Trabajos más allá de ser domésticas, el principal desafío para las mujeres nicas en Costa Rica

Pese a que las mujeres nicaragüenses que han migrado a Costa Rica desde 2018 son altamente cualificadas académica y laboralmente, estas solo logran acceder a empleos poco remunerados, en condiciones precarias y enfocados en el área del cuido y asistencia del hogar

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Trabajos más allá de ser domésticas, el principal desafío para las mujeres nicas en Costa Rica
DIVERGENTES 08 DE MARZO 2024

Al calor del fuego encendido en la cocina, María René Mercado mueve la masa de los nacatamales. Se desplaza de un lado a otro por un pequeño espacio, mientras explica su receta entre risas y relatos. Al mismo tiempo, un diminuto parlante resuena con música de fondo, ubicado en una esquina, como parte del ritual que se repite cada semana.

Los guantes, el gorro y el delantal que usa María René muestran la expertis de su nuevo oficio, que en Nicaragua era solo un pasatiempo y ahora en Costa Rica, es su medio de supervivencia. 

Junto a ella, está su mamá cortando las hojas de chagüite en el comedor, preparando los otros ingredientes que se integrarán en la masa, añadiendo comentarios a la conversación y también riendo con las bromas de Mercado. 

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Con su buena cuchara y amable personalidad, juntas crean el sabor de Variedades La Concheña, el emprendimiento familiar que surgió hace cuatro años a raíz de ser golpeadas por el desempleo.

Al mismo tiempo que bate el contenido de la olla para que la masa no se pegue, Mercado cuenta que su jornada laboral es larga y comienza mucho antes de este rito culinario.

Su día de trabajo inicia en la mañana como asistente del hogar en una familia costarricense, y no culmina al llegar a su casa a las cinco de la tarde. Continúa durante horas, mientras prepara los nacatamales y termina hasta después de la medianoche.

Sin días libres

Trabajos más allá de ser domésticas, el principal desafío para las mujeres nicas en Costa Rica
Mercado y su familia se dedica a la venta de productos de gastronomía nicaragüense y al servicio de catering para empresas costarricenses | Divergentes

Tampoco tiene días libres. Su trabajo donde una familia tica finaliza los viernes, pero los sábados y domingos se dedica a la entrega de los nacatamales y de los demás productos que venden en su emprendimiento.

Aunque su rutina diaria es agotadora, Mercado, de 43 años, señala que mantiene ambos trabajos para cubrir en su totalidad las necesidades de su familia, especialmente las de sus dos hijos que aún dependen de ella. El emprendimiento también sirve como fuente de ingreso para su mamá, ya que debido a su edad, es la única manera de que siga generando dinero.

Vivir en un país tan caro como Costa Rica y mantener a una familia entera no es posible con un solo ingreso, aclara, mucho menos con el sueldo de una mujer migrante que está mucho más abajo del salario mínimo.

Originaria de La Concepción, Masaya, Mercado jamás se había dedicado al trabajo doméstico en Nicaragua, pues no tenía la necesidad. Ahora siendo la trabajadora de otra familia y la cocinera de su propio negocio, es de lo que se trata su día a día.

Trabajo doméstico, la única opción para las mujeres nicas

La precarización y la reclusión laboral al área doméstica y de cuidados no es experiencia única de Mercado, sino de miles de mujeres migrantes radicadas en Costa Rica, especialmente nicaragüenses que han huido de la violencia estatal desatada por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo desde 2018, señala Claudia Vargas, socióloga y oficial de programas de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano.

A diferencia de otras olas migratorias de mujeres nicaragüenses a Costa Rica, las que migraron desde el inicio de la crisis sociopolítica tienen un perfil altamente formado académica y laboralmente. Sin embargo, los empleos a los que logran acceder en el país vecino siguen siendo poco remunerados, en condiciones laborales precarias, y centrados en el cuidado del hogar.

“Las mujeres siguen accediendo a los mismos trabajos históricos. No importa cuáles son las capacidades que traes, cuando venís a Costa Rica, no valen. No hay reconocimiento a tus capacidades, a tus méritos académicos o a los aprendizajes que lograste conseguir. El único empleo que está disponible para las mujeres migrantes en Costa Rica es siempre en los cuidados domésticos, es decir, cuidar a niños y ancianos, o trabajar en la cocina de las casas”, explica Vargas.

Pese a que han sido casi seis años desde el inicio de la crisis sociopolítica en Nicaragua, que ha dejado como consecuencia una crisis migratoria extrema,  principalmente hacia Costa Rica, las condiciones laborales para las mujeres nicaragüenses no han cambiado mucho, indica Vargas.

