La palma africana: Una pesadilla de destrucción en el Caribe de Nicaragua

El bosque tropical poco a poco se convierte en un viejo recuerdo en las poblaciones del Caribe de Nicaragua, donde un cultivo exótico, grosero y peligroso se abre camino a fuerza de maquinaria. La palma africana inunda decenas de miles de hectáreas y, además de los bosques, destruye los ríos, la tierra y las esperanzas de los habitantes de la zona, obligados a abandonar sus terrenos por las compañías a las que el Gobierno entrega enormes concesiones. DIVERGENTES viajó hasta estos territorios y constató en este reportaje cómo la palma africana, como un cáncer, carcome la que alguna vez fue una zona rica en recursos naturales

Por Divergentes (@DivergentesCA)

10 de mayo 2022

I. El enorme bosque
de palma

La palma africana: Una pesadilla de destrucción en el Caribe de Nicaragua
Vista aérea de la comunidad Las Limas, en Kukra Hill. El bosque tropical húmedo fue desplazado por palma africana casi en su totalidad. Foto | Cortesía.

Walter observa con tristeza el riachuelo. Camina sobre la orilla y toma una botella de plástico para recoger agua. La muestra con molestia para que, según él, logremos ver la contaminación que está provocando el cultivo de palma africana en Kukra Hill, población localizada a 348 kilómetros de Managua. “Caminemos, falta algo más”, dice apesarado mientras avanzamos entre las plantaciones de este monocultivo.

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Las extensas plantaciones de palma africana alrededor del cerro Kukra, en el municipio de Kukra Hill, Región Autónoma de la Costa Caribe Sur, han provocado la disminución de los riachuelos que conectan con el río Ñari y el río Escondido, dos de las fuentes de agua más importantes de la zona. Los arroyos dejaron de correr con la intensidad de hace quince años, perdieron su transparencia y en la superficie predomina una capa aceitosa que se estanca entre las piedras. “Botaron los árboles, sembraron palma y estas son las consecuencias”, comenta Walter, un afrodescendiente que nos acompaña en esta expedición en tierras caribeñas.

La pena que marca el rostro de Walter se refuerza al preguntarle desde cuándo los riachuelos reciben los desperdicios que provienen de los plantíos de la palma que pertenecen a la empresa Cukra Development Corporation S.A. “Uhh, hace más de veinte años”, responde. “Pero la contaminación no solo viene de las fincas, mire para allá”.

El comunitario señala con su mano seis enormes pilas que están a tope de un líquido color café oscuro. Son los desperdicios que resultan de todo el proceso para obtener el aceite de la palma africana. Cuando los depósitos se llenan, los desechos salen por unas canaletas artificiales que recorren toda la plantación y desembocan en los arroyos. Walter dice que la culpa de toda la contaminación es de “La Palma”. Así se refiere él, y decenas de comunitarios entrevistados por DIVERGENTES, a Cukra Development Corporation S.A., una compañía de capital costarricense que opera en Kukra Hill desde 1998 y que, según su página web, hasta 2011 poseía 7 mil 82 hectáreas del mal llamado “oro verde”.

“Es residuo del aceite de palma. Es pura contaminación”, expresa Walter. DIVERGENTES pudo constatar que las canaletas artificiales efectivamente terminan en los riachuelos. La falta de recubrimiento especial y de una planta para tratar los desperdicios facilitan que las corrientes de desechos lleguen hasta los arroyos que conectan con los ríos Ñari y Escondido, mismos que desembocan en el Atlántico.

Cukra Development Corporation S.A., que también tiene 150 hectáreas en Laguna de Perlas, otro municipio del Caribe Sur, se ha expandido sin control y sin ninguna regulación a lo largo de 23 años de operación. Hasta 2015, de acuerdo a un informe técnico realizado por el Centro Humboldt —organización que denunciaba el extractivismo al amparo gubernamental y cuya personería jurídica fue cancelada por el régimen Ortega Murillo— la compañía disponía de 13 mil 780 hectáreas con plantíos de palma africana.

Según el informe de Humboldt, de las 13 mil 780 hectáreas de palma que dispone Cukra para explotar en Kukra Hill, al menos 10 mil 62 son propiedad de la compañía. Las otras 3718 hectáreas pertenecen a productores independientes que siembran el monocultivo y que venden a esta misma empresa su producción. La expansión de los cultivos de palma se incrementa con rapidez. Una investigación que desarrollaba el Centro Humboldt hasta antes de su cierre y que era realizada por expertos en teledetección y análisis espacial, revela que las plantaciones de palma en Kukra Hill aumentaron de un 6% a casi el 17% entre 2011 y 2021. En la actualidad este municipio tiene unas 16 mil 82 hectáreas de monocultivo. La investigación no precisa cuántas hectáreas pertenecen a Cukra Development Corporation S.A., pero en la zona los comunitarios afirman que la única empresa que tiene presencia en el municipio es la de capital costarricense.

