El 16 de noviembre fue un día funesto para Guillermo Adrián Guerrero Espinoza y su esposa Sonia Marlen Echeverry. Ambos, de 73 y 72 años, habían criado con amor y mucho cuidado a su hijo Adrián José Guerrero Echeverry.
Todo el caso transita entre lo espeluznante y lo macabro. La forma en la que se llevaron a cabo los asesinatos es una de las más sangrientas que han habido en los últimos cinco años en Nicaragua.
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