William Grigsby, la muñeca rusa de la propaganda Ortega-Murillo

Es como una Matrioshka, la tradicional muñeca rusa de varias caras: William Grigsby es contradictorio, volátil, sumiso al poder y uno de los voceros más “inteligentes” que tiene el aparato de propaganda del régimen. Diversas fuentes lo describen como un personaje esencial en la transmisión del discurso de odio de la dictadura Ortega-Murillo, pero que en el pasado fue crítico de la pareja presidencial y hasta recibió recursos de la cooperación internacional. “El peligro es que te ponga en la mira”, asegura una de las fuentes


Anotaciones de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del partido Nazi: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas repetidas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

I. Un oráculo funesto

Cuando el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo inició una cacería contra los opositores de Nicaragua, sus propagandistas vaciaban todo un arsenal de palabras y discursos contra las voces críticas del país. William Grigsby Vado, de 64 años, apodado como el “Chele” debido a su color de piel, y uno de los más fieles voceros de la dictadura, lanzó el miércoles siete de julio de 2021 una amenaza que, semanas después, se materializó. “Lo grueso está por llegar”, dijo en vivo. Del crítico sandinista del 2000 no queda mucho. Su discurso está plegado al de la vicepresidenta Murillo, a pesar que en varias ocasiones aseguró que su presencia le hacía mal a Ortega. 

Su programa, “Sin fronteras”, es transmitido por Radio La Primerísima y a través de YouTube. En él, Grigsby lanza arengas contras aquellos que los máximos –y únicos– líderes del sandinismo consideran sus enemigos. Para periodistas y expertos en comunicación sus extensos y apasionados discursos son una forma infalible de enterarse quién es el próximo objetivo de la dictadura. 

Grigsby no siempre fue una figura leal a Ortega y a Murillo. Muchos años antes de que el sandinismo recuperara el poder en 2007, su voz dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) era la de un crítico. Si bien siempre se ha movido en el espectro rojinegro, durante la crisis del sandinismo, luego de la derrota electoral de 1990, apostó por una reforma a las estructuras y criticó abiertamente a Ortega y a Murillo. Hoy no queda sombra de ese intelectual izquierdista. Los lunes, miércoles y viernes habla en vivo durante más de una hora con un tono antiimperialista, acorde al que utiliza la vicepresidenta Murillo. 

“La responsabilidad que tiene en la represión es la de deshumanizar. Es parte de un esquema de exterminio”, explica un experto en análisis del discurso que accedió a brindar su punto de vista a cambio de mantener su anonimato. El especialista no duda en comparar al vocero del régimen con Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi. Sin embargo, no es tan ideólogo como lo pudo ser Goebbels. La fuente asegura que sus rasgos pueden ir más acordes con Kantano Habimana, un periodista raundés que fungió como el principal locutor de la Radio Télévision Libre des Mille Collines (RTLM), el cual desempeñó un rol importante en provocar el genocidio de los tutsi, en Ruanda, debido al discurso racista promovido por Habimana desde su micrófono. “El que lanza una argumentación para justificar al que da el gatillazo también tiene una responsabilidad”, conmina el experto.

Recibe nuestro boletín semanal

II. El otro “chele” Grigsby

William Grigsby, la muñeca rusa de la propaganda Ortega-Murillo
Foto: tomada de medios oficialistas.

Todas las fuentes consultadas para este perfil coinciden en un aspecto que caracteriza al “Chele”: tiene una inteligencia superior a cualquiera de los voceros y propagandistas del régimen, misma que, según las mismas fuentes, evidenció en una serie de artículos que escribió entre el 2000 y el 2007 para la revista Envío, una publicación mensual en la que escribían intelectuales y académicos.

Otra fuente que en aquellos años coincidió con él, y que por seguridad pidió mantenerse anónimo, aseguró que Grigsby llegó a la revista como una especie de experto y analista en temas municipales. “Los artículos que él escribió, a pesar de que estaba con el Frente, eran bastante críticos. En realidad eran muy buenos”, relató. “Hay artículos, por ejemplo, sobre la Policía que contaban muchas interioridades, y demostraban que tenía buenos contactos dentro de la institución”.

Dentro de las páginas de la edición 264 de la revista Envío, publicada en marzo de 2004, William Grigsby dirigió un dardo al FSLN, que en ese momento pasaba por una crisis ante los señalamientos de los familiares del periodista Carlos Guadamuz, quienes tacharon a figuras del partido –entre ellas a Daniel Ortega– como autores intelectuales del asesinato. “El crimen de Guadamuz somete a juicio no sólo al autor material, ya capturado, sino a los intelectuales, cuya identidad aún se ignora. También están a prueba la Policía Nacional, la Fiscalía, los tribunales de justicia y el Frente Sandinista de Liberación Nacional”, escribió. Grigsby dijo en una entrevista que el asesinato fue “el resultado de una pugna entre grupos de poder del partido sandinista”.