La palma africana: Una pesadilla de destrucción en el Caribe de Nicaragua
Los riachuelos que cruzan todo el territorio de Kukra Hill reciben desperdicios provenientes de la planta de aceite propiedad de Kukra Development. Las corrientes llegan a grandes ríos cuyas aguas los habitantes utilizan para bañarse y en ocasiones para tomar. Foto | Divergentes

La información publicada en los portales gubernamentales no detalla el monto de la inversión ni el número de hectáreas que tiene Cukra Development en Kukra Hill. La única empresa que tiene actividad, según las notas de prensa, es Industrial Aceitera “La RAAS”, que supuestamente comenzó a operar en 2012 y que cuenta con 11 mil 500 hectáreas de palma. La información publicada en la web de Cukra detalla que Industria Aceitera “La RAAS” es su socia y está encargada exclusivamente de la planta de procesamiento. Una fuente vinculada a la municipalidad de Kukra Hill informa que quien lleva todos los hilos de la operación es la segunda compañía.

Otro de los datos que revela la investigación del Centro Humboldt es que las nuevas hectáreas de palma africana se han expandido afectando territorios indígenas y, en el caso de Laguna de Perlas, dañando importantes áreas de humedales, así como las tierras propensas a inundaciones. “No me sorprende”, dice Walter. “Desde que salís de El Rama y entrás aquí todo es palma. Caminás a las afueras del pueblo y hay más palmeras. Kukra Hill es de ‘La Palma’, se nos han robado todo nuestro bosque”, afirma el comunitario con enojo.

Las autoridades que deben velar por la protección de los recursos naturales callan. DIVERGENTES solicitó al Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (Mific), y al Ministerio Agropecuario (MAG), información detallada sobre el área total de palma africana en el Caribe Sur y los planes ambientales que las empresas tienen que cumplir en la zona donde están instaladas las plantaciones. Nuestra petición nunca fue contestada.

La investigación del Centro Humboldt sobre la expansión de la palma muestra el impacto que ha tenido este cultivo en la zona. El estudio se desarrolló en los municipios de El Rama, Laguna de Perlas, Kukra Hill y El Castillo, localizados en el Caribe Sur y cuya zona se caracteriza por recibir una significativa cantidad de lluvia. De acuerdo al informe, en algunas áreas de estos municipios donde existen plantaciones de palma el agua drena con dificultad, por lo que el uso de agroquímicos contamina las fuentes subterráneas. El impacto también es fuerte sobre los bosques, que a lo largo de la zona ceden su espacio a la palma y otros monocultivos. En el municipio de El Castillo, en Río San Juan, la superficie de bosque se había disminuido hasta 2021 en un 7.4%, lo que representó una pérdida total de más de 7.700 hectáreas.  

El municipio de El Rama, por su parte, cuenta con la mayor área de cultivo de palma en comparación con los otros municipios evaluados en el estudio. La expansión de la palma ha sido tal, que ahora la zona cuenta con más de 8,000 hectáreas dedicadas a esta actividad. Las áreas de bosque disminuyeron de forma drástica y ahora representan apenas el 2% del total del terreno.

“De no frenar la expansión de la palma en los próximos 5 años se estará agudizando la crisis ambiental en la zona, producto de la pérdida de biodiversidad y la degradación de uso de suelos”, asegura otro de los investigadores que participó en el estudio.

II. El cultivo de palma, un “logro” de la revolución sandinista

La palma africana: Una pesadilla de destrucción en el Caribe de Nicaragua

Maclovio Turner observa los alrededores y hace un gesto de desaprobación con su cabeza. Tenía muchos años de no salir del casco urbano de Kukra Hill. A sus casi 70 años no le alcanzan las fuerzas para visitar los mismos sitios que recorría junto a sus amigos de infancia. Lo que mira ahora, dice, le provoca una profunda tristeza.

Desde lo alto de una colina Turner lamenta que el paisaje haya cambiado muchísimo. El lugareño culpa a “La Palma” por el daño ambiental que se nota en el río en el que solía jugar. Todavía recuerda la última vez que tomó agua, no existía el monocultivo, solo había unas cuantas plantaciones de caña de azúcar. “Ya no se puede tomar agua porque la cabecera del cerro Kukra, donde nace el río, está llena de palma. Cuando llueve vienen los residuos y caen aquí. Por eso es que el agua se ve oscura. Antes no tenía tanta contaminación como ahora”, explica.