Sí, ha aumentado la sensibilidad por parte de las personas empleadoras, pero todo lo demás se mantiene igual. “Para quienes han cambiado las condiciones ha sido para las mujeres costarricenses, y han sido precisamente por la incorporación de las mujeres migrantes en los roles de cuidado. Cuando tenés a mujeres nicaragüenses asumiendo todo el cuido de tu casa y los miembros de tu casa, te da la oportunidad a vos como costarricense para estudiar, trabajar o hacer otras cosas”, señala.

Migración de mujeres nicaragüenses ha aumentado

Desde 2018 hasta octubre de 2023 se han registrado 222 511 solicitudes de refugio de personas nicaragüenses, según datos de la Dirección de Migración y Extranjería (DGME). Aunque estos datos no están desagregados por sexo, la DGME ha señalado en sus informes mensuales el aumento de mujeres migrantes en los últimos años.

Además, las condiciones laborales para las mujeres se agravan si su situación migratoria no está regularizada y no cuentan con permisos de trabajo, ya que las deja expuestas a trabajos informales, en los están en riesgo de vivir múltiples vulneraciones de sus derechos laborales.

“Si con un permiso laboral están expuestas a tantas vulnerabilidades de derechos laborales, imagínate cuando buscan trabajo y no tienen un permiso laboral, sobre todo porque en algunas labores como servicios domésticos, no piden permiso laboral. Mientras más expuesta estés, es mejor para los empleadores”, expresa la socióloga.

Según el Decreto Ejecutivo 44293-MTSS del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de Costa Rica, el salario mínimo de las personas que se dedican al trabajo doméstico durante el 2024 debe de ser de 246 624 colones (482.38 dólares) mensuales. 

No obstante, de acuerdo con la activista trans, Dámaso Vargas, los salarios para las trabajadoras del hogar están debajo del salario mínimo en gran parte de los casos y pueden llegar hasta los 60 000 colones mensuales (USD 117.35 dólares) en los casos menos remunerados.

Por otro lado, trabajos en tiendas que son comunes en Costa Rica, cuyos trabajadores son mayormente conocidos como gondoleros o gondoleras, tienen horarios de hasta doce horas diarias; lo que excede la cantidad de horas semanales permitidas por el Código del Trabajo costarricense, que contempla un máximo de 48 horas a la semana.

Usualmente tampoco cuentan con seguro social u otras prestaciones sociales obligatorias por Ley, y se ven constantemente vulnerados sus derechos laborales por la falta de regularización.

“A veces no hay horario de salida, o si te enfermas y no llegas a trabajar, te corren sin liquidación. En el último caso las mujeres fueron agredidas violentamente por los empleadores”, dice Vargas,  refiriéndose al caso del dueño de las tiendas SYR en Costa Rica, un empresario chino de apellido Lin que golpeó con tubos a dos mujeres en 2022.

Desempleo y trabajos poco remunerados afectan a mujeres nicas

 

Mientras su mamá amarra los nacatamales y los coloca en la olla para ser puestos al fuego, Mercado limpia la cocina y cualquier rastro de masa que haya quedado. Entretanto, se toma a sorbos un café y continúa contando sobre su vida en Nicaragua.

Durante su juventud se graduó de la carrera de Ingeniería en Sistemas, luego se dedicó a la crianza de sus hijos y a realizar trabajos de contaduría para su papá.

En 2018 su familia brindó alimentos, y atendió a las personas heridas que participaron en el tranque ubicado en El Recuerdo, en el municipio de La Concepción. Ella, junto a un grupo de mujeres preparaban los tres tiempos de comida para la gente que estaba atrincherada.

No obstante, ese gesto de ayuda les significó ser presas de la persecución de la dictadura y múltiples amenazas de extremistas sandinistas, que la obligaron a exiliarse  en julio de ese año con su mamá y sus hijos a Costa Rica. “Pasamos por cuatro casas de seguridad, hasta que llegamos acá a Costa Rica el 18 de julio de 2018”, señala. 

Una de las primeras cosas que hizo estando en suelo tico fue solicitar refugio y gestionar su permiso de trabajo. Su primer trabajo fue el cuidado no remunerado de dos sobrinos, pero desde entonces “ha trabajado haciendo de todo”, comenta.

En ese tiempo, trabajó atendiendo en una “soda”, es decir en un cafetín; luego en un minisuper; posteriormente, laboró como asistente del hogar en otra familia tica; hasta que llegó la pandemia del coronavirus en 2020 y la suspendieron porque sus jefes sospecharon que tenía la enfermedad.

“Muchos empleadores empezaron a despedir a sus trabajadores y yo fui una de esas porque uno de mis familiares se infectó de covid-19. Ellos pensaron que yo también lo tenía, a pesar que mi examen había salido negativo. Me suspendieron por casi cuatro meses sin salario”, explica.

Aunque la mayoría de las personas fueron afectadas laboralmente por el confinamiento debido a la pandemia, las personas migrantes fueron especialmente vulnerables ante los despidos y suspensiones por parte de los empleadores ticos, señala Mercado.

