“El Gobierno de Giammattei se auto-aísla del mundo para ganar impunidad”

Entrevista con Helen Mack, defensora de derechos humanos de Guatemala. Analiza las razones tras la destitución del fiscal anticorrupción Juan Francisco Sandoval, un hecho repudiado por la mayoría de la población y de la comunidad internacional. ​​”La destitución se enmarca en un plan que comenzó para garantizar impunidad al expresidente Jimmy Morales”, dice

El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, habla durante una conferencia de prensa tras una reunión con la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris en junio pasado. EFE | Esteban Biba.

El Gobierno de Guatemala del presidente Alejandro Giammattei vive horas bajas tras una semana de manifestaciones y protestas en su contra por la destitución del fiscal anticorrupción Juan Francisco Sandoval, un hecho repudiado por la mayoría de la población y de la comunidad internacional.

La intención detrás de la remoción de un actor más del escenario de la justicia aún es una interrogante que, para la activista contra la impunidad y defensora de derechos humanos Helen Mack, podría deberse a una necesidad de “auto aislamiento” de Giammattei, su Gobierno y sus aliados “para tener menos presiones en el tema de justicia.

Sandoval, horas después de su salida de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) por decisión de la fiscal general, Consuelo Porras, aseguró que esta beneficiaba a sus “amigos”, como el propio gobernante, con retrasos injustificados de investigaciones, en abierta oposición al avance de la justicia y lucha judicial contra la impunidad y la corrupción.

Mack, presidenta de la Fundación Myrna Mack —en honor a su hermana asesinada por el Estado en septiembre de 1990— se cuestiona en entrevista si la decisión de sacar a Sandoval fue una “presión de Giammattei al verse amenazado” o si en realidad “están queriendo molestar a Estados Unidos para quedar más aislados y tener menos presiones en el sistema de justicia”.

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La decisión de botar a Sandoval, un fiscal de más de 16 años de carrera en el Ministerio Público, se enmarca en “un plan”, advierte Mack, “que comenzó para garantizar impunidad al expresidente Jimmy Morales (2016-2020)”, evidenciado con la decisión de esa Administración de no renovar el mandato de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), desarticulada en 2019.

“Y en el caso del presidente Giammattei me imagino que lo que le ofreció (a Consuelo Porras) fue una reelección (en el Ministerio Público), que le garantiza impunidad al mandatario en todos sus actos de corrupción”, enuncia la activista.

La corrupción en Guatemala, según lo que ha investigado Mack en 30 años, no es aquella de “yo te soborno y tú me sobornas” y “por eso decimos que este es un Estado cleptocrático”.

Las élites depredadoras

EFE | Esteban Biba.

Helen Mack esgrime que el poder de Guatemala mantiene un sistema “para que una pequeña élite viva del Estado y a eso se debe la expresión del Asistente Especial del Presidente y Director Principal del Consejo Nacional de Seguridad para el Hemisferio Occidental, Juan González, cuando dice que esto ha sido una élite depredadora que no ha permitido el desarrollo del país y esto viene desde la independencia de la corona española; por eso muchos se cuestionan para qué sirve (la conmemoración de) el Bicentenario”.

Un comportamiento, describe, que excede las fronteras del territorio guatemalteco y se complementa con la región, al menos, dice, con Honduras y El Salvador; es decir, los tres países del norte de Centroamérica.

“Desde la época del presidente Jimmy Morales sabíamos qué querían y es que hay una articulación regional. No es casualidad que las tres fiscalías que se estaban especializando en lucha contra la corrupción de Guatemala, Honduras y El Salvador hayan sido sacadas de esos países. Las redes criminales son eso, redes, y tampoco es que sea todo tan espontáneo, hay una articulación y un objetivo regional”.

La destitución de Sandoval, que ha provocado incluso un paro nacional de mayoría campesino e indígena en Guatemala, también podría estar relacionada al anuncio que hizo la vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris, el 7 de julio, cuando dijo que conformaría una fuerza de tarea regional contra la corrupción, sostiene Mack.

“Esta élite depredadora cree que porque siempre han sido olvidados y marginados (los pueblos originarios) no van a tener voz y, al contrario, lo que estamos viendo es este movimiento, este llamado al paro es a la inversa. Esta vez no surge de los centros urbanos, sino del interior, de esa mayoría guatemalteca que ha sido muy ignorada”, subraya.

El poder que ejerce esa élite, concluye Helen, tampoco es reciente, pues “haciendo un análisis retrospectivo” menciona el origen del conflicto armado interno en Guatemala que dejó 200.000 víctimas y 45.000 desaparecidos y, a su vez, “es el origen de los acuerdos de paz y de las causas de las movilizaciones de 2015”, un año crucial, cuando la CICIG, la FECI y las manifestaciones en la plaza vieron a un Gobierno entero caer, el del expresidente Otto Pérez Molina (2012-2015), procesado por varios casos de corrupción.

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