Rostros: los opositores de Daniel Ortega en la Nicaragua profunda

En Nueva Guinea, Chontales y Jinotega hay muchas razones para aborrecer al sandinismo encabezado por Daniel Ortega y Rosario Murillo. Pesa el pasado de la guerra de los ochenta, pero también las agresiones más recientes contra el campesinado que se opuso al Canal Interoceánico y participó en la rebelión de abril. Razones generales, pero también razones personales. Asesinatos de una madre o un hermano, por ejemplo. “El sandinismo solo ofrece plomo, cárcel, persecución y asedio”, dice un campesino. Resentimientos que en esta zona del país se transmiten de generación en generación y forman el núcleo duro de la oposición al gobierno. También lanzan un grito por la unidad opositora. Estas son motivaciones y sus rostros.

La familia López Espinoza se describe como opositores totales en Santo Domingo, Chontales. Miguel Andrés | Divergentes.

“Soy opositora desde que tengo uso razón”, dice Arelly López, de 28 años de edad. La joven es habitante de Santo Domingo, un municipio del departamento de Chontales, al norte de Nicaragua, que nunca ha sido gobernado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido político de Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo. El sentir de Arelly López es compartido por toda su familia: su hermano Clever y sus padres, Maria Melania Espinoza y William López, a quienes ella considera son “políticos y democráticos”. 

El sentirse opositor también es compartido por otros pobladores de este lugar. Además de Santo Domingo, visitamos otros tres municipios más con la misma característica: Nueva Guinea, Santo Tomás y Pantasma. Un viaje de más de 800 kilómetros con un objetivo: palpar el pulso en estos sitios alejados, que históricamente han votado en contra del partido sandinista. En el caso de Nueva Guinea y Santo Tomás, las municipalidades han sido arrebatadas del poder opositor en las últimas elecciones a través de fraudes electorales denunciados por pobladores. “Este es un territorio muy opositor al sandinismo, es antiorteguista”, dice Enrique Téllez, un líder de Nueva Guinea. Desde profesores, amas de casas, agricultores, mineros y hasta exguerrilleros. En este trabajo se muestran los rostros de los adversarios históricos de Ortega.

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Nueva Guinea es tremendamente liberal (…) Ser sandinista es una desgracia aquí”, dice Elba Rivera, directora de la Escuela Montessori Jan Amos Comenius. Ella también es miembro del Movimiento Campesino que se opone a la construcción del Canal Interoceánico que Daniel Ortega prometió construir desde 2014. “La cultura campesina está en peligro por Ortega. Nosotros creemos que quieren erradicar esa cultura campesina, porque este campesinado ha sido un dolor de cabeza para los que se llaman sandinistas”, dice Rivera.

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“La persecución ha sido muy grande”, dice Raúl Oporta León, presidente municipal de la Unión Democrática Renovadora (UNAMOS) en Nueva Guinea. Este campesino sufre el asedio constante de la Policía Nacional en su casa de habitación. Se integró al FSLN en los años setenta y rompió con ellos durante la guerra de los ochenta. “Todo el mundo quiere votar, pero todo el mundo quiere votar por el cambio, no por un continuismo”, puntualiza Oporta.

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“Daniel Ortega le teme a las reformas electorales, porque es el camino para llegar a su fin”, dice Orlando Campos Corea desde su casa en Nueva Guinea, municipio de Caribe Sur, donde también es asediado por patrullas y oficiales de la Policía Nacional. Tiene 74 años y fue parte de “la revolución fallida”, como él mismo le llama a la Revolución de 1979. Sin embargo es opositor desde 1995, cuando forma parte de la fundación del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), ahora llamado UNAMOS. “Este es el momento necesario para salir de la dictadura”, insiste Campos.

