Desde hace 20 años, Raquel Bodden dedica gran parte de su tiempo a ser defensora de mujeres víctimas de violencia en la Costa Caribe Sur de Nicaragua, una de las zonas con mayor incidencia de violencia de género. El abuso sexual en menores de edad, la violencia física y psicologica son, por desgracia la norma, en un entorno en el que confluyen el abandono estatal histórico y el narcotráfico. Raquel lo supo en carne propia desde que era una niña.
Llegó a Bluefields proveniente de Corinto, ciudad costera del pacífico. Perdió a su mamá a los 9 años. Describe ese episodio con la voz entrecortada y recuerda que en su casa sufrió violencia. Ese pasado la convirtió en la mujer valiente que es hoy, asegura. Raquel es socióloga y abogada, y se especializó como promotora para la defensa de los pueblos afrodescendientes en temas de derechos humanos.
La historia de Raquel como defensora comenzó en el Centro de Mujeres Ixchen, un organismo sin fines de lucro que provee atención integral en salud sexual y reproductiva a mujeres. Luego integró la Red de Mujeres Contra la Violencia de Bluefields, “una iniciativa creada por mujeres al servicio de las mujeres caribeñas”.
En la Red impartía talleres para empoderar a las mujeres y jóvenes. Organizó marchas, plantones y actividades de protesta para visibilizar la violencia y exigir al Estado que garantizara los derechos de las mujeres en la Costa Caribe.
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Uno de los trabajos más notables de la Red de Mujeres Contra la Violencia de Bluefields fue llevar el registro de los casos de violencia machista en el Caribe Sur, para ello tuvieron la necesidad de movilizarse para conseguir fondos de la cooperación internacional y abrir un albergue para atender a mujeres víctimas de violencia.
Pese al trabajo e incidencia de la Red en Bluefields, las autoridades no permitieron a las defensoras y voluntarias como Raquel integrarse a colaborar en el albergue. Más tarde por presión gubernamental, la Red de Mujeres Contra la Violencia de Bluefields fue clausurada.
Para Raquel, el cierre de la Red significó un nuevo reto, dado que bajo ninguna circunstancia consideró abandonar su trabajo como defensora. La feminista conoce la situación de alerta que viven las mujeres en esta zona caribeña.
“Muchas mujeres siguen viviendo violencia, porque no tuvieron una preparación académica. Desde la crianza les han fomentado que deben someterse a lo que el hombre diga, y económicamente dependen de él, y muchas veces no (cuentan) con ayuda del resto de su familia”, asegura.
A pesar que la Red de Mujeres dejó de existir, el trabajo de las defensoras continúa. Un grupo de mujeres feministas dieron vida a la iniciativa “Voces Caribeñas”. Este proyecto ejecuta acciones coordinadas para dar acompañamiento, seguimiento a los casos de violencia y asesoría a las víctimas.
“Ser defensora para mí es algo nato, no solo con las mujeres, sino también con los ancianos que viven violencia. Si Dios me da vida hasta mis últimos días seguiré ayudando”.
Pese a que el trabajo de los defensores y defensoras en Nicaragua ha sido criminalizado por el gobierno de Ortega y Murillo muchas iniciativas sobreviven en la clandestinidad. El trabajo del gobierno en temas de derechos humanos y derechos de las mujeres es casi nulo. Muchos casos de abuso y violencia han quedado impunes.
“Esta labor me ha traído problemas. Algunos dicen: ¿por qué se mete? Se hacen tus enemigos, pero eso no me importa, yo hago esto sin ningún interés”, reafirma Bodden.
Raquel es una feminista incansable. Asegura que seguirá trabajando como defensora, hasta que Nicaragua tenga un gobierno que garantice el respeto y cumplimiento los derechos de todas las mujeres.