En el departamento de Jinotega, a casi 150 kilómetros de Managua, la capital de Nicaragua, dos primos plantan una fruta que no es tan usual en el país.
Un día, tras la crisis en el turismo que vivió Costa Rica en medio de la pandemia de covid-19, Rooney y Robin dejaron la plantación de fresas en la que trabajaron toda su vida, y se asentaron al norte de Nicaragua, buscando el clima ideal para iniciar un proyecto que ha tenido un auge impensable.