Imperiosa, altiva, desafiante, a veces molesta y otras veces envuelta en una sonrisa más bien dura, Zury Ríos –presidenciable de Valor-Unionista en las elecciones de 2023– es una candidata a la que no es posible desligar de la historia reciente de Guatemala.
Su apellido lo dice todo. Para algunos es su principal atributo. Para otros una carga.
Zury Ríos es la hija del general Efraín Ríos Montt, un fugaz dictador que gobernó el país durante 16 meses y que pasó los treinta años siguientes tratando de alcanzar de nuevo la presidencia sin éxito. Ella es la continuidad de esta aspiración.
Desde hace casi una década, cada cuatro años su nombre ha aparecido y desaparecido de los listados de candidatos a la presidencia, ya sea por el partido VIVA en 2015, o por el partido Valor en 2019. Hasta 2023, la prohibición constitucional que Guatemala tiene para que los dictadores o sus parientes no puedan optar a la presidencia la había perseguido. Este año, unas cortes de justicia a su favor la han dejado participar finalmente.
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Al igual que su padre, que trató de crear, a través del temor y la violencia, un “nueva Guatemala”, recta, religiosa y anticomunista, Zury Ríos propone también cambiar el país para las siguientes décadas. Su programa de gobierno, denominado Plan 4-40, busca, nada menos, que los cuatro años de su mandato, marquen el camino para los 40 siguientes.
Con un tono confrontativo, Ríos ofrece la pena de muerte, la mano dura contra la delincuencia estilo Nayib Bukele de El Salvador, un plan de militarización tipo Álvaro Uribe de Colombia, más la promesa de crear 10 mil empleos mensuales y permitir que las empresas, en vez de pagar el Impuesto Sobre la Renta, financien directamente proyectos de salud y educación.
Estas ideas han convencido a una parte de la población, y en especial, a los sectores más conservadores y la cúpula del sector privado. Ríos, de hecho, encabezó las primeras encuestas de intención de voto y parecía destinada a ser la primera presidenta de la historia del país.
Pero en las últimas semanas la idea de que ella era la favorita se ha disipado. Ríos llega al día de la elección entre dudas.
Su candidatura podría ser un éxito. Su familia podría regresar al poder, el lugar que ocuparon entre 1982 y 1983 y al que siempre han deseado regresar.
O también podría ser un fracaso, una reedición de lo sucedido en las elecciones de 2003. Aquel año, su padre finalmente logró lo que había intentado muchas veces: inscribirse como candidato a la presidencia, pese a la prohibición constitucional.
Pero toda la expectativa que generó el posible retorno de Ríos Montt al poder, murió en el día de la elección. El general que se había presentado como un mesías para el país, fue rechazado por esa “nueva Guatemala” que nunca logró crear.
Para Zury Ríos, cuya figura es inseparable de la de su papá, la elección de 2023 se presenta de manera similar. Puede ser 1982. O puede ser un nuevo 2003.
1982: La nueva Guatemala
La mañana del 23 de marzo de 1982 Zury Maité Ríos Sosa tenía 14 años. Hacía cinco que había vuelto de España, donde su papá, el general Efraín Ríos Montt, se había desempeñado como agregado militar, y poco después de su regreso su familia se había convertido al cristianismo pentecostal. Como todos los días, Zury se preparaba para ir a clases en el Colegio Cristiano Verbo, del que se graduaría como maestra de educación primaria urbana cuatro años más tarde y del que su papá, era el director.
Esa misma mañana, mientras el general y su hija Zury, la menor de tres hermanos, desayunaban, un grupo de denominados oficiales jóvenes, con el apoyo de cientos de soldados, aviones y piezas de artillería dio un golpe de Estado y derrocó al gobierno del general Romeo Lucas García, al que acusaban de indigno y de corrupto.
Mientras los oficiales jóvenes consumaban el golpe en el Palacio Nacional, Zury y su padre cumplían ya con su rutina diaria en lo que parecía un martes normal. Pero justo cuando Ríos Montt se disponía a regañar a dos adolescentes acusados de protagonizar una pelea, recibió un aviso de su secretaria.
