Poco antes del triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, cuando los hermanos Daniel y Humberto Ortega Saavedra no eran los hombres más fuertes de Nicaragua que serían en los años ochenta, la relación familiar entre ellos era “distante”.
Rosario Murillo ya compartía vida con Daniel, y en los siguientes años revolucionarios nacieron seis de los hijos de la actual pareja presidencial. Por aquel entonces esos niños —junto a sus medio hermanos mayores, Rafael y Zoilamérica Ortega Murillo —tenían escaso contacto con sus primos, los hijos de Humberto. Los primos hermanos compartían esporádicamente cuando celebraban cumpleaños, piñatas, pero sus padres no se mezclaban.
Era la abuela Lidia Saavedra y una de sus hijas, Germania —ambas fallecidas—, que se encargaban de juntar a los pequeños para que compartieran. Mientras que las dos parejas —Daniel y Rosario, Humberto y Ligia Trejos— no transaban. Sobre todo ambas esposas.
Trejos era de origen costarricense, revolucionaria también, pero más dedicada al cuidado de sus hijos y con menos proyección pública que la que Murillo pretendía en los espacios de la Revolución Sandinista.
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Aunque la animadversión era mutua entre ambas, fuentes cercanas a la familia Ortega Murillo recuerdan que la actual “copresidenta” desdeñaba a Trejos y a Humberto por “el estilo de vida opulento” que llevaban. Más de cuarenta años después, el desdén todavía es patente y tuvo su culmen el pasado 19 de mayo, cuando la pareja presidencial cercó policialmente la casa del exjefe del Ejército de Nicaragua.
“Rosario siempre se dirigía de manera muy despectiva a los hijos de Humberto; criticaba a Ligia Trejos y al mismo Humberto, incluso por la ropa que usaban. Eso se lo decía a Daniel y usaba cosas ideológicas de la pureza, de los hábitos burgueses y todas esas cosas contra su cuñado en una doble moral, porque Rosario era así también”, relata una fuente cercana a la familia Ortega Murillo. “Ella ocupaba esas cosas para cuestionar políticamente a Humberto y debilitar la relación que él tenía con Daniel, porque los hermanos sí tenían un vínculo político, de coincidencia… entonces ella generaba diferencias a ese vínculo político a través del tema familiar”.
Otra fuente relacionada a los Ortega Murillo dijo a DIVERGENTES que Murillo siempre ha tenido “una obsesión” por apartar a su esposo de influencias externas. Es decir, amurallar al caudillo sandinista y sólo ella ejercer influencia sobre él. Algo que en la actualidad ha conseguido a cabalidad, pero que no era así durante los años ochenta.
Si bien Daniel es el hermano mayor de Humberto, el exjefe militar siempre tuvo rango de incidencia sobre el caudillo sandinista durante los años revolucionarios. Las fuentes consultadas para este artículo coinciden que, a pesar de las diferencias entre ambos, Daniel sí solía tomar muy en cuenta las consideraciones de Humberto en materia de estrategias de guerra o en ofensiva político-diplomática, por ejemplo.
“Daniel tenía un equipo y Humberto otro. Por ejemplo en la Cancillería de los años ochenta había dos bandos: El de Humberto que era más de abogados y el de Miguel D’Escoto y Daniel que tenían otras filosofías. Sin embargo, esas diferencias no significaron la ruptura entre los hermanos. Ellos hablaban, pero siempre al margen de Rosario”, narra la fuente sandinista.
Humberto a veces llegaba a El Carmen, donde habita la pareja presidencial, pero no era una visita familiar. Eran visitas exclusivas para llegar a sentarse con Daniel. Conversaban encerrados en la biblioteca, lejos de Rosario, y cuando terminaba, Humberto no se sentaba a comer o a saludar a los sobrinos, como cuando un tío suele hacer. O en otras ocasiones los hermanos preferían reunirse en el Estado Mayor del Ejército, a solas.
“Rosario se peleaba mucho con Daniel. Siempre ha existido esa tensión por la influencia que Humberto podía tener sobre él. Pero también Humberto nunca se ha llevado con ella. Él conoce muy bien a la Rosario. Incluso, te puedo decir, Humberto por mucho tiempo limitó el acercamiento con Daniel para no generarle problemas a él”, describe la fuente allegada a la familia. “Como militar, Humberto es bien pragmático y siempre ha visto a la Rosario como una loca, impulsiva, violenta y agresiva. Pero no sólo es por la posición emocional de ella, Humberto es realista: sabe de las antipatías internas que siempre ha generado el liderazgo de ella”.
Las antipatías del general con su cuñada
Las antipatías de Humberto Ortega con Rosario también existen. En los ochenta, el militar decía que “esa mujer era una deshonra” para su hermano, aparte que se quejaba de su “gran influencia sobre Daniel”. “Es como una jefa dominante”, relata en un libro de memorias Róger Miranda Bengochea, quien fue asistente personal del general.
Desde que fue destituido como jefe del Ejército en 1994 por la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, Humberto pasó a retiro. Se dedicó a la vida privada, los negocios y sus posturas políticas se asomaban sólo en los libros que escribió y además, rara vez, en columnas de opinión o entrevistas en periódicos. A partir de 2018, tras las protestas sociales que los Ortega-Murillo desarticularon con violencia letal, el exjefe del Ejército marcó distancia de la deriva autoritaria del Gobierno de su hermano y su cuñada.