“Y no me podía quedar con los brazos cruzados porque la comida, el arriendo, los hijos, todo seguía caminando. Entonces fue cuando decidimos empezar de todo un poco”, relata. Así surgió Variedades La Concheña, un emprendimiento que nació siendo “de todo un poco” y ahora se enfoca en gastronomía nicaragüense y servicio de catering.

La posibilidad de trabajar en su carrera ni siquiera la contempló, señala, ya que debía pagar un curso de actualización, que en dependencia de la institución educativa podía costar  más de 1 000 dólares por curso. La otra opción era convalidar las clases que estudió en Nicaragua y sacar un título universitario costarricense, pero esto también implicaba dinero y tiempo.

“Decidí enfocarme en lo que siempre me había gustado, que era la cocina y la repostería. Mejor estudié una carrera técnica en repostería y una carrera técnica en cocina”, indica. Dichas carreras técnicas logró estudiarlas gracias a organizaciones sociales que costearon los gastos.

Si bien tres meses y medio después de haber quedado desempleada consiguió trabajo nuevamente como asistente del hogar, el emprendimiento lo ha mantenido hasta la fecha para cubrir sus necesidades económicas. Pues, los 135 000 colones (254 dólares) que ganaba mensualmente no eran suficientes ni para pagar el alquiler de dónde vivía, que costaba 145 000 colones (283.6 dólares) en ese momento.

Títulos no valen para las mujeres nicaragüenses 

Otra razón por la que las mujeres nicaragüenses en Costa Rica están recluidas al trabajo doméstico y otros trabajos poco remunerados es por la falta de certificaciones académicas por parte de instituciones costarricenses, tal como en el caso de Mercado. Sin embargo, esta situación es peor para aquellas mujeres nicas que no tienen títulos universitarios, pero sí están capacitadas para hacer ciertos oficios.

“Es súper difícil encontrar trabajo para personas que venimos de Nicaragua, que sabemos hacer un montón de cosas, pero no estamos certificadas por instituciones académicas”, dice la activista, Dámaso Vargas, quien en Nicaragua trabajaba como promotora de derechos sexuales y reproductivos en organizaciones civiles.

Para ella, trabajar del activismo y sobrevivir de eso es imposible en Costa Rica. Debido a la persecución que sufrió durante el estallido de la crisis sociopolítica por su defensa de los derechos humanos, Vargas tuvo que exiliarse en Costa Rica en 2019. No obstante, conseguir un trabajo formal y fijo le ha sido imposible en estos casi cinco años de exilio.

“En Nicaragua se podía vivir de hacer activismo. Podía vivir trabajando como promotora de derechos humanos, trabajar para una organización civil y que esa organización me pagara por lo menos un salario mínimo y prestaciones sociales. Aquí en Costa Rica, para poder trabajar debes de tener un montón de capacitaciones técnicas, que sí las tenés, pero debes de tener un cartón de una universidad tica que lo demuestre”, manifiesta.

Aunque actualmente Vargas, de 30 años, sigue trabajando en la promoción de derechos humanos, y de derechos sexuales y reproductivos, estos trabajos son en concepto de consultorías o limitados a proyectos temporales. Por tal razón, muchas veces también ha tenido que trabajar en la limpieza de hogares y de otras labores domésticas.

“Ha habido momentos donde he vivido con 300 dólares al mes. Es difícil decir que vas a sobrevivir como humana en un país que está tan encarecido y tan tecnificado como Costa Rica. Además, Costa Rica era el doble de caro que en Nicaragua en 2019 cuando yo vine, ahora es un 150% más. Nos deja en una regresión total en temas de acceso a un trabajo digno”, expresa.

Según ella, también ha habido momentos donde ha tenido que escoger entre la renta o el alimento, en particular durante la pandemia. “Toca limpiar casas, lavar trastes, estar en un lugar como mesera o de ayudante de cocina. En 2020 todo eso se cerró. Era un caos conseguir dinero para la renta. Se activaron las redes y a muchas nos tocó vivir de ayuda humanitaria”, dice.

Su estrategia para sobrevivir en Costa Rica ha sido vivir gracias a redes de apoyo.  “Mientras en Nicaragua yo podía tener un cierto estilo de vida y satisfacer mis necesidades, aquí en Costa Rica me tocó vivir un retroceso de todas esas cosas”, señala.

Decretos ejecutivos afectan a la población migrante

Trabajos más allá de ser domésticas, el principal desafío para las mujeres nicas en Costa Rica
El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, habla durante una entrevista en San José, Costa Rica. EFE | Jeffrey Arguedas

Los decretos que estableció el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chávez, en noviembre de 2022 también han afectado en profundidad a las mujeres nicaragüenses y a toda la población migrante, indica Vargas. 