Desde la radio, por cadena nacional, lo convocaban a conducir las riendas de la nación. El general, tras consultarlo con los ancianos de la Iglesia Cristiana Verbo, abandonó su puesto docente y junto a uno de los ancianos, Francisco Bianchi Castillo, se dirigió al Parque Central. Ahí, frente al Portal del Comercio recibió el mando del capitán Carlos Rodolfo Muñoz Piloña, quien había conocido al general Ríos Montt cuando apenas era estudiante en la Escuela Politécnica y Ríos Montt era director de la institución. Muñoz Piloña era “centenario”, una especie de padrino de promoción de uno de los hijos del general, el hermano mayor de Zury, Adolfo Homero Ríos Sosa.
Esa misma tarde, escoltado por los triunviros Francisco Luis Gordillo, Horacio Egberto Maldonado Schaad y una docena de oficiales jóvenes, Ríos Montt anunció, desde el Salón de las Banderas del Palacio Nacional: “¡El que tenga armas contra la institución de armas tiene que ser fu-si-la-do! ¡Fusilado y no asesinado!, ¿estamos?”. Ante las cámaras del documentalista finlandés Mikael Wahlforss, Ríos Montt exclamó: “¡Vamos a matar, pero no a asesinar!”.
El tono de voz del general, los gestos, la mirada, los movimientos de sus manos todavía aparecen 41 años después en la forma en que la candidata Zury Ríos ofrece entrevistas, envía mensajes en sus redes sociales o conduce sus mítines proselitistas con discursos que intentan ser más democráticos.
Para Zury Ríos, esta época convulsionada de violencia y tribunales especiales en que los jueces actuaban encapuchados, fue también la de una adolescente con una vida normal. Como para otras tantas personas de su posición social, la guerra era solo el trasfondo; un suceso que a veces alteraba la tranquilidad habitual y que se manifestaba en forma de temor a ser secuestrada por la guerrilla o en la muerte ocasional de algún familiar militar. Esto le sucedería a la propia Zury Ríos en 1984, cuando el helicóptero en el que viajaba su hermano Homero se estrelló en El Petén. Según algunas versiones, la aeronave fue derribada por las Fuerzas Armadas Rebeldes, aunque oficialmente se presentó como un accidente.
–¿Qué recuerda de los años en que su papá fue presidente, cuando usted estaba por cumplir 14 años? ¿Qué se le viene a la mente?– le preguntó una periodista de un noticiero de canal 3.
–Mi padre fue un hombre de mucha disciplina, siempre con sus horarios. Recuerdo una tarde, una tarde lluviosa. Y yo con el álgebra de Baldor (…) ya con las lágrimas. Y pasa él, después de una audiencia. Y me dice “¿Qué pasa Zury?” Papá no puedo con estos problemas, no entiendo qué hacer con estos triángulos (…) Y lo veo, tomar una silla, sentarse a mi lado y tomarse el tiempo para explicarme y llevar la tarea al día siguiente al colegio.
Aunque el general Ríos Montt había declarado que se fusilaría a quien estuviera fuera de la ley y que no aparecerían más cadáveres a las orillas de las carreteras, estos no dejaron de aparecer. Además, aumentaron de manera dramática las grandes masacres iniciadas durante el último semestre del gobierno del general Fernando Romeo Lucas García. Masacres cuya naturaleza ha sido ampliamente documentada: aldeas arrasadas, torturas, violaciones, gente quemada viva, bebés estrellados contra los árboles o contra las piedras, mujeres embarazadas a las que les abrieron los vientres, canibalismo.
En esos años, los funcionarios del gobierno de Ríos Montt debían encabezar todos sus documentos con un “La Nueva Guatemala” antecediendo a la fecha, y regirse bajo los principios del “no robo, no miento, no abuso” de la consigna oficial.
Zury Ríos, en su campaña de 2023, usa un símil de las frases que imponía su padre: “Una Nueva Historia”, es el juego de palabras que ella utiliza con su equipo de trabajo y que rememora a “La Nueva Guatemala” que usaba el general Ríos Montt.
En una entrevista para el medio República, Zury Ríos recuerda como una de las lecciones de vida más importantes que su papá le dejó: “Tú sabes que me encantaba cuando de presidente de la república agarraba la moto o un carrito, y la gente, los empleados públicos no esperaban que llegara y llegaba a un hospital, a una clínica o a una escuela. Llegaba a ver si los servidores públicos estaban atendiendo a los ciudadanos”.