Turner dice que la palma africana fue traída al municipio por primera vez durante los años ochenta, poco después del triunfo de la revolución popular sandinista. Un informe sobre la construcción del empalme entre Kukra Hill y Laguna de Perlas, elaborado en 2017 por el Ministerio de Transporte e Infraestructura, detalla que entre 1984 y 1988 se impulsó un proyecto de siembra y extracción de aceite de palma. El documento muestra que en aquel momento “se plantaron 1.500 hectáreas en tierras de cooperativas que fueron legalizadas en 1990”. Las cooperativas estaban en poder de mestizos que llegaron a Kukra Hill desde las costas del Pacífico de Nicaragua.

“Los comandantes prometieron tierras a todos los que lucharon en nombre de la revolución. Pero lo que no dijeron es que esas tierras iban a ser las nuestras. Aquí vinieron muchos colonos que se adueñaron de nuestro territorio. Después, por esa misma llegada de mestizos, entraron invasores y las tomaron a la fuerza”, reclama George, un afrodescendiente que sobrepasa los 70 años y que ha permanecido toda su vida en este lugar. Los líderes de Kukra Hill no fueron tomados en cuenta por el Gobierno sandinista cuando hicieron la promesa de entrega de tierras a excombatientes. Tampoco sus denuncias fueron escuchadas cuando alertaron sobre la invasión de colonos.

La palma africana: Una pesadilla de destrucción en el Caribe de Nicaragua
El bosque de palma está por todas partes. Se ha “comido” el bosque tropical húmedo y se encuentra sobre las colinas de las comunidades. En invierno todos los desperdicios de pesticidas bajan hacia los patios de las casas de la localidad. Foto | Divergentes.

El primer proyecto de palma fracasó cuando Violeta Barrios de Chamorro ganó la presidencia en 1990. Las plantaciones quedaron abandonadas y parecía que la ambición de industrializar Kukra Hill había terminado. Pero en 1999 el entonces presidente, Arnoldo Alemán, anunció la inversión de una sociedad de capital costarricense que aspiraba a comprar 1.500 hectáreas que habían quedado abandonadas. La empresa, que fue recibida con bombos por el caudillo liberal, era Cukra Development Corporation.

Además de las primeras 1.500 hectáreas que adquirió, Cukra solicitó al Gobierno más tierras para expandir el monocultivo, pero los permisos se mantuvieron en secreto. Consultado para este reportaje, un funcionario del Ministerio Agropecuario y Forestal de Nicaragua que trabajó en la administración del expresidente liberal, es hermético sobre aquella expansión. “Supe que exigían más, pero no estuve al tanto de la respuesta”, expresó.

Maclovio señala que desde que Cukra opera en este municipio, todos los Gobiernos han otorgado a la empresa más hectáreas para expandir la siembra de palma africana. Sin embargo, ha sido durante la administración del régimen de Daniel Ortega cuando más tierras se han otorgado para continuar con la expansión del monocultivo. La empresa hizo oficial en 2011, por primera vez, que tenía bajo su posesión 7.082 hectáreas de palma africana en Kukra Hill. Sin embargo, organizaciones como Centro Humboldt alegaron en 2015 que dicha compañía es propietaria de 13 mil hectáreas.

El daño ambiental que produce la palma africana en Kukra Hill ha sido documentado desde hace más de diez años por el Centro Humboldt. Un estudio publicado en 2012 expuso que el monocultivo degrada la calidad de vida de las familias que habitaban en la zona de influencia de la empresa tica. Muchas de estas personas decidieron vender sus fincas a Cukra Development ante la presión de la compañía y la misma pobreza en la comunidad.

Los daños en la salud, las pérdidas económicas y la desaparición de especies acuáticas también incrementaron. La principal causa, según Humboldt, es la contaminación de las fuentes de agua superficiales por una gran cantidad de desechos que hasta hoy continúan siendo depositados en los arroyos de Kukra Hill. Los desperdicios provienen del sistema residual de la empresa procesadora Industria Aceitera “La RAAS”.

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Sobre los caminos que conducen a las fincas de palma africana se puede encontrar el fruto del que extraen el aceite para su comercialización. Estas “piñas” son transportadas hasta la planta de procesamiento por camiones. Foto | Divergentes

“La contaminación ha aumentado”, dice George con cierta cautela. No quiere que su familia se entere de sus declaraciones, porque creen que puede poner en peligro su vida. “Y lo que estoy diciendo no es malo, es la verdad, pero no puedo exponerme”, asegura.