Los decretos establecen que las personas migrantes sólo pueden solicitar refugio en los primeros 30 días de su entrada a Costa Rica. Solo pueden solicitarlo de manera presencial y se ofrecerán solamente 70 cupos diarios. 

En el caso que la persona solicitante haya pasado por un tercer país “al que se considera respetuoso de derechos humanos” y no solicitó refugio en ese lugar, su solicitud se considerará inadmisible.

Este decreto también prohibía a las personas solicitantes de refugio salir del país, ya que eso implica “la inexistencia real de la necesidad de protección internacional”. Dicha normativa fue declarada inconstitucional por la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia costarricense en febrero de 2023.

Las restricciones a los permisos de trabajo

Sin embargo, lo que más ha afectado a los migrantes nicaragüenses es el acceso a los permisos de trabajo. Pues, los decretos señalan que el permiso de trabajo no se entregará de forma inmediata a las personas solicitantes de refugio, como se solía hacer, sino que se tendrá que gestionar tres meses después de la solicitud de refugio, en caso de que la petición no haya sido resuelta, y se tendrán que cumplir una serie de requisitos.

Además, antes de conseguir el permiso de trabajo, la persona solicitante de refugio debe de estar registrada en la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS). Para eso, el solicitante ya debe de contar con un empleador, el cual debe brindar una carta notariada que contenga sus funciones, horarios y salarios.

También se exige mostrar los ingresos o balance de la empresa o empleador, evidencia de que la empresa o empleador esté al día con sus obligaciones en CCSS y demostrar una certificación que indique que la empresa o empleador se encuentra al día con la póliza de riesgos.

El decreto también prohíbe que las personas solicitantes realicen actividades laborales por cuenta propia. 

Aunque las personas nicaragüenses pueden optar por la Categoría Especial Temporal (CET), solo lo pueden solicitar personas cuya solicitud de refugio haya sido pedida antes del 30 de septiembre de 2022, esté pendiente de resolver o haya sido negada a marzo de 2023, y que la persona no haya salido del país durante su estancia en Costa Rica.

“Lo que viene a rematar son los decretos aprobados por el presidente de la República. El sistema costarricense nos está diciendo a nosotras las mujeres migrantes ‘ustedes aquí valen cada día menos”, señala Vargas.

Emprendimientos han sido salvavidas para las mujeres

Trabajos más allá de ser domésticas, el principal desafío para las mujeres nicas en Costa Rica
Aunque Variedades La Concheña inició en 2020, todavía continúa hasta la fecha con la participación de toda la familia de Mercado | Divergentes

Después de un par de horas, los nacatamales de María René Mercado ya están al fuego, solo a la espera de que terminen de ser cocidos. Dentro de su largo itinerario, Mercado debe entregar los productos al día siguiente y en el resto de la semana.

Frente a la entrada de su sala, mantiene una pequeña mesa que muestra con orgullo las bolsas de pinolillo, cacao, policereal y otros productos secos que hacen con sus propias manos ella y su mamá. De un lado a otro, también se muestra la bandera de Nicaragua, que a menudo Mercado la coloca al revés para denunciar la crisis que vive su país.

“Un pedacito de Nicaragua en tu hogar”, reza el serigrafiado de su camisa y todos los demás productos que contienen el logo de Variedades La Concheña. “A las personas que somos de La Concepción nos dicen Concheños”, aclara el origen del nombre de su emprendimiento.

El emprendimiento ha sido el último salvavidas para las mujeres nicaragüenses que no encuentran empleos formales o bien remunerados. En él, las mujeres resisten en una economía asfixiante y a un Estado que cada vez le cierra más las puertas.

Muchas mujeres nicaragüenses han podido establecer sus pequeños negocios gracias a la ayuda de organizaciones que apoyan a las personas migrantes y a la comunidad nicaragüense en Costa Rica.

“El emprendimiento es lo único que hay para sobrevivir, es una estrategia de sobrevivencia. No son mujeres negociantes, todavía no tienen un negocio grande. Tener un emprendimiento es rascar con la uña lo que encontrás, buscar con qué sobrevivir para tener algo y aportar de alguna forma al hogar”, dice la socióloga, Claudia Vargas.

Para Mercado, también ha significado traer su hogar nicaragüense a Costa Rica y mostrárselo a las personas que consumen sus alimentos. Desde que se unió a la Red de Mujeres Pinoleras en 2022, hacer crecer más Variedades La Concheña ha sido su nueva meta.

Su próximo objetivo es dedicarse exclusivamente a su negocio cuando su hijo mayor termine la universidad. “En dos años yo sueño con que mi mamá y yo nos jubilemos y empecemos a dedicarnos solo a nuestro emprendimiento”, dice. Mientras tanto, mantendrá ambos trabajos para ella y su familia.