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“Yo creo que la gente que está a favor de este gobierno es completamente ciega, porque aquí no tenemos libertades”, dice Omar Salmerón, miembro del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) en la comunidad de Talolinga, Nueva Guinea. De familia históricamente opositora, en 2018 fue despedido del colegio Rafael Antonio Salmerón Barrera, a pesar de haber sido nombrado como el segundo mejor docente a nivel nacional en 2012. Como método de protesta, el profesor fundó su propia escuela. “En esta comunidad el Frente Sandinista nunca ha ganado una junta receptora de votos, con fraude o sin fraude”, detalla el docente. El tema de la unidad opositora es urgente para Salmerón: “Desgraciadamente las cúpulas de los partidos políticos no entienden que a nivel local la gente tiene una unidad de corazón”.

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“En los años ochenta, mi familia y mis padres fueron sacados de su casas por el ejército (sandinista) con la intención de arrebatarles la vida” recuerda Enrique Telléz, campesino  de la comunidad de “El Guayabo”, en Nueva Guinea. Se declara liberal y anti sandinista. Es constantemente amenazado desde el 2016, cuando apoyaba las movilizaciones en contra del proyecto del Canal Interoceánico, organizadas por el Movimiento Campesino. “Toda la gente del campo a nivel nacional estamos sufriendo del salvajismo de la dictadura”, destacó Téllez.

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“Mi mamá fue asesinada por el Frente Sandinista cuando apenas tenía 6 años”, recuerda en el comedor de su casa Karla Sevilla. Es opositora al régimen desde que tiene “uso de razón” y forma parte, desde hace 25 años, del PLC en el departamento de Chontales. Ha sufrido exilio y es constantemente asediada. Sin embargo prefiere no hablar del tema. “No me gusta el sandinismo, porque es una ideología en la que no hay libertad de expresión, libertad de sentir o libertad de elegir”, dijo Sevilla.

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“Yo con la edad de 14 años empecé a ser perseguido y me vi obligado a salir de mi hogar”, dice Donald Amador. Desde 1985 estuvo 6 años en el exilio, por el Servicio Militar Patriótico, una estrategia organizativa y obligatoria que el FSLN impuso a los jóvenes durante la guerra civil. Desde su juventud empezó a apoyar a distintos personajes políticos tanto en Chontales, su municipio, como en Managua, donde estudió la universidad, hasta tomar un rol más relevante en “el asunto político municipal”. “He aprendido a ser crítico, pero con objetividad”, puntualizó Amador.

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“Yo soy opositor anti sandinista desde el 21 de junio de 1979, porque no me gustó cuando miré que empezaron a matar gente aquí (Chontales)”. A Hilario Vargas le tocó organizar a la Unión Nacional Opositora UNO en Santo Tomás y fue alcalde en 1990 de ese municipio. Ahora se dedica a sus cultivos y forma parte de las bases de Ciudadanos por la Libertad (CxL), a pesar de tener muchas cuestionantes con el partido, en especial contra la presidenta de la organización Kitty Monterrey. “El campesino es liberal y ha quedado esa herencia de liberales”, enfatizó Vargas. “Estoy en la misma posición que la mayoría: si hay unidad, vamos. Si no hay unidad, calculamos que un 5% de la gente va a votar”, dice.

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“Soy opositor desde que tengo memoria. Mis padres me han criado en una vida de democracia”, afirma Clever López Espinoza. Tiene 21 años, es director de la Unidad ambiental en la alcaldía municipal de Santo Domingo en Chontales, y pertenece a la organización juvenil del Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN). “Cuando ya argumentas con la verdad, ya sos enemigo, sos del lado contrario para ellos”, dice López.

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“Nosotros no podemos dejar en la impunidad todo esto que nos ha pasado”, asegura William López Olivares, mejor conocido como “Comandante 380”. Nació en San Pedro de Lóvago, pero vive en el municipio de Santo Domingo. Se organizó en la Resistencia Nicaragüense en contra del gobierno Sandinista de los años ochenta, la guerrilla financiada por Ronald Reagan. Ahora forma parte de la Fuerza Democrática Nicaragüense. “El partido FSLN no es un partido, es un crimen organizado que viene operando desde la década del ochenta”, dice López Olivares.

