No es un secreto que la relación entre Daniel Ortega y su hermano menor, el general en retiro Humberto Ortega, ha sido accidentada. Sobre todo porque entre ellos –a nivel personal y político– hay un elemento de fricción: Rosario Murillo, una personalidad visceral y obstinada que ha ganado tanto poder, hasta apartar al exjefe del Ejército de Nicaragua del círculo de influencia del mandatario sandinista, así como lo hizo con la vieja guardia del partido.
La máxima expresión de esta relación atropellada fue la orden que la “copresidenta” —junto a su esposo— dieron a la Policía para cercar la casa de Humberto Ortega este domingo 19 de mayo.
El asedio policial ocurrió menos de 24 horas después que el portal Infobae publicó una entrevista con el exjefe del Ejército, quien entre varias críticas a la deriva autoritaria de la pareja presidencial, dijo que Ortega, de desaparecer, no tiene un “sucesor”. Aparte de decomisar sus celulares y computadoras, algunos trabajadores del exjefe militar fueron apresados.
Humberto Ortega descarta como sucesores no sólo a la “copresidenta” Murillo, sino que también minimiza a Laureano Ortega Murillo, el tenor por el que sus padres, entre todos sus hijos, han apostado para asumir un traspaso dinástico, según fuentes ligadas al partido sandinista.
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En medio de este ataque policial inédito contra un hombre considerado influyente entre el Ejército y las filas del partido rojo y negro, la historiadora y exguerrillera Dora María Téllez, analiza en esta entrevista con DIVERGENTES lo que implica imponerle medidas restrictivas a Humberto Ortega.
“Todo eso que dice Humberto, y que parece obvio, a los oídos de Daniel Ortega y la familia Ortega Murillo es una cosa dramática, porque ellos están pensando en que eso lo está escuchando la militancia del Frente Sandinista, los empleados públicos, y sus adversarios. Eso los debilita profundamente”, afirma Téllez desde Estados Unidos, donde vive desterrada.
Pregunta | ¿Cómo ves las declaraciones que dio Humberto Ortega en la entrevista con Fabián Medina para Infobae, y la posterior respuesta del régimen: cercarlo policialmente?
En realidad Humberto dijo cosas bien fuertes. Primero que Daniel Ortega está en una situación interior crítica. Él lo sitúa a más tardar en el 2026, elecciones en ese año, calculando que puede haber un año de distancia, de estabilización. O sea que él está viendo la salida de Daniel Ortega del escenario político, del poder, en el corto plazo. Él no habló de muerte, pero la salida de Ortega de la cúpula del poder puede producirse de otras maneras, como incapacidad total o imposibilidad de gobernar… Hay muchas formas y hay también vías legales para eso. Eso me parece que es un punto clave, porque de cara a la audiencia del Frente Sandinista, a la audiencia de Ortega y Rosario Murillo, esto los debilita. Es decir, en el momento que alguien dice con toda claridad que Daniel Ortega está a punto de salir del escenario, eso desconcierta. La base que apoya a Daniel no quiere a Rosario.
Ahora, vemos que Rosario Murillo, de cierta manera, es quien gesta un plan de sucesión dinástica… pero básicamente Humberto Ortega descarta eso, y dice que ella no pinta nada.
Lo que Humberto le dijo básicamente no es que ella sea un cero a la izquierda, sino otra cosa bastante seria: que ella no disfruta de respaldo, ni va a disfrutar de respaldo interno dentro del Frente Sandinista o afuera del partido. Él habla de las instituciones sandinistas, no de ella… Es decir, no le ve ni capacidad, ni posibilidad. Que es una persona que no consiguió apoyo y tampoco Laureano. Ni Somoza pudo poner a su hijo, les dice Humberto. Es decir, también descarta a Laureano. Y ciertamente, ni Rosario Murillo ni Laureano, tienen la capacidad de convocar, de unificar facciones enemistadas a muerte que tiene y ha tenido Daniel Ortega a lo largo de la historia.