Tres semanas después de que su artículo fue publicado en Envío, Grigsby denunció un acto de “intimidación” en el Centro Nicaragüense de los Derechos Humanos (Cenidh). “Fui objeto de una tenaz persecución de un vehículo en el cual viajaban tres personas, que a lo largo de quince o veinte minutos intentaron darme alcance, finalmente, porque conozco bastante bien la zona, logré escabullirme”, detalló desde su programa. 

Según informó El Nuevo Diario, uno de los diarios asfixiados por la dictadura, varias personas incursionaron de manera sorprendente en su apartamento ubicado en las inmediaciones de Montoya, “muy cerca de la casa de Daniel Ortega”, llevándose algunos objetos para “disimular” un robo. “Pero obviamente su objetivo no era el robo, porque quedaron muchas otras cosas fáciles de llevar y que no fueron extraídas”, agregó. 

Su crítica hacia el partido se extendió durante varios años después de esos eventos. En 2005, reprochó a los seguidores de Ortega por haber purgado a Herty Lewites del partido para garantizar que el eterno candidato del FSLN siguiera al mando en otra elección.

William Grigsby
Herty Lewites, ex alcalde de Managua, saluda durante un evento de apoyo a su candidatura a la presidencia de Nicaragua por el FSLN. Foto: Archivo EFE:

Ese mismo año también recibió algunos beneficios de la cooperación internacional, la misma que hoy ataca con fiereza desde su emisora. El 25 de abril de 2005 concluía una visita a Suiza que el propagandista realizó en el marco de una “misión Sur-Norte” organizada por el Grupo de Voluntarios de más allá del Mar (GVOM). 

El medio Swissinfo preguntó a Grigsby qué pensaba de la cooperación y la solidaridad internacional, incluida la helvética. 

“El apoyo externo más importante es el que propicie las condiciones internas para fortalecer la conciencia de la gente. En otras palabras: educación popular, en todo el sentido de la palabra. Me parece que ese es el gran desafío en Nicaragua, y en correspondencia, de la solidaridad internacional”, respondió.

En 2007, cuando Ortega obtuvo finalmente la presidencia, brindó una conferencia cuyo registro fue recogido por la revista Envío en la que tachaba a las estructuras del Consejo del Poder Ciudadano (CPC) como “parasitarias”. “Son hoy fundamentalmente tan sólo una maquinaria electoral, donde en una muy buena cantidad de casos, no dirigen los líderes de la comunidad”, reflexionó.

En el mismo artículo cuestiona las decisiones de Ortega y Murillo: “¿Quieres no ser un gobierno más, tienes la aspiración de trascender, de cambiar? Entonces, necesitas a la gente. Por eso decidieron crear los Consejos del Poder Ciudadano. Lo que pasa es que esa base con conciencia, la están organizando por decreto: ‘Yo decreto que hoy la gente se va a organizar’. Y eso no es así, eso no funciona así, en mi opinión”.

Esas fueron una de sus últimas críticas, que poco a poco irían en declive tras la consolidación de Ortega en el poder.

“Él siempre ha sido una persona inteligente, pero muy volátil. Este de ahora es un chele rastrero, agresivo, prosaico, y por supuesto totalmente acrítico”, aseguró una antigua colega de William Grigsby que también pidió mantenerse en anonimato.

III. Auge y desgracia

William Grigsby
William Grigsby en la cabina de Radio La Primerísima.

Las razones de la metamorfosis de William Grigsby, quien pasó de ser un férreo crítico dentro de las filas del sandinismo a uno de los más leales de la cúpula Ortega-Murillo, están en el terreno de la especulación. “Su reconciliación con la Rosario Murilo tiene otro trasfondo, como algún débito personal; se sabe que la Rosario pasa cuentas y exige lealtades”, menciona su excolega. 

Pese a que su crítica se apagaba, mantuvo durante los primeros años del nuevo gobierno de Ortega cierta independencia que no era bien vista por Murillo. Permitió en Radio La Primerísima los programas Onda Local y Doble Play, cuyo contenido era crítico y fiscalizador. Onda Local fue sacado de circulación en 2017, mientras que Doble Play dejó de transmitirse luego de las protestas de abril de 2018. Y es en este último hecho que William Grigsby da un nuevo bandazo.

El 23 de abril de 2018, a seis días de las protestas más grandes contra Ortega y Murillo, Grigsby compareció en el programa “A los 4 vientos” y aseguró que la Juventud Sandinista sembró el “terror” con la paliza que dieron los jóvenes manifestantes de Camino de Oriente. 

“Es un personaje de novela, porque de los sapos que le hacen coro al régimen, él tiene una personalidad compleja. Todas sus relaciones interpersonales son complicadas y de amor-odio. Ese mismo vínculo ha demostrado que lo tiene con el partido”, explicó una de las fuentes.

Desde entonces se ha dedicado a atacar a sectores como la Iglesia, periodistas y empresarios. Sin embargo, en los últimos episodios de su programa el principal blanco de ataques son los Estados Unidos. 

