El nuevo estilo del dictador en materia de relaciones internacionales exhibe dos características a destacar: los lloriqueos y el servilismo.
La reciente visita de un jerarca del gobierno chino mostró de cuerpo entero al Ortega rastrero y servil.
Además de deshacerse en alabanzas al presidente de China, Xi Jinping, no tuvo escrúpulos en atacar miserablemente a Taiwán, al calificar a ese país como base militar norteamericana y afirmar que ahí no había gobierno, ni Estado. Miserablemente, digo, porque lo expresó después de recibir dos veces al presidente anterior de Taiwán, y de recibir a la presidenta actual de ese país, en enero del 2017.
Y lo declaró después de pasar 15 años beneficiándose de los favores de la cooperación taiwanesa. Que conste, la cooperación de Taiwán con la dictadura no nos merece ningún reconocimiento porque otorgó donaciones hasta a la policía de Ortega. Hago la mención para destacar, por un lado, el talante rastrero del tirano y, por otro, su talante hipócrita. Para congraciarse con los chinos no era necesario ser tan ruin.
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El otro rasgo es el Ortega quejumbroso, dándole quejas al canciller Lavrov, de Rusia. Con el jerarca ruso exhibió, además de su talante rastrero, su capacidad para falsificar la realidad, aunque lo hace de manera tan burda que cae más bien en el ridículo. Mientras el mundo condena la agresión militar de Putin a Ucrania, Ortega presenta a Rusia como víctima.
El tirano Ortega habla como si fuera un líder mundial que refleja los sentimientos de los pueblos del mundo. Es importante recalcar que únicamente seis delegaciones, incluyendo el representante de Ortega, se pronunciaron en favor de Rusia en la más reciente votación de la Asamblea General de Naciones Unidas. Más de 140 países reivindicaron el derecho de Ucrania a su soberanía, independencia, unidad e integridad territorial.
Ortega, en cambio, se derrite en lloriqueos hipócritas por la paz, la autodeterminación y la soberanía mientras ensalza la agresión militar, el expansionismo y las pretensiones rusas de aplastar la soberanía de Ucrania.
El antiimperialista Ortega terminó en el más vulgar entreguismo, presentando ante el representante del oso ruso sus quejas por las sanciones que imponen a jerarcas de su régimen por corrupción y por violaciones a derechos humanos.
Incluso, se atrevió a mostrar los dientes amenazando con un lenguaje hostil a los gobiernos de Belice y Guatemala porque se oponen tanto a la expulsión de Taiwán del SICA (Sistema de Integración Centroamericana), como a la incorporación de Rusia, como observador. Este probablemente sea uno de los deslices más relevantes de Ortega en el ámbito centroamericano, porque hasta ahora había cultivado relaciones cordiales. El dictador está corriendo el riesgo de abrir una fisura en un escenario que hasta ahora le ha resultado cómodo. Esta hostilidad refuerza los temores que en materia de seguridad comienza a generar en distintos sectores centroamericanos la intromisión de Rusia y las pretensiones de Ortega de trasladar el conflicto geopolítico a la zona.
A decir verdad, la irresponsabilidad del tirano no tiene límites y un buen día nos podemos desayunar con la noticia de que un buque de guerra ruso arribó a puertos nicaragüenses.
La pregunta evidente es qué gana Ortega con estos lloriqueos y servilismos. La respuesta tiene varias vertientes; en esta ocasión nos referiremos a una: Ante todo, quiere transmitir seguridad a los seguidores que todavía le quedan. Quiere proyectar la imagen de que goza del respaldo de dos potencias mundiales. También quiere apantallar y atemorizar a la población Nicaragua y, de paso, desconcertar a las organizaciones y grupos opositores.
¿Qué nos toca a nosotros? Para comenzar, debemos desnudar las patrañas de Ortega sobre las relaciones con Rusia. ¿Cuánto importan a los nicaragüenses las relaciones con Rusia? Comparemos las relaciones económicas que Ortega ha cultivado con Estados Unidos, más allá de su retórica.
¿Cuánto exportó Nicaragua a Rusia en 2022? 4 millones de dólares.
¿Cuánto se exportó a Estados Unidos? 1800 millones de dólares. Casi la mitad del total de las exportaciones de mercancías Nicaragua, sin incluir las zonas francas.
Qué exportamos a Estados Unidos: Café, azúcar, tabaco, queso, frijoles, camarones, carne, oro. Miles de empresarios; miles de productores de todo tamaño dependen de las exportaciones hacia Estados Unidos. Y miles y miles de trabajadores.
¿Y cómo van las importaciones, esto es, lo que compramos a otros países? Para que tengamos una idea: El 75% de las compras de petróleo de Nicaragua provienen de Estados Unidos, es decir, 3 de cada 4 barriles de combustibles tienen su origen en Estados Unidos. Ya no es Venezuela.
Por otra parte, las compras de mercancías de Nicaragua a Estados Unidos crecieron el 25% en un solo año, esto es, entre 2021 y 2022.
¿Y cómo es que Ortega lloriquea por las sanciones si cada vez son mayores las relaciones comerciales con Estados Unidos?
¿Y qué ocurre con las inversiones? ¿Cuántas provienen de Rusia? Cero. Porque las vacunas con las que se iba a inundar a Centroamérica están en suero y en cero.
¿Y de Estados Unidos? Bueno. Los mismos paniaguados del régimen fachentean divulgando que Estados Unidos está a la cabeza como origen de las inversiones en Nicaragua.
¿Y las remesas? ¿Cuántas llegaron de Rusia? Cero
¿Cuántas llegarán de Estados Unidos en 2022?
2500 millones de dólares. Mil cien millones de dólares más que en 2021
¿Cuántos créditos y donaciones vinieron de Rusia? Cero.
En materia de créditos y donaciones sabemos que el BID, el Banco Mundial y el FMI, han otorgado centenares de millones de dólares a Ortega. Estados Unidos es el principal socio de estas instituciones. Las zalamerías de Ortega, las alabanzas del dictador, el servilismo del tirano tiene un solo significado: Que no le importa Nicaragua ni los nicaragüenses.
¿Le importan las trabajadores y trabajadores de las zonas francas? Claro que no le importan.
¿Le importan los ganaderos, los productores de queso, los productores de frijoles? No le importan
¿Le importan los cañeros, los trabajadores de los ingenios, los cafetaleros, los cortadores de café? Claro que no le importan.
¿Le importan los centenares de miles de familias nicaragüenses que dependen de las remesas?
¿Le importan los centenares de miles de nicaragüenses de todas las edades, género y condición, principalmente jóvenes, que abandonaron en los últimos dos años el paraíso orteguista?
Lo único que le importa al dictador es aferrarse al poder a sangre y fuego, aunque para ello tenga que arrastrarse y mendigar el apoyo a China y a Rusia.
ESCRIBE
Enrique Sáenz
Es licenciado en Derecho y licenciado en economía, y cuenta con estudios superiores en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, Caracas) y estudios superiores en Historia Latinoamericana (UNAN, Managua). Fue diputado de la Asamblea Nacional de Nicaragua (2007-2016) y gerente de proyecto para asuntos de cooperación y gobernabilidad en la Delegación de la Unión Europea para América Central en Managua. Se desempeñó también como Director Ejecutivo de la Fundación Siglo XXI (1996-1997) y Oficial Ejecutivo en la Representación del PNUD en Nicaragua, entre otros puestos en el gobierno de Nicaragua y organismos regionales.