Entre la Casa Crema, en la Avenida Reforma, acompañada por los gritos de los juegos de sus sobrinos, que utilizaban las antiguas pilas del lugar como pequeñas piscinas, y la casa familiar en la colonia El Maestro, zona 15, Zury Ríos convivió 16 meses y medio con quien dirigiera una de las dictaduras más sanguinarias del siglo XX.
1996: La paz
El 29 de diciembre de 1996 Zury Ríos estaba próxima a cumplir 29 años y hacía once meses y medio que comenzara su carrera como diputada al Congreso de la República por el Frente Republicano Guatemalteco, el partido creado por su padre en 1989. En el FRG militó desde sus inicios, y ya en 1991 Ríos era la secretaria de Relaciones Públicas del partido. Resultó electa diputada en las elecciones legislativas del 12 de noviembre de 1995.
En ese proceso electoral su papá trató de inscribirse como candidato presidencial, pero fue rechazado por la prohibición constitucional. Después, su mamá, María Teresa Sosa Ávila, trató de hacer lo mismo y también fue rechazada por la misma razón. Finalmente, los tres, padre, madre e hija terminaron juntos en el Congreso, cada uno ocupando un escaño.
Mientras era legisladora, Ríos estudiaba en el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco Marroquín (UFM). De este centro, en 1998, se graduó de licenciada Magna Cum Laude en Ciencia Política. Obtuvo el premio Armando de la Torre con su tesis Análisis geopolítico del surgimiento de la insurgencia en Guatemala particularizado en el caso de Totonicapán.
En esta tesis de licenciatura, en el apartado titulado El camino de la paz tiene como surco la ley, Zury Ríos escribió: “Negarse a pelear no es tener miedo o ser un timorato, simplemente es ser realista. La violencia engendra más violencia. La LEY es la que da la dirección, establece relación y también dependencia”.
Y agrega: “La paz no es un código moral, ni una ley, ni un acuerdo, simplemente es expresión de Justicia que induce a obedecer a la ley. Muchos creen que sólo la URNG perdió en el conflicto armado de Guatemala, pero la realidad es que, quien más perdió fue el pueblo de Guatemala por el derrumbe de puentes, de torres de tendido eléctrico, por la ausencia de los maestros en las escuelas y los médicos en los centros de salud, sin olvidar la cantidad de muertos, heridos y minusválidos, que en gran parte son elementos del Ejército de Guatemala”.
Con estas palabras, Zury Ríos dejaba clara su visión sobre el conflicto que recién había terminado: había sido causado exclusivamente por la guerrilla y las principales víctimas eran los militares.
Aún así, la firma de la paz implicó llegar a acuerdos entre los dos bandos, en asuntos clave, como la amnistía a los militares y guerrilleros que cometieron crímenes durante el conflicto. Y en este asunto, la joven legisladora Zury Ríos, tuvo participación.
En diciembre de 1996 el Congreso promulgó la Ley de Reconciliación Nacional. Esta ley decretaba la extinción total de la responsabilidad penal por los delitos políticos y comunes cometidos durante el enfrentamiento armado. Sin embargo, en su artículo 8, la ley hacia una importante salvedad: establecía que la aministía “no será aplicable a los delitos de genocidio, tortura y desaparición forzada, así como aquellos delitos que sean imprescriptibles o que no admitan la extinción de la responsabilidad penal”.
Este artículo abría la puerta a que se produjeran juicios contra oficiales del Ejército, como el propio papá de la diputada Ríos. Y esto es lo que sucedió.
16 años más tarde, Zury Ríos acompañaría en todo momento a su padre, cuando fue acusado y condenado por genocidio en mayo de 2013, una sentencia que sería anulada 10 días después por la Corte de Constitucionalidad, y que ordenó repetir el juicio.
Y 23 años después de los Acuerdos de Paz, en enero de 2019, Zury Ríos escribiría en su Twitter: “Apoyo la aprobación de la Ley de Reconciliación, porque sólo del perdón surge la Paz. Sólo una nación con paz puede sanar y desarrollar su grandeza”. Ríos ya no se refería a Ley de Reconciliación original, sino a la Iniciativa de Ley 5377 presentada en 2018, después de que se produjera una ola de casos contra oficiales de la cúpula militar durante la guerra. Esta iniciativa buscaba modificar la ley de 1996, para extender la amnistía a cualquier delito cometido durante el conflicto, sin importar su magnitud.
