Con los ojos de la comunidad internacional puestos en Nicaragua, se ha abierto un nuevo panorama para el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y también la oposición. Por una parte, Ortega y Murillo atraviesan más presiones debido al costo de su escalada represiva, y por otra, la Alianza Ciudadanos por la Libertad (ACxL) tendrá que definir su estrategia ante la detención de sus candidatos más conocidos. “Básicamente es el momento de la verdad”, aseguró Tiziano Breda, analista para Centroamérica de Crisis Group, una organización independiente de prevención de conflictos.
En esta entrevista, Breda analiza el panorama actual de Nicaragua tras la publicación de un informe a mediados de mayo, semanas antes de que empezaran las detenciones a liderazgos opositores. Hasta el momento, cuatro precandidatos han sido detenidos por la Policía Nacional, junto a miembros de diversos movimientos políticos. Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro permanecen arrestados, incomunicados y bajo señalamientos de supuestos crímenes, uno de ellos es “traición a la patria”, en el caso de Cruz, Maradiaga y Juan Sebastián. En el caso de Cristiana, se le acusa de lavado de dinero, gestión abusiva y falsedad ideológica.
Breda, quien se ha especializado en estudios de paz y resolución de conflictos en la Universidad Nacional de Colombia y la John Hopkins University, no descarta que Ortega y Murillo estén acumulando “capital negocial”, en caso de que tengan que ceder algo. Mientras tanto, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos ha respondido con nuevas sanciones a miembros del gobierno y el Ejército.
Crisis Group publicó en mayo un informe sobre los posibles costos de unas elecciones fraudulentas, en el que alertaban un rebrote de actos de violencia si no se garantizan condiciones óptimas. “Nuestra preocupación es que esta presión que se está aplicando para inhibir el disenso pueda estallar nuevamente. La aversión a Ortega sigue siendo bastante alta”, aseguró.
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¿Cuál es el análisis que realiza Crisis Group sobre el actual panorama político en Nicaragua desde la publicación del informe?
Ortega lo está haciendo por tres razones principales. La primera es la necesidad de cohesionar a una base sandinista en vísperas de las elecciones. La segunda es direccionada a inhibir a la oposición, evitar que se logre aglutinar en una propuesta alternativa, y ponerla en una situación de decisiones difíciles: entre escoger si ir a la elección bajo condiciones adversas y con un candidato que quizá no sea el que más respaldo popular tenga, o boicotearla. Y claramente desincentivar el voto a través del acoso a periodistas, opositores, etcétera. Y el tercero es un mensaje a la comunidad internacional.
Creo que también en el cálculo de Ortega juegan dos elementos. Primero, que previamente está intentando medir hasta qué punto puede llegar, antes de que haya consecuencias. Puede que en este cálculo no se está viendo una posibilidad de que se den medidas drásticas. Y el segundo, es que esta acumulación de leyes represivas, de presos políticos, o detenciones, también sirven como acumulación de capital negocial en vista de una posible situación en que se vea obligado a conceder algo. Pueda que responda a este cálculo.
Si Ortega estaría acumulando capital para ir a una posible negociación, ¿con qué actores sería?
Es una posibilidad que no hay que excluir. El proceso se está dando desde hace semanas, y esto creo que responde a una lógica de evitar que la oposición llegue a construir a un candidato único capaz de llegar a esa masa crítica que puede representar un desafío para Ortega. También para dejar abierta una ventana para abrir una negociación. Creo que en este sentido, los actores más relevantes están en la comunidad internacional, particularmente en Estados Unidos. Por ahora no se ha visto, pero también creo que el sector privado.
En la última semana han sido encarcelados cuatro precandidatos opositores. ¿Un escenario como este era de esperarse o estamos ante una radicalización fuera de todo pronóstico?
Algunos aspectos de las tácticas que se están utilizando estaban en el repertorio de Ortega. La diferencia es llegar a detener con la fuerza y dejar incomunicados a los representantes más conocidos de la oposición. Un aspecto que muchos tenían dudas era si Ortega construyó este aparataje de leyes represivas para amedrentar a la oposición e intentar desincentivar el voto, o para aplicarlas, y lo que parece estar ocurriendo es que están dispuestos a aplicarlas efectivamente. Lo que sí lleva a un escenario más cruento de lo que muchos esperaban.
En ese sentido, ¿cuáles serían las opciones que le quedan a la oposición nicaragüense tras las detenciones de sus integrantes?
Esta es la prueba de fuego para la Alianza Ciudadana, básicamente es el momento de la verdad. En el sentido de que está llamada a tomar una decisión entre las opciones que quedan, que parece ser ir con el candidato que quede. La segunda es boicotear la elección, decidir que no hay condiciones para participar. Lo hemos visto en Venezuela, y tiene sus consecuencias. La tercera es arriesgarlo todo, a pesar del proceso que se está llevando a cabo contra ciertos representantes. Con esto se corre el riesgo de ser afectado directamente como ha pasado con el PRD [Partido de Restauración Democrática, cuya personería jurídica fue cancelada en mayo] y que sea también inhibida. Todas estas opciones tienen costos, hay algo que perder en cada una de ellas. Pero, si es la unidad la que se está buscando, si la intención es derrotar a Ortega, probablemente la estrategia de la matrioshka tenga muchas posibilidades de éxito.