George cuenta que en 2015 varios pobladores de Las Limas, una comunidad localizada al este de Kukra Hill, denunciaron no solo la contaminación de sus riachuelos, sino las enfermedades que sufrían sus animales por culpa de los residuos que caen en los arroyos que usan para tomar. En aquel momento el pueblo estuvo organizado y lograron tener una reunión con los responsables de la empresa. Ese encuentro, sin embargo, no logró que la expansión de la palma y sus contaminantes se detuvieran. Por el contrario, la compañía aprovechó la pobreza de la zona y su poder económico para ganar voluntades entre los habitantes. “Callaron a la gente con dinero”, recuerda George.

Para las autoridades gubernamentales, los derechos de los habitantes de estas regiones no tienen importancia: sus denuncias no son admitidas y los representantes del Consejo Regional –forma de gobierno de la zona– controlado por el sandinismo emitieron una resolución en la que afirman que en Kukra Hill no hay tierras indígenas, con lo que la municipalidad puede disponer de los territorios. Con esta resolución, los afrodescendientes perdieron poder de decisión sobre el territorio indígena. No pueden exigir a la empresa de palma que frene la expansión del monocultivo. Los impuestos, que según la ley corresponden en cuatro partes iguales a gobiernos comunales, municipales, Consejo Regional y Gobierno Central, ahora son divididos entre tres grupos que responden al sandinismo. “Nos quitaron la autoridad sobre nuestro territorio”, dice George.

DIVERGENTES contactó a las autoridades del Consejo Regional Autónomo Costa Caribe Sur, pero no respondieron a nuestras llamadas.

III. La agresiva expansión de la palma africana

La cosecha de palma inicia 36 meses después de sembrada la semilla en el vivero. Alcanza producciones que varían dependiendo de la edad de la planta, las características del suelo y las condiciones meteorológicas del lugar. A veces puede superar las 30 toneladas de fruta por hectárea al año.

Kukra Hill no es el único sitio donde se concentra la industria de palma africana. La empresa Cukra Development Corporation tiene 150 hectáreas en Laguna de Perlas, a escasos 15 kilómetros del municipio. Aquí el avance ha sido poco porque la compañía no logró desestabilizar al gobierno comunal de la zona.

Henríquez es un anciano que supera los 70 años de edad. Toda su vida ha estado en Laguna de Perlas y conoce el conflicto que ha generado la palma africana en su comunidad. Al inicio la compañía quería adueñarse de las 150 hectáreas que habían plantado, pero no lo consiguieron. Para limar asperezas la empresa acordó pagar 60 dólares por hectárea sembrada al año, es decir que el gobierno comunal recibía hasta 2021 alrededor de 9.000 dólares por el arriendo de sus tierras. “Es una burla”, dice Henríquez.

“Es gravísimo. Pero no se puede hacer nada”, dice el hombre sobre la expansión del monocultivo. El gobierno comunal de Laguna de Perlas responde ahora a los intereses del sandinismo. Quitaron a las autoridades anteriores y pusieron a otros que solo agachan la cabeza. Es una lástima”, expresa el anciano.

“Yo no sé de quién es esa empresa. Dicen que es de unos ticos, pero lo que a mí me dicen los líderes de las otras comunidades es que hay gente del Gobierno de Daniel Ortega metida en este negocio. Yo lo creo, solo eso explicaría que hayan causado tanto desastre en Kukra Hill, que hayan acabado con sus bosques, y que quieran hacer lo mismo aquí”, menciona Henríquez

DIVERGENTES llamó a la empresa Cukra Development Corporation para conocer su postura sobre las denuncias que realizan los afrodescendientes y mestizos de Kukra Hill por la contaminación en sus ríos y la tala de sus bosques, sin embargo, no hubo respuesta.

IV. Un jugoso negocio

La palma africana: Una pesadilla de destrucción en el Caribe de Nicaragua
Una vista aérea de la comunidad Las Limas, en Kukra Hill. Para conseguir agua los pobladores deben hacer pozos cada vez más profundos porque el recurso hídrico está “escondido”. Algunos pagan pipas para tener el vital líquido.