2007: La CICIG
A finales de 2006, cuando se dieron los primeros pasos para la creación formal de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), Zury Ríos se encontraba a la mitad de su tercer periodo como diputada.
Algunas personas que la conocieron en el hemiciclo por esos años, como el diputado Roberto Alejos, la recuerdan como una persona culta e interesada en su formación, y por impulsar leyes relacionadas a temas de salud o la mujer. La diputada Ríos fue artifice de normas como la Ley Contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas o la Ley de Creación de los Ambientes Libres de Humo de Tabaco.
Pero la diputada Ríos tuvo también un papel relevante en la creación de la CICIG. En su caso, para tratar de evitar que una entidad de este tipo, que buscaba combatir a las mafias enquistadas en el Estado, mejorar la capacidad de investigar crímenes e impartir justicia, se estableciera en el país.
Ríos presidió la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso durante el período clave para la llegada de la CICIG, los años 2007-2008.
Desde el comienzo, la diputada expresó sus reservas frente a la idea de que un grupo de investigadores y fiscales extranjeros amparados por la Organización de Naciones Unidas (ONU) trabajaran en el país.
Una de sus primeras acciones fue pedir a la Corte de Constitucionalidad (CC) que se pronunciara sobre la legalidad de los acuerdos que crearían la CICIG. Esto, en su momento, fue interpretado como una maniobra dilatoria. Así lo vio la embajada de Estados Unidos en el país, que en un cable de marzo de 2007, que después fue filtrado y publicado por Wikileaks, advirtió que el trámite en la CC retrasaría “aún más” la ratificación de la CICIG. “Zury Ríos explicó que los miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores querían asegurarse de que la ratificación del acuerdo no violaría ninguna ley”, señala el documento estadounidense.
El 18 de julio de 2007, bajo la firma de Zury Ríos-Montt de Weller –pues entonces usaba su segundo apellido paterno y el apellido de su entonces marido, el político republicano y ex congresista estadounidense Jerry Weller– la diputada formuló tres preguntas a la Corte de Constitucionalidad.
La primera, si era constitucional la instalación de una comisión internacional. La CC respondió que sí. La siguiente fue si el Ministerio Público mantendría su independencia y autonomía, a lo que la CC también respondió afirmativamente. La última fue sobre la forma de aprobación del Acuerdo de establecimiento de la CICIG en el Congreso. La respuesta de la CC fue que el convenio debía ser aprobado por el Congreso mediante mayoría absoluta
Pero estas respuestas no convencieron ni a la diputada Ríos ni a la mayoría de miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores, quienes, finalmente, emitieron un dictamen “en sentido negativo o desfavorable” sobre el Acuerdo de creación de la CICIG.
El 1 de agosto de 2007, el día en que el Congreso aprobó la creación de la CICIG, Zury Ríos pronunció un discurso entusiasta contra la nueva institución y declaró: “Vemos a una Secretaría General de la ONU que quiere asumir una misión de administración pública mediante un aparato burocrático que pretende compartir, si no dirigir, funciones de Procuraduría de Justicia y de Cancillería dentro del territorio nacional de un estado miembro”.
Según Ríos, “la CICIG tendría autoridad para catear, invadir o allanar la casa de cualquier ciudadano sin orden de juez (…) o de ocultar testimonios acusatorios, de modo que el ciudadano acusado no podría saber quién lo acusa”. Y la hoy candidata a la presidencia reprochó a los demás diputados el permitir una intervención extranjera en Guatemala.
La CICIG se instaló oficialmente en septiembre de 2007, desatando una ola de casos judiciales que movieron los cimientos del sistema político del país y expusieron hasta qué punto la corrupción y la impunidad eran el sistema.
Uno de los momentos álgidos de la labor de la CICIG ocurrió entre mayo y septiembre de 2015, cuando la difusión de los hallazgos sobre una trama de corrupción dirigida desde el más alto nivel provocó la renuncia y posterior aprehensión de la vicepresidenta y el presidente de la república, Roxana Baldetti y Otto Pérez Molina, respectivamente.
Aunque las investigaciones de CICIG no le alcanzaron a Ríos directamente, sí lo hicieron a muchas personas de su entorno.