En el último informe de Crisis Group, publicado antes de esta escalada, quedaba “una oportunidad para que el gobierno y la oposición preparasen unas elecciones libres”. ¿Se han esfumado esas oportunidades?
Todavía hay espacio para hacer algunas cosas que se han demandado a nivel interno y externo. Cambios en el Consejo Supremo Electoral se pueden hacer si hay voluntad política. Lo que ya queda poco viable es el tema de la observación internacional. Nosotros sugerimos hacerlo de la manera más pronta posible. Una misión de observación electoral requiere de muchos medios, sobre todo si se trata de organizaciones como la Unión Europea. Ese punto me parece se ha vuelto muy difícil de realizar. Si las demandas son claras y la oposición en el sentido de la Alianza Ciudadana y los sectores que la respaldan: la Iglesia Católica, sector privado, etcétera; insisten en condiciones mínimas para este tipo de elección, creo que todavía podría haber un espacio para cambios puntuales. Claramente no vamos a hablar de una elección perfecta, limpia y observada. Pero creería que todavía hay una pequeña ventana si hay una demanda clara y unida.
¿Se puede hablar de mejorar las condiciones electorales después de todo lo que ha ocurrido en las últimas semanas?
Ortega ha demostrado en el pasado que, de un momento a otro, puede cambiar las condiciones que se dan en el país. Esta es precisamente la sensación que quizá el gobierno quiere infundir en la gente, de que ya no hay condiciones, ya no vale la pena votar… Eso es el objetivo, pero todavía creo que hay una ventana para que se pueda cambiar el rumbo del país, si se logra forzar al gobierno a hacer ciertas concesiones.
¿Cuáles son los costos políticos que esto podría traer?
Depende mucho del tipo de decisión que se vaya a tomar en ese sentido. Si la estrategia es la de adaptarse a las condiciones actuales y al juego de Ortega, es decir, ir a una elección con un candidato débil, la consecuencia política interna sería grave, porque la mayoría de la población probablemente decidiría no participar. En cambio, si se demostrara disposición a jugársela todo y considerar estas detenciones como ilegítimas, no inhibir del proceso a los candidatos, se logrará aglutinar el sentimiento popular. Podría ser que el costo político social interno sea aún mayor para Ortega. Esto es lo que sentimos al hablar con la gente.
Uno de los efectos que ustedes evaluaban en el último informe son los brotes de violencia. ¿Cómo se ve esto a las luces de los últimos sucesos?
Hay que reconocer que este tipo de presión y represión es insostenible. Se está creando un sentimiento de zozobra y se está desesperando a la población nicaragüense, sobre todo a la que se opone al gobierno. Esto conlleva al aislamiento internacional. El haber logrado retomar a fuerza el control de las calles no significa que se haya recuperado el apoyo. Nuestra preocupación es que esta presión que se está aplicando para inhibir el disenso pueda estallar nuevamente. La aversión a Ortega sigue siendo bastante alta. Una elección que tenga ciertas características consideradas como irregulares, o ilegítimas en términos de aislamiento internacional, hacen que en algún momento estas grietas que se abrieron en 2018 estén a la espera de un detonante para volver a abrirse.
¿Pueden las últimas detenciones ser uno de esos detonantes?
Es demasiado temprano para que sean percibidas como tales, precisamente porque acaban de pasar, o no se entiende. Todavía la oposición no ha tomado una decisión de lo que hará. Podrían serlo en el momento en que la Alianza Ciudadana decida jugar con todo, formulando una alternativa creíble. Eso sí podría ser un detonante. También es la razón por la cual Ortega lo ha hecho tan temprano, para que no se llegue a acumular esa masa crítica de apoyo. Hay mucho miedo y todavía la gente no ve una alternativa creíble por la cual se animaría a salir nuevamente a las calles.
¿Qué papel se espera que tome la comunidad internacional ante esta nueva escalada?
La administración Biden va a tener una prueba. Todavía no se ha visto si efectivamente podría poner todas las cartas sobre la mesa, como ya han anunciado. Claramente la opción de presión más grande que puede tener Estados Unidos es la económica, pero usar la presión económica: remesas, el CAFTA, inversión directa, etcétera; tiene un impacto muy fuerte en una economía debilitada como la nicaragüense. Habría consecuencias económicas, humanitarias y migratorias. En Estados Unidos no hemos visto todavía una disposición de utilizar los instrumentos de presión más fuertes que se puedan tener.
Por eso también abogamos por una salida diplomática a la crisis, por así decirlo. Todavía hay la posibilidad para la comunidad internacional de ofrecer ciertos incentivos, dejando claro que si no se dan ciertas condiciones, hay disposición para utilizar los instrumentos de presión más fuertes. Esta podría ser una opción para intentar producir un cambio.
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