El gusano barrenador ha vuelto a Mesoamérica y la mosca que lo propaga avanza rápido desde Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador hasta México. Es por eso que estos países trabajan en una estrategia conjunta para frenarlo y evitar que cause estragos en el sector ganadero, al igual que lo hizo hasta finales de los años noventa, cuando logró ser erradicado de Centroamérica y Norteamérica.
El primer boletín epidemiológico de febrero de 2025 del Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA) reporta 63,579 casos acumulados en la región desde el año 2023, cuando Panamá detectó el primer contagio y declaró estado de emergencia zoosanitaria.
Sin embargo, lo que más preocupa a los expertos en la materia es la alta tasa de nuevas transmisiones registradas en las últimas semanas: 1,198 entre el 2 y el 8 de febrero de 2025, con Nicaragua a la cabeza con 56.4% de los casos identificados. Si bien Nicaragua –el país de Centroamérica con mayor producción ganadera con 4.3 millones de cabezas de reses– presenta una tasa de reinfección, no es el país de Mesoamérica que más casos acumulados de gusano barrenador, según reporta el OIRSA. Panamá encabeza las infecciones con 35,887 casos, seguido de Costa Rica con 14,913 y Nicaragua con 11,930.
Ese panorama ha motivado al Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) a coordinar esfuerzos con los países y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos en una estrategia regional para combatir la mosca Cochliomya hominivorax, cuyas larvas anidan en las heridas abiertas de animales de sangre caliente y se alimentan del tejido vivo, causando una enfermedad parasitaria conocida como miasis. La miasis provoca una incomodidad al animal, haciendo que pierda el apetito y peso… y si no se trata a tiempo ocasiona la muerte.
El resurgimiento del gusano barrenador en la región ya tuvo su primer efecto sobre el sector ganadero, uno de los principales motores económicos de la región: en noviembre de 2024, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) suspendió temporalmente las importaciones de ganado de México, lo que representó una pérdida de 22 millones de dólares semanales.
Es por eso que la estrategia regional de contención del gusano barrenador ha recibido un nuevo impulso por parte del IICA: han destinado de sus recursos propios un cuarto de millón de dólares, que se suman a los 2.3 millones de dólares que el Departamento de Agricultura de Washington aportó para la campaña de prevención y erradicación de la plaga. La semana pasada, en San José, los ministerios de agricultura de Mesoamérica se dieron cita para abordar el tema y, según conoció DIVERGENTES, hay un malestar generalizado con Nicaragua por entorpecer la puesta en marcha de la estrategia regional.
Centralización y “dificilísimo” contacto

Las fuentes ligadas al sector de agricultura de Centroamérica coincidieron que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo torpedea los esfuerzos conjuntos, debido a la centralización de la toma de decisiones en la pareja presidencial y lo impenetrable que resulta coordinar acciones con Managua.
La estrategia ha tenido retrasos considerables por los “pegones” de Nicaragua, objeciones tan nimias como el color de los carteles de prevención y concientización, así como la centralización de cualquier toma de decisión para efectuar en el campo. La estrategia regional contra el gusano barrenador consiste en una campaña de comunicación y prevención, pero también la distribución de kits curativos a los ganaderos para que puedan muestrear a sus reses y proceder a curarlas.
“Actualmente, no estamos pudiendo trabajar con Nicaragua. Esa centralización gubernamental dificulta la implementación de campañas de comunicación y el acceso a pequeños productores. Esto también retrasa la respuesta sanitaria, lo que contribuye a la rápida propagación de la plaga en la región”, confió una fuente ligada al entorno ganadero regional.
“Miremos los datos y allí hay respuesta: la mosca se movió, en comparación a la región, más rápido de Nicaragua a Honduras, porque la mosca se mueve cuando se llevan animales infectados en camiones. Nos preocupa porque esta es una cooperación técnica y no política. La mosca del gusano barrenador no sabe nada de ideologías”.
Las fuentes consultadas por DIVERGENTES coinciden que cada vez es más habitual escuchar quejas y preocupación entre los hondureños sobre esa cerrazón de Nicaragua. “Si vos en una estrategia regional y no actúas coordinadamente, más o menos al unísono, alguno de los países puede quedar un poco más retrasado. Eso hace que el que está en peor situación de debilidad institucional complique al resto. Es dificilísimo establecer contactos con las autoridades nicaragüenses”, aseguran. “Entonces, eso requiere un nivel de organización muy grande: de compromiso de los agricultores y de las autoridades para poder recibir las famosas moscas esterilizadas y tener canales de distribución efectivos de esas mosquitas para que lleguen al campo”.
Consultado sobre la queja de estos países, Manuel Otero, director del IICA, dijo que la estrategia se trabaja en cooperación con todos los países, incluido Nicaragua.
“Estas plagas requieren un abordaje supra país, porque un país si no la controla, la plaga va a volver. Fiel a esa premisa, y a que los países de la región han despertado a esa realidad que no existía o no estaba mapeada hace diez años, vemos la necesidad de participar activamente juntos. Están legítimamente preocupadas por servicios veterinarios que hay que fortalecer y la estrategia de contención es bastante compleja, porque deben cumplirse una serie de factores. Por eso anunciamos 250 mil dólares más para la tarea”, dijo Otero.