La sucesión ya se abrió y Humberto Ortega lo único que hace es verbalizarlo. Hay una promoción enorme de la figura de Laureano y se le han otorgado a él las relaciones internacionales, económicas y políticas principales del país. Y por otro lado, hay una creciente imposición de Rosario, misma que se ha expresado en todas las purgas en las instituciones del Estado, en las que elimina el viejo círculo de lealtad de Daniel Ortega e impone sus propios círculos y lealtades. Ella quiere que haya en esas instituciones que solo le den el favor a ella. Y esa es la sucesión completamente abierta.
De modo, que lo que tenés ahí es un Daniel Ortega que ya no quiere o no puede imponerse… o en el fondo está de acuerdo con lo que hace Rosario, porque entre más tiempo pase, y más deteriorado esté, o más a punto de salir del escenario esté, pues más está en manos de su familia. Se siente más vulnerable y más dependiente de las decisiones familiares. Claro, eso es una cosa natural en la vida de las personas, no es ninguna excepción. Todo eso que dice Humberto, y que parece obvio, a los oídos de Daniel Ortega y la familia Ortega Murillo es una cosa dramática, porque ellos están pensando en que eso lo está escuchando la militancia del Frente Sandinista, los empleados públicos, y sus adversarios. Eso los debilita profundamente.
Vos que estuviste ahí, digamos, de alguna manera cercana en todo el tiempo de los ochenta, ¿cómo podrías describir la relación entre Rosario y Humberto, porque se entiende que muchos no la describen como halagüeña?
Pues no sé, de verdad. No conozco de la época de los ochenta esas contradicciones entre Rosario y Humberto. Creo que esas contradicciones fueron creciendo en la medida en que ella fue tomando, ganando poder, y poniendo distancia a Humberto.
Yo me acuerdo de una contradicción que tuvieron cuando murió la mamá de Daniel y Humberto; de donde iban a enterrar a doña Lidia. Hubo un pleito ahí, incluso estaban en la iglesia en la misa de cuerpo presente, y prácticamente no se hablaban. Uno había decidido enterrarla en un lado y Humberto en otro… Y Rosario estaba de por medio. Pues parece que hay unas contradicciones ahí, pero creo que al final de cuentas no tiene tanto que ver con temas de animadversión personal, como con temas de competencia política.
Creo que Daniel y Rosario han visto en Humberto a un competidor, alguien molesto, que no se somete a su control; que no está sujeto a ellos. Alguien que puede decir cualquier cosa, como en efecto lo dijo… y todo lo que han hecho ahora asediando a Humberto, como han estado asediando miles de nicaragüenses, es para callarlo, porque no quieren oír ninguna voz contraria. Es lo mismo que hicieron con la Iglesia católica, lo mismo que han hecho con la Iglesia evangélica, lo mismo que han hecho con todo el mundo: tratar de callarnos y entonces, Humberto es una voz desde dentro del país que se le salió de las manos. Van a tratar de callarlo.
¿Vos crees que Humberto todavía tenga algún nivel de influencia a lo interno del Ejército, tomando en cuenta la sumisión que la alta comandancia ha demostrado tener a la pareja presidencial?
Ni idea. Pero evidentemente hay gente que lo escucha dentro del Ejército. Yo no sé si él tiene influencia directa, pero lo que dijo Humberto ha sido escuchado por altos oficiales y oficialidad del Ejército con atención. No me cabe duda de ninguna especie. Es decir, es lógico que siendo como fue, un jefe del Ejército con enorme poder y un papel tan decisivo en los ochenta y parte de los noventa, pues obviamente es lógico pensar que una parte de la oficialidad superior y media del Ejército lo escuche con atención. Que lean lo que él escribe, piensen en lo que dice. Eso es lo que los Ortega Murillo ven como una amenaza.