La Hora de Venezuela 🇻🇪

Maria Corina marca el norte y la gente se sobrepone al miedo

Sin tarima, ni corneta la dirigente opositora le subió el volumen a la movilización de calle y minutos antes de ser detenida lanzó una advertencia: “Lo que hagan mañana, sentencia el final del régimen”


María Corina Machado le está dando la espalda a la tarima que el gobierno chavista puso en la avenida Francisco de Miranda, al este de Caracas, a la altura del Municipio Chacao. Antes de llegar a la concentración opositora, le pasó por enfrente a la desolada estructura que el oficialismo montó como parte de un modus operandi que ya es un remedo habitual: cuando la oposición planifica una protesta, el gobierno hace lo mismo para alimentar la narrativa de un promiscuo reality show. “Vamos a decirle a María Corina que mejor hable desde la tarima del gobierno”, grita eufórico un seguidor de la líder política venezolana. 

Esta es la historia de los minutos previos a su detención -y posterior liberación-, un episodio de escenas superpuestas que solo deja claro que Machado sabía cómo iba a llegar a la concentración, pero no si iba a salir. 

Después de cinco meses de clandestinidad y de haber prometido que regresaría a la calle el día antes de la juramentación del próximo presidente de Venezuela, Machado cumplió su promesa. Convocó marchas en varias ciudades de Venezuela y, en Caracas, varios puntos de concentración que, finalmente, llevarían a uno en el que ella aparecería. 

Pero, en principio, nadie sabía esto. Porque nadie sabía nada: en los puntos de concentración la gente buscaba una sombra, llevaba pancartas (como esa con un verso de la poeta chilena Eugenia Brito que decía “Reconstruir la luz para los que nunca más la verán”), comían helados de tamarindo, se reencontraban con los vecinos, etc. En algún momento, dos hombres con un megáfono pusieron una nota de voz de Machado en la que pedía movilizarse y caminar “hacia el norte”. 

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-¿Quiénes eran esos dos hombres?

-¿Eran infiltrados del gobierno?

-¿La nota de voz era realmente de Machado?

-¿Cuál es el norte?

Todas eran preguntas convenientes que nadie parecía hacerse: la concentración comenzó a avanzar hacia el Ávila, la montaña que corona Caracas y siempre es el norte. En el camino se supo -gracias a esa red de confianza de los que deciden creer colectivamente- que había que llegar hasta Chacao. Ese era el norte. 

 “Yo no tengo miedo, yo tengo lo siguiente: terror. Pero aquí estoy”, dijo una mujer que caminaba hacia Chacao con dos amigas con franelas tricolor, como pidió Machado ir vestidas. Esos que decidieron ir a marchar a pesar del amedrentamiento de los días previos -según la alianza #VenezuelaVota van 22 presos políticos desde el 2 de enero y regadas por las ciudades hay decenas de alcabalas con policías con armas largas- estaban ahí porque ahí les habían pedido estar. Con miedo y lo siguiente. 

Ninguna de las concentraciones o marchas tenían liderazgo en el lugar. No había políticos aupando a la gente (un conocido exconcejal del área metropolitana de Caracas estaba esperando a Machado mientras conversaba con amigos sobre la importancia de los carbohidratos, por ejemplo), ni militantes de los partidos, ni cornetas, ni grandes consignas. Todo era un esfuerzo hecho a mano, como la gesta ciudadana que recolectó las actas electorales el 28 de julio de 2024 con las que la oposición reclama la victoria de Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela.  

Maria Corina marca el norte y la gente se sobrepone al miedo
Una pareja pasa entre integrantes de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que bloquean el Puente Simón Bolívar, que une a Villa del Rosario (Colombia) con San Antonio del Táchira (Venezuela), este viernes, en Villa del Rosario (Colombia). EFE/ Mario Caicedo

La incógnita, dentro y fuera de Venezuela, era si los ciudadanos acatarían el llamado de Machado después de los más de 1.900 presos políticos que registró el Foro Penal en las protestas poselectorales del 28 de julio. La respuesta corta es que los venezolanos salieron de nuevo. Con miedo y lo siguiente, se compartía la noción silente de que cualquiera podía ser detenido sin razón -el Foro Penal registró 17 arrestos este 9 de enero-, en cualquier momento y en cualquier lugar. Incluso Machado.  

La llegada de Machado a “el norte” ocurrió rápidamente. Apareció en moto con chaqueta negra y casco entero, como ha hecho antes, y se subió a un camión junto con Juan Pablo Guanipa, dirigente opositor zuliano que también está en la clandestinidad. Allí arriba, dio un discurso inaudible debido al volumen de la música de la tarima chavista, pero su sola presencia era suficiente para ver gente llorar, gritar, tomar fotos, videos y reencontrarse con un liderazgo que estaba confinado en cuatro paredes por una orden de captura que hay en su contra. “Hagan lo que hagan, mañana se terminan de enterrar. Toda esta fuerza que hemos construido nos prepara para terminar esta fase final”, dijo Machado.

Pese al riesgo, no estaba apurada: de fondo suena la canción-himno del migrante Caracas en el 2000 -de Elena Rose, Jerry Di y Danny Ocean- y ella recibe abrazos, papelitos, sube a una monja al camión, es bendecida por un sacerdote franciscano y baja pacientemente sobre el vehículo, rodeado de gente apiñada, hasta la esquina en la que se pone de nuevo el casco, la chaqueta negra y se sube a una moto. Unos minutos después es detenida en un hecho violento, en el que uno de sus acompañantes queda herido, según dijo la propia Machado horas después.

Todavía queda mucha gente en el lugar de la concentración, tratando de salir con esfuerzo a alguna avenida e ignorantes de lo que sucede con Machado. Desde las cornetas del oficialismo se escucha a todo volumen el hit del año 2012 “Chávez, corazón del pueblo” mientras todos le dan la espalda para regresar a sus casas.


Este artículo se publicó originalmente en Runrunes, como parte de la iniciativa #LaHoraDeVenezuela.


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