Los lamentos de los habitantes de estas regiones caen en el vacío. Publicaciones de medios oficialistas muestran que en Kukra Hill, El Rama y Wapi, comunidades localizadas en el Caribe Sur de Nicaragua, al menos seis empresas han invertido 120 millones de dólares para potenciar el cultivo y extracción de aceite de palma africana. Alfredo Coronel Pichardo, quien fue vicepresidente de la Comisión Nacional de Zonas Francas, afirmó que en esas tres zonas eran explotadas importantes plantaciones de palma, en un área aproximada de 20 mil hectáreas. Una cifra que, según el funcionario, esperan triplicar en pocos años. “Ya vemos inversiones grandes, importantes, en sitios donde antes solo habían potreros, o tierras de poca utilidad, con una ganadería extensiva con poca capacidad de ingreso. El hecho que se instalen este tipo de industrias da la oportunidad a la población de tener su trabajo digno, mejor remunerado y formal”, dijo Coronel a los medios afines al Gobierno. La Industria Aceitera “La RASS”, socia de Cukra Development Corporation, genera 180 empleos fijos en el área industrial y más de 1.300 trabajos en el área agrícola.

“Es cierto. La gente trabaja en la empresa porque en Kukra no hay en qué otro palo ahorcarse”, dice Maclovio Turner. “Pero los salarios son una poquedad. Ayer hablaba con un contratista y me decía que el jornalero que trabaja en el campo gana 140 córdobas al día. ¿Qué pueden hacer con 140 córdobas al día si una libra de arroz vale 20 y la leche para sus hijos más?”, cuestiona.

Otra empresa que se dedica al monocultivo de la palma africana es Wapi Industrial S.A., localizada a unos 35 kilómetros al noroeste de El Rama. En 2017 la compañía cultivaba 6.200 manzanas y su inversión, en la primera etapa del proyecto, fue de 38 millones de dólares. Ernesto Vargas, gerente agrícola de la empresa, explica que la segunda etapa del proyecto se construirá la planta extractora de aceite, en la que invertirán 12 millones de dólares. Para la tercera fase han proyectado 70 millones de dólares en inversión y otras 10 mil manzanas sembradas. Es decir, 11 mil 421 hectáreas de palma cosechadas.

La palma africana: Una pesadilla de destrucción en el Caribe de Nicaragua
Hace unos años los caminos para sacar la producción de aceite de palma africana estaban en mal estado. Los proyectos financiados por el BCIE han facilitado que las empresas instaladas en Kukra Hill y El Rama, trasladan el producto sobre carreteras de concreto hidráulico. Foto | Divergentes

Oleo Caribe, según los reportes oficiales, también forma parte de las empresas que apuestan por la plantación masiva de la palma africana. Juan Carlos López, jefe agrícola de la plantación, explicó a los medios oficiales que tenía 8.000 manzanas disponibles para el cultivo, o sea, unas 5.640 hectáreas. “Es una inversión que está respaldada y apoyada por el Gobierno, con un plan jurídico importante, en la que se promueven las leyes del desarrollo”, justificó López.

Una de las últimas compañías que se sumó al boom de la palma en Nicaragua fue Extraceite, instalada en El Rama, “atraída por el gobierno sandinista, a través de la Agencia de Inversiones ProNicaragua”. Hasta 2017 habían invertido 13 millones de dólares en el desarrollo de una moderna planta extractora de aceite. En las publicaciones oficialistas no mencionan cuál es la extensión que tiene a su disposición.

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Un grupo de niños se bañan en las aguas de uno de los principales ríos que atraviesa Kukra Hill. Este afluente recibe las aguas de los riachuelos que están contaminados con los desperdicios de la palma. Foto | Divergentes.

La información sobre el cultivo y la expansión de palma africana en Nicaragua es un misterio. La Cámara de Productores y Procesadores de Palma Africana (Capropalma) no publica ni sus estudios de impacto ambiental ni ofrece detalles sobre sus actividades en la región. En 2019 Capropalma informó que hasta el 2019 Nicaragua contaba con 28 mil hectáreas de palma en el Caribe Sur y Río San Juan. Números que expertos independientes que han investigado el tema durante más de diez años consideran mínimos.

Esta expansión descontrolada contrasta con el discurso oficial del régimen de Daniel Ortega, en el que hay loas a la protección del medioambiente, cánticos a la Madre Tierra y líricas dulzonas para la Pacha Mama. Pero debajo de la verborrea oficial –de voz de la primera dama y vicepresidenta, Rosario Murillo– se esconde una pesadilla de destrucción. El régimen sigue otorgando concesiones a empresas de capital nacional y extranjero para que operen el Caribe Sur de Nicaragua y continúen con la degradación de bosques y ríos. Y condenen a la ruina a las poblaciones locales, que asisten impotentes a su exterminio. “No es bosque, es un desierto verde que nos robó nuestra forma de vida”, lamenta uno de sus habitantes.