Durante la “Operación Limpieza”, el general en retiro pidió a su hermano en una carta pública “desactivar las fuerzas policiales” y “adelantar elecciones”. La respuesta de Daniel llegó meses más tarde, cuando el caudillo sandinista señaló a Humberto de “convertirse en un peón de la oligarquía y el imperio”. A pesar de eso, el exjefe militar siguió esporádicamente dando opiniones, un tanto enrevesadas, sobre el panorama sociopolítico del país. Si bien criticaba a su hermano, a veces también lo exime de responsabilidad de los crímenes de lesa humanidad que un grupo de expertos de Naciones Unidas le endilga.
Sin embargo, fue hasta este 19 de mayo de 2024 que Humberto dio una entrevista al periodista Fabián Medina para el diario argentino Infobae, en la que emitió críticas muy duras contra el matrimonio Ortega-Murillo.
Dijo que el mandatario sandinista, al desaparecer, “no tiene sucesores”. Una afirmación que riñe con el plan actual de la familia presidencial de configurar una transición dinástica, con Laureano Ortega Murillo como el de mayor probabilidad a ser el designado.
El general remarcó en la entrevista que “ni Somoza pudo establecer a su hijo”: “Con la ausencia de Daniel, sería muy frágil sostener todo lo que hasta ahora ha logrado sostener con gran esfuerzo y con enormes complejidades. No solo a nivel interno, sino también con las fuerzas aliadas de las izquierdas y los gobiernos de la región. Al único que conocen es a Daniel”.
De esta manera, Humberto Ortega descartó una sucesión dinástica a través de Murillo y Laureano. La fuente ligada a la familia presidencial coincide con el planteamiento del general en retiro: “Ni Laureano ni Rosario tienen apoyo en las bases históricas del Frente Sandinista. No tienen gente y Rosario la gente que tiene son quienes trabajan con ella, pero nadie que trabaja con ella está a gusto. No tiene base social y los jóvenes de los que ella se ha rodeado probablemente no la conocen muy bien todavía. Y el séquito de ella son los amigos de sus hijos… pero más allá de las referencias que Humberto pudo hacer de ella, lo que más enojó a Rosario es que, en la rivalidad que ellos mantienen, el general desconozca el liderazgo de sus hijos, de Laureano”.
En esa misma línea, la historiadora y exguerrillera sandinista Mónica Baltodano escribió en un artículo de opinión en Confidencial que las afirmaciones de Humberto sobre la sucesión debieron “haber caído como una bomba en El Carmen”: “Ni Rosario ni sus hijos, ni nadie del actual grupo del poder pueden ser solución. Si Daniel muere están perdidos y solo quedaría la incertidumbre y el peligro del caos. Para una psicópata obsesiva que viene trabajando desde hace diecisiete años en constituirse en el relevo de Daniel Ortega, que ha pasado a controlar la Corte Suprema de Justicia y la Policía y viene proyectando a su hijo Laureano en la línea sucesoria dinástica, este planteamiento es mortífero”.
Baltodano califica de “implacable” la respuesta de poner a Humberto en ‘casa por cárcel de facto’, “tratando de incomunicarlo y callarlo es prueba de ello. A la vez explica el incremento de los controles murillistas en los órganos represivos”. “Sin duda, Humberto va avanzando en su posición crítica al régimen de su hermano. Esta vez afirma que ahora tiene una comunicación más natural, más fluida con Daniel. “Estamos conversando” —ha dicho. Debemos pensar que su hermano está al tanto de lo que ahora hace Humberto. Esto no era así hace algún tiempo. Ha logrado evadir el cerco de la Chayo. Y ésta no estará contenta, obviamente”, agregó la exguerrillera desnacionalizada.
En diciembre de 2022, el caudillo sandinista visitó al general en retiro en su casa de habitación, ya que se encontraba en estado delicado de salud. “El comandante Daniel, nuestro presidente, en espíritu humanista, fraternal y solidario, visitó en su casa al general en retiro Humberto Ortega Saavedra, quien ha sufrido muy graves afectaciones de salud, con consecuentes fragilidades y agudos padecimientos colaterales”, explicó el régimen más de una semana después de la visita.
“Animado por los vínculos de familia sanguínea, el comandante Daniel quiso saludar a su hermano, quien está muy debilitado, sin ninguna pretensión o intercambio político, que nunca fue el objetivo de su visita, pues en ese plano no existe, ni se prevé, comunicación alguna”, agrega el comunicado. En la entrevista con Infobae, Humberto dijo que “ser hermano” de Daniel “no lo protegía”.
Vendiendo a Laureano como el sucesor
La fuente cercana a la familia presidencial insiste que el enojo de Murillo tiene que ver con Laureano Ortega, porque ella “lo ha andado vendiendo como sucesor en el ámbito diplomático, en la Unión Europea, en cierto sector empresarial… en todos lados, lo anda vendiendo por debajo”.
“Pero, que ahora salga el cuñado a decirle públicamente que el hijo no tiene ni el carisma, ni la solidez para hacerlo, resulta una humillación pública que ella no aguanta”, asegura.
Y agrega la fuente: “Rosario tiene miedo de que Humberto siga teniendo influencia en Daniel. A pesar de todas las diferencias que como hermanos puedan tener, pues mirá que él fue a visitarlo a él porque estaba enfermo. El Gobierno reconoció la vista de Daniel semanas después, y seguido de eso vimos la liberación de los 222 presos políticos. En cierta medida, la liberación de los presos políticos creo que estuvo ligada a esa reunión de ambos, porque Humberto siempre ha sido muy pragmático en sus sugerencias”.