Su hermano, el general Enrique Ríos Sosa fue acusado ‒y absuelto‒ de participar en el saqueo de Q470 millones del presupuesto del Ministerio de Defensa. Este es un caso en el que también fue sindicada la cúpula militar y el propio presidente de la República, Alfonso Portillo, del periodo en el que el partido creado por el papá de Ríos, el FRG, gobernó el país.
Uno de los exmaridos de Ríos, el abogado Roberto López Villataro, también fue acusado en un caso de CICIG. López Villatoro fue sindicado de manipular el proceso de elección de magistrados de la Cortes Suprema de Justicia (CSJ) y cortes apelaciones.
En estas elecciones, al menos seis candidatos que acompañan a Ríos en la coalición Valor-Unionista fueron acusados en casos de CICIG, según recuento realizado por No-Ficción.
Entre ellos está el propio compañero de fórmula de Ríos: el candidato a la vicepresidencia Héctor Adolfo Cifuentes Mendoza, implicado en el caso de financiación ilegal de campañas electorales y desvío de fondos públicos destapado por CICIG en la municipalidad capitalina.
En junio de 2023, Zury todavía declaró sobre sus esfuerzos de detener a la CICIG antes de su creación, durante una entrevista para Canal Antigua. “Y también me tocaron cosas difíciles, como por ejemplo, yo presidía la Comisión de Relaciones Exteriores cuando di dictamen negativo en contra de la CICIG. (…) Pero en el pleno del Congreso votan el dictamen, la mayoría, y ellos pues le dan luz a la CICIG tal cual fue y bueno, ya la historia ustedes la conocen, y la historia nos da la razón a los que votamos en contra”.
2019: El fin de la CICIG
Para agosto de 2018, cuando el ex comediante y entonces presidente de la república, Jimmy Morales, anunció que no renovaría el mandato de la CICIG, los argumentos que Zury Ríos había expuesto una década antes para oponerse a la entidad, se habían convertido en el discurso dominante entre el élite política y económica del país.
La CICIG comenzó a ser señalada de todo tipo de abusos y de constituir una injerencia extranjera intolerable para el país. Dejó de operar definitivamente en septiembre de 2019, debido, principalmente, a la acciones de un presidente, Jimmy Morales, que también había sido señalado por CICIG, al igual que su hermano Sammy, y uno de sus hijos.
Para entonces, Zury Ríos tenía más de tres años de haber dejado el Congreso y trabaja en su candidatura a la presidencia. La ambición de convertirse en presidenta había comenzado unos ochos años antes. Pero, como le sucedió a su padre, la idea siempre estuvo amenazada por la prohibición constitucional que impide a los golpistas o a sus parientes ser electos presidentes.
En 2011, Ríos dio los primeros pasos para lanzar su candidatura con el FRG, el partido que su papá fundó, pero finalmente retrocedió.
Su primera participación ocurrió en 2015, con el partido Viva, una agrupación fundada por el pastor evangélico Harold Caballeros. La autoridad electoral inicialmente bloqueó la candidatura, pero una resolución de la CSJ finalmente la autorizó. El resultado no fue positivo para Ríos. Quizás influyó la confusión sobre su participación, pero la candidata, en su primera participación, obtuvo casi 290 mil votos y se quedó lejos de pasar a segunda vuelta.
Esta primera experiencia no la desanimó y en 2019 volvió a intentarlo. Para entonces, algo había cambiado. Su papá, cuya figura le había beneficiado políticamente, pero también había obstaculizado su participación electoral, falleció. El general Ríos Montt murió el 1 de abril de 2018, mientras enfrentaba la repetición del juicio por genocidio.
Pero la sombra de su padre, aún muerto, persiguió de nuevo a Ríos en su campaña de 2019. Esta vez creó un partido propio al que llamó Valor. Y eligió como candidato a vicepresidente a un reconocido jurista conservador que durante años defendió los intereses de la élite económica en la Corte de Constitucionalidad: el magistrado Roberto Molina Barreto. Este magistrado fue también uno de los integrantes de la CC que anularon la condena por genocidio en contra de su padre y ordenaron repetir el proceso.
El binomio Ríos-Molina Barreto, sin embargo, no pudo inscribirse. De nuevo la autoridad electoral rechazó la candidatura alegando la prohibición constitucional. Pero esta vez, las cortes, contradiciendo lo que habían resuelto cuatro años antes, no le dieron la razón y Ríos no estuvo en las papeletas.
