos, ni del tratamiento que recibió el exasesor.
“Para todo tiene que haber consentimiento informado, vale decir, una información a cabalidad de qué es lo que yo le puedo estar dando o dejándole de dar, cuáles son las consecuencias, qué efectos va a producir en el cuerpo dicho medicamento.Esas informaciones aquí en Argentina y yo calculo que en gran parte del mundo están refrendadas por una ley que hacen que si uno no informare a cabalidad de dichos procedimientos es un delito”, señaló el médico argentino, Carlos Soriano.
Momento cinco: Muerte y hermetismo
El 7 de febrero de 2024, Alejandro Muyshondt recibió 8 ampollas de epinefrina en un lapso de apenas 21 minutos. Sucedió luego de que las enfermeras detectaran que no tenía signos vitales. La epinefrina es más conocida comúnmente como adrenalina, y es utilizada como tratamiento de emergencia ante situaciones potencialmente mortales, como una reacción alérgica o un shock séptico, según la web especializada en datos médicos del gobierno de los Estados Unidos, MedlinePlus.
A las 3:11 de la tarde de ese día, Muyshondt fue declarado oficialmente muerto. Venía de una situación crítica desde la detección de un tumor en su corazón, un ACV y posteriores hemorragias, cirugías cerebrales, infección por bacterias intrahospitalarias y metástasis de un cáncer gástrico.
La caída de sus signos vitales había sido detectada desde las 11 de la mañana. Desde esa hora, el cuerpo frágil de Muyshondt empezó a recibir inyecciones de dosis de atropina y epinefrina, ante la caída de la tensión arterial, según se desprende de los documentos médicos.
Desde esa hora, hasta la 1:05 de la tarde, el exasesor recibió al menos cinco inyecciones de atropina bajo la supervisión y orden del médico Iván Leonardo Salcedo, jefe de la Unidad de Cuidados Especiales del Hospital Saldaña.
A las 2:27 de la tarde, según las anotaciones de enfermería, el monitor cardíaco de Muyshondt expuso la falta de pulso. Al mismo tiempo que se inició una reanimación cardio pulmonar, Salcedo ordenó una tras otra las inyecciones de epinefrina.
El reporte médico de defunción también fue sellado por Salcedo. En el documento, la causa de defunción se divide en dos apartados: la causa de muerte directa y el estado que pudo haber contribuido y que ya existía en el paciente. El primer apartado, a su vez, se divide en dos: la causa directa y los antecedentes de la enfermedad.
El personal del Hospital Saldaña atribuyó a un “fallo multiorgánico” la muerte de Muyshondt, el cual, según tal documento, tenía 3 días de padecer, pese a que los exámenes mostraban desde días atrás la presencia de cáncer y niveles bajos en su química sanguínea y fuerte presencia de infecciones. Las causas previas fueron expuestas así: shock distributivo (10 días), accidente cerebro vascular (4 meses), y neoplasia, con un estimado de más o menos 1 año de padecerlo.
Aunque en el acta de defunción se plantea que el estimado para el cáncer detectado a Muyshondt era de “más o menos un año”, el Hospital Saldaña no lo confirmó si no menos de dos semanas antes que este falleciera. El exasesor tenía seis meses bajo su cuido y los últimos cuatro lo estuvieron monitoreado diariamente. Incluso, tenían una confirmación de una tumoración cardíaca desde al menos diciembre de 2023. No existe una explicación de por qué no lo detectaron antes, ni por qué se planteó así en el acta de defunción firmada por el doctor Salcedo.
Todos los médicos mencionados en esta investigación fueron buscados por Revista Factum para obtener una explicación del procedimiento seguido y de las inconsistencias encontradas en el expediente. Pero ninguno quiso hablar con esta revista. El personal médico que ayudó a entender el expediente son médicos y enfermeras que no estuvieron directamente vinculados al caso. También se buscó respuestas en la dirección del Hospital Saldaña, el Ministerio de Salud y en la Presidencia de la República, pero tampoco se obtuvo respuestas.
Muyshondt tenía al momento de morir más de dos meses de no levantarse de la cama. De pasar sedado. Con toma de muestras de sangre y otros fluidos de manera frecuente. De ser alimentado con sonda. De haber sido operado del cráneo al menos tres veces. A pesar de todas estas señales, el Instituto de Medicina Legal (IML) confirmó al día siguiente la muerte de Muyshondt y puso como “causa preliminar” de la muerte un edema pulmonar. Esta institución tampoco quiso responder las preguntas de Factum sobre el caso.
Hacia la mitad de enero, el exasesor ya mostraba rangos fuera de la norma en la prueba de procalcitonina, que sirve para confirmar infección generalizada en los pacientes delicados. Y aún así, su familia no fue informada.
Uno de los primeros rastros públicos en internet de la muerte de Muyshondt procede de una cuenta de la red X de nombre @agentesazules que a las 5:52 de la tarde (apenas dos horas y media después del fallecimiento) publicó una versión que coincide bastante con lo que consta en los documentos clínicos: “Me informan que hoy murió Alejandro Muyshondt en el hospital donde estaba ingresado desde hace meses, después de 3 derrames, producto de un cáncer con metástasis”.
Lo que sobrevino a la muerte del exasesor fue la bofetada y la oscuridad final: dos días después de fallecido, su familia aún no podía realizar un funeral porque no les entregaban la documentación pertinente que certificara la causa de muerte, el expediente clínico, o una mínima explicación bajo qué circunstancias murió. Una nota publicada por el periódico El Diario de Hoy detallaba que todo el registro médico no fue digitalizado para evitar las filtraciones.
Una de las fuentes de salud consultadas por Factum confirmó que desde 2023 todos los hospitales de la red pública realizan los expedientes clínicos de forma digital, y toda la información se encuentra en red. El Hospital Saldaña, agregó la fuente, fue de hecho uno de los primeros en digitalizarlos.
Jorge Alejandro Muyshondt Álvarez murió a los 46 años, el 7 de febrero de 2024. Su cuerpo, según la abogada Lucrecia Landaverde, era en ese momento una geografía viva de dolor físico: perforaciones, moratones, costurones, debilidad y desnutrición. Para su familia, ese fue el único discurso: el que encontraron escrito en cada cicatriz de su cuerpo exangüe.
El personal del Saldaña hizo los protocolos que tienen establecidos cuando muere un paciente. Le quitaron las sondas, los catéteres y los respiradores. Le limpiaron la boca y los oídos. Le colocaron sábanas limpias. El reporte termina con una frase que marcó todo el tratamiento: a la espera de indicaciones.
Revista Factum publica artículos con la firma de sus autores, pero en este caso no lo hace por razones de seguridad de la redacción.