Esta es su semana, cuando la Casa de América en Madrid le rinde un homenaje al reunir a amigos y conocedores de su obra para analizarla en varias conferencias, de lo que se siente muy “honrada”, para poner el foco en los presos políticos nicaragüenses, “el problema más ardiente” del país.
Gioconda Belli (Managua, 1948) lleva desde octubre pasado exiliada en España, cuando salió “con una maleta” a visitar a su hija a Estados Unidos y se dio cuenta de que “no podía regresar”. Desde la capital española señala que trabajará por su país, donde “el problema más ardiente” es la situación de los presos políticos.
“La dictadura de Ortega se va a mantener un buen rato, pero no podemos dejar que estas cuarenta y tantas personas -presas- sigan siendo maltratadas”, expresa en una entrevista con EFE.
Según un informe del Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas de Nicaragua, publicado este pasado lunes, el número de opositores encarcelados en este país aumentó en febrero pasado a 179.
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Entre los 179 “presos políticos” se encuentran 169 opositores capturados tras las manifestaciones antigubernamentales de 2018 y diez previos a ese año.
“Enfrentan juicios absolutamente carentes de procesos, ya se nos murió uno por los daños de la cárcel, esa es mi misión en estos momentos, lo que quiero es que esos presos sean liberados y que todos hagamos un esfuerzo por denunciar esa situación y lograr que liberen a esas personas”, dice Belli.
Un exilio de trabajo
La escritora de obras como “La mujer habitada” asegura que su exilio en España es también “un trabajo para Nicaragua”. “Creo que nosotros, los que hemos sido privilegiados con podernos ir sin que nos apresaran, que hemos tenido oportunidades de tener foros donde nuestra voz se escucha, tenemos mucho que hacer”, subraya tras agradecer a España su “apoyo” a “los derechos humanos”.
Crítica con el Gobierno de Ortega desde hace años, asegura que en el país centroamericano se da una “persecución a todo el que piensa distinto” y se “inventan cargos” para detener a los opositores.
“Cuarenta de esos presos están en una situación muy peligrosa porque ya son mayores y les están dando tratamiento de no darles de comer, no los sacan al aire, hay cuatro mujeres aisladas por otros meses, no pueden ver a sus hijos, ni que las visiten o escriban”, denuncia. Ella pide que la comunidad internacional “haga más cosas, sanciones”, para “ver de qué manera pueden hacer que esta personas salgan libres”, algo que “tiene que pasar por el apoyo de la gente, no solo de los gobiernos”.
Abiertamente apenada por tener que haber abandonado su país y viviendo su segundo exilio -el primero fue a los 25 años en Costa Rica durante la dictadura de Anastasio Somoza-, la victoria de Gabriel Boric en Chile le ha supuesto un motivo de “esperanza”.
“El presidente -Boric- me invitó, recibí una carta y pensé qué increíble que nos esté invitando a Sergio Ramírez -escritor y opositor nicaragüense- y a mí, se está desmarcando del apoyo de Ortega, es muy importante para nosotros y para Nicaragua”, explica.
Durante la toma de posesión del mandatario chileno, la nicaragüense encontró “un ambiente de gran fiesta y entusiasmo”, pues “es un Gobierno diferente, con más de la mitad femenino y feminista y con una mirada de la izquierda muy diferente”.
También se congratula de que el presidente chileno se acordara de poetas e intelectuales en sus discursos a pesar del “retroceso” que, según opina, han sufrido estas figuras en América Latina en los últimos años.
Belli, cuya obra, en sus propias palabras, “ha tenido una capacidad muy grande para comunicarse y emocionar a la gente”, celebra ahora que nuevos gobiernos recuperen su impronta.
“Hubo un tiempo en que los intelectuales fueron importantes en América Latina, que teníamos una voz no solo para hablar del arte, sino como seres comprometidos con nuestras sociedades, que teníamos la capacidad de hablar por ellas”, recuerda con el anhelo de volver a esos tiempos.