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“La bandera roja y negra significa sangre y muerte”, afirma Arely López Espinoza. Tiene 28 años. Sus padres han estado muy inmersos en la política en Chontales. Se declara opositora desde que tiene uso de razón, y está organizada en la política. “No podemos andar diciendo que somos opositoras al gobierno, porque tarde o temprano nos vienen a asediar a las casas, (…) pero si no lo hacemos le estamos dando lugar al gobierno, así que tenemos que hacerlo” puntualiza.

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“Un hermano mío murió en la guerra”, recuerda Maria Melania Espinoza Ojeda sobre su experiencia en la lucha contra el gobierno del FSLN en los años ochenta. María es ama de casa, tiene 51 años y, de ellos, 30 viviendo en el municipio de Santo Domingo, en Chontales. “En el tiempo de la guerra, el gobierno prometía cambiar y ser mejor, pero he visto que nunca ha cambiado nada”, critica.

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“He sido perseguido y encarcelado por ser opositor al Frente Sandinista”, sostiene César Augusto Palacios. Es parte del Movimiento Campesino en Chontales, luchó contra la dictadura de Somoza. “Apoyando al pueblo insurreccionado”, aclara. Pero desilusionado por la falta de cambios en el país, se opuso al gobierno del FSLN desde los años ochenta. “Yo no quiero saber nada de la familia Ortega-Murillo. No quiero que siga esta desgracia para Nicaragua”, afirma Palacios.

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“Hasta los sandinistas que son sandinistas de ideología ya no quieren estar con el régimen de Ortega” afirma Harold Salazar. Nació en Santo Domingo, Chontales, pero vivió parte de su niñez en Honduras escapando de la guerra de los años ochenta. Trabaja para la alcaldía municipal, una de las pocas municipalidades que el régimen no ha logrado controlar. Actualmente es gobernada por el PLC, partido donde Salazar ha militado por más de 20 años. “Soy optimista y sé que la unidad se va a dar”, confía el hombre.

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“Aquí estamos manos arriba, no podemos manifestarnos” dice Marvin Zamora Peralta. Apoyó la lucha contra la dictadura Somocista. Sin embargo, se unió a la Resistencia Nicaragüense con la toma del poder del FSLN en los años ochenta. Trabaja en la alcaldía municipal de Santa María de Pantasma y como productor en su comunidad, donde sufre las continuas alzas de los productos básicos. “Estamos esperando la unidad, porque sin la unidad, no vamos a hacer nada, vamos a seguir en los mismo…En este pueblo hay algunas organizaciones políticas, pero estamos esperando la unidad completa. No importa que si vamos en el PLC, CXL, e incluso, yo he dicho, que si la unidad va con el Movimiento Renovador Sandinista (Ahora UNAMOS), ahí vamos a ir nosotros, pero que se mire la unidad”, dice Zamora.

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“Hubo muertos que se los llevaron y no volvieron”, recuerda Álvaro Peralta Medina sobre su experiencia en la guerra. Es originario de Pantasma. Ahora se dedica al comercio y a la agricultura. Aunque se ha declarado opositor desde su juventud, nunca ha pertenecido a ningún partido político. Ante el incierto contexto electoral de Nicaragua, Peralta reafirma que “mientras no haya unificación, mejor ahí vamos a estar viendo de larguito”.

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“Ya son siete veces que el Frente Sandinista ha querido asesinarme”, relata Teodulo Contrera, desde su casa en Santa María de Pantasma, donde actualmente funciona una escuela temporal. Se declara anti sandinista desde un día después que triunfó la revolución en 1979, pero es reaccionario al FSLN desde mucho antes. “Uno no puede decir nada porque solo le ofrecen ‘Plomo’, sólo le ofrecen cárcel, persecución y asedio”, sostiene Contreras.


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