Mientras la CICIG empacaba sus casos, y sus víctimas organizaban la venganza contra los actores del sistema de justicia que la apoyaron, Zury Ríos luchaba sin éxito por ser candidata.
En una entrevista con el periodista Fernando del Rincón, de la cadena de televisión CNN, realizada momentos después de enterarse de que su candidatura había sido denegada, Ríos habló sobre el legado de su padre.
Ante las cámaras de televisión Zury declaró: “como dicen en Estados Unidos, the sins of the father are not the sins of the son (los pecados del padre no son los pecados del hijo). Y mi padre murió inocente. Lo acusaron de muchas cosas. Y mi padre en todo caso fue juzgado por la historia del país, vez tras vez, cuando fue electo en las urnas”.
Y agregó: “Es mi padre, y nunca jamás lo voy a juzgar. Nuestra relación es de padre e hija, de amigos. Y él me dio ejemplo, me inculcó los valores de la responsabilidad, de creer en Dios, de luchar por los principios”.
Del Rincón le preguntó si aún se apegaba a ello, aún cuando a Ríos Montt lo señalaron, acusaron y condenaron por genocidio y de violaciones a derechos humanos, Zury respondió: “En Guatemala no hubo genocidio, nosotros tuvimos una guerra. No te lo digo como hija, te lo digo como politóloga”.
Elecciones 2023
Zury Maité Ríos Sosa ha sido una figura cercana al poder durante los últimos 40 años, y hoy, en su búsqueda por la presidencia, lo que pretende son otros 40 años de vigencia, como señala su agenda 4-40. Zury se presenta como una mujer “valiente y con experiencia comprobada”. Ofrece combatir las extorsiones y el crimen organizado “de frente y con firmeza”. Entre sus ofertas se cuentan más seguridad, más empleos, desarrollo y progreso, escuelas dignas con conectividad a internet en todo el país, becas para bachillerato e impulsar los programas Tu primer empleo, que garantizará el trabajo a la juventud al terminar sus estudios, y Sembrando oportunidades, que apoyará con tecnología, semilla, abonos y fertilizantes.
Zury Ríos fue la primera candidata en inscribirse ante el Tribunal Supremo Electoral el 27 de enero de 2023, presentándose por la coalición Valor-Partido Unionista y junto al abogado Héctor Adolfo Cifuentes Mendoza, ex Ministro de Trabajo y Previsión social entre 1997 y 1998 como vicepresidenciable. El 2 de marzo de 2023, una CC en la que era magistrado su ex compañero de fórmula, Roberto Molina Barreto, resolvió confirmar la inscripción de Zury Ríos como candidata a la presidencia.
Algunos de sus eslóganes de campaña son: “¡Es momento del cambio! Juntos construiremos el país que todos queremos. Con carácter, determinación y fortaleza”, “¡Por nuestra Patria, nuestros valores y el futuro de Guatemala!”, “Arriba a la derecha por Zury presidente” –pues es la posición que ocupa en la boleta electoral–, “En nuestro gobierno las cárceles NO serán hoteles y los delincuentes serán tratados como tal. Vamos a recuperar la paz combatiendo al crimen con firmeza y carácter. Quien la hace la paga”, “Con carácter y valor haremos un gobierno para todos”.
Para poder participar en 2023, Zury Ríos se vio beneficiada por un acuerdo de solución amistosa solicitado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) la cual determinó que el Estado de Guatemala tenía responsabilidad internacional “por la ausencia de garantías para la participación política de Roberto Molina Barreto y Zury Mayte Ríos Sosa”. Y en agosto de 2021, el Estado se comprometió a implementar medidas de reparación para asegurar la participación política como un derecho humano en beneficio de la igualdad y la inclusión de cualquier ciudadano, entre ellos, Zury Ríos.
En las actuales elecciones, Zury Ríos es una de las favoritas en la carrera presidencial, en la que participan más de una veintena de binomios presidenciales, pese a que su participación no cumple con los preceptos constitucionales. Las encuestas la ubican desde un tercer lugar –cuarto antes de la cancelación de la candidatura de Carlos Pineda– y con pocas posibilidades de llegar a una segunda vuelta posicionada con una amplia ventaja sobre sus principales contrincantes: Sandra Torres Casanova y Edmond Mulet Lesieur.