William Grigsby estructura su espacio en tres segmentos. El primero de ellos es un hecho de contexto. Este lunes 27 de septiembre habló sobre la Asamblea General de las Naciones Unidas realizada en Nueva York. El segundo elemento es de carácter ideológico. Durante poco más de la mitad del programa, el propagandista se dedicó a leer testimonios de violaciones y mutilaciones cometidos por la Contra en la década de los ochentas. Las historias eran descarnadas, sin ningún tipo de censura. “Mientras ustedes están escuchando todo esto, reproduzcan en sus mentes los gritos de aquellos muchachos que se quemaban vivos”, dijo viendo a la cámara.

Luego, como si se tratara de un sermón que viene después del evangelio, hace una breve pausa y asegura: “Cuando piensen en los traidores que defienden a los Estados en Nicaragua, piensen en estas cosas. Cuando por X o Y razón se pongan bravos por algo que pasó entre nosotros, piensen en estas cosas. Cuando las dudas les vengan, piensen en estas cosas. Cuando los yanquis y europeos les hablen de democracia y de derechos humanos, piensen en estas cosas. No las vivimos los nicaragüenses hace siglos, sino hace más de 30 años. Todavía hay miles de sobrevivientes de estas atrocidades”. 

Y el tercer elemento de su programa es una alabanza a la gestión de Ortega y Murillo. Al final del segmento, después de leer decenas de testimonios de guerra, habló sobre las elecciones municipales de noviembre, y dijo que el liderazgo del Frente bajo la conducción del comandante Daniel era la mejor opción del país. Que Ortega conocía –y “no como turista”– el 95% de los municipios del país y que nadie como él sabía llevar las riendas de la nación, a pesar de que el caudillo sandinista de El Carmen lleva años de no salir de Managua en actos partidarios en circuitos cerrados.

Sin embargo, para una de las fuentes consultadas que coincidió con William Grigsby en su etapa de militante crítico, “su mayor peligrosidad es que te ponga en la mira”. 

IV. La propaganda del mal

William Grigsby, la muñeca rusa de la propaganda Ortega-Murillo
Rosario Murillo y Daniel Ortega en un acto público. EFE.

“Faltan sotaneros, faltan soldaditos de plomo, faltan otros de familias ilustres, falta caña que moler aquí, hay que poner tras las rejas a los autores intelectuales de la barbarie somocista que sufrimos en 2018, los de saco y corbata, los que no tuvieron un solo muerto, los que contrataron a drogadictos, a narcotraficantes, a picaditos, a delincuentes, para que hicieran los tranques, esos son los que murieron, esos son los que cayeron presos, y ellos muy bien en sus casas”, arremetió el nueve de junio de 2021, cuando su propaganda pasaba por la etapa más vociferante.

El “chele” es un experto en agitación política. Los inicios de William Grigsby en el FSLN se remontan a los años de su juventud. Su papel en las estructuras no tiene ningún momento destacable. El propagandista se dedicaba a llevar mensajes clandestinos entre los diferentes grupos del naciente FSLN, cruzar cartas e informar. Luego del derrocamiento de Anastasio Somoza Debayle, el último de la saga de los Somoza que gobernó por casi 50 años el país, Grigsby entró de lleno al aparato de propaganda sandinista.

“Él no es un estratega ni es un ejecutor. Es la mera propaganda que la ejerce en varios niveles: con sus contactos internacionales tratando de incidir en lo que existen de comités de solidaridad que le son fieles a la dictadura, y también con la militancia. Él es de ir a moverse con las bases, en ese sentido es un eslabón vital. Es un divulgador popular”, relató la fuente que coincidió con él en su etapa de militante crítico.

En paralelo ejecuta lo que el experto en análisis del discurso tacha de goebbeliano: “La propaganda tiene distintas aristas, y a diferencia de la comunicación, que genera un elemento crítico de información, está fundamentada para dar sustento a las acciones de un actor o un proyecto”, explicó. 

“¿Cómo funcionaba Goebbels? Primero: masificar el acceso a la información que se va a generar desde un punto de vista. Segundo: comienza a objetivar. Hay una decisión política que hay que crear un enemigo. Aquí, el enemigo es la oposición. Tercero: a partir de eso comienza a decir todos los vicios que tiene ese enemigo y cómo atenta contra nosotros. Por tanto, es deshumanizar porque todo se enmarca en la lógica de ellos o nosotros”, reiteró el experto.


La información que publicamos en DIVERGENTES proviene de fuentes contrastadas. Debido a la situación en la región, muchas veces, nos vemos obligados a protegerlas bajo seudónimo o anonimato. Desafortunadamente, algunos gobiernos de la región, con el régimen de Nicaragua a la cabeza, no ofrecen información o censuran a los medios independientes. Por ello, a pesar de solicitarlo, no podemos contar con versiones oficiales autorizadas. Recurrimos al análisis de datos, a las fuentes internas anónimas, o las limitadas informaciones de los medios oficialistas. Estas son las condiciones en las que ejercemos un oficio que, en muchos casos, nos cuesta la seguridad y la vida. Seguiremos informando.