La impunidad, una dura realidad en los asesinatos contra mujeres trans en Nicaragua 

Pronto se cumplirá un año de la muerte de Julia Almanza, quien la Policía Nacional asegura que murió por un infarto, pero su familia sostiene que fue asesinada. El caso de Julia revela la falta de acceso a la justicia que viven las familias nicaragüenses de personas de la diversidad sexual asesinadas. Las familias no solo encuentran un gran desinterés en las instituciones estatales, sino también una profunda discriminación que las condena a la impunidad

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Ilustración de Divergentes

Julia Almanza era conocida por todas las personas de su comunidad. Cuando alguien tenía un evento para el que necesitara maquillarse, plancharse el cabello o embellecerse en general, Julia era la referencia del barrio El Paraíso, una zona urbana de Estelí bastante poblada y con varios comercios. Ahí, Julia había hecho su fama de creadora de belleza, estilista y performista. 

Dicha popularidad se la había ganado no solo por los elaborados maquillajes que ella misma se realizaba, o los característicos peinados que se hacía cada vez que salía, sino también por los varios concursos de belleza en los que había participado y que daban cuenta de su trabajo. 

“En todos los concursos que se hacían en Estelí, siempre estaba”, dice su hermana menor, Dianessa Centeno.

Era conocida por su carisma y amabilidad. Para Dianessa, Julia también era su amiga, la persona que la cuidó en su niñez y a quien le confiaba sus cosas. “Teníamos una buena relación. Éramos amigas, me aconsejaba, amaba mucho a su sobrina y a mi mamá. Era muy buena conmigo y desde chiquita me llevaba a la escuela. Solo permanecía conmigo”, relata.

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Julia era un ir y venir entre sus encargos de estilismo, y en los bares donde también trabajaba atendiendo o entreteniendo a la clientela. 

Cuando estaba en casa, cuidaba de su sobrina pequeña y continuaba atendiendo a las mujeres que se quisieran arreglar para un evento.

Aunque pronto se cumplirán 10 meses desde su fallecimiento, algunos clientes todavía llegan a la casa de Julia a preguntar por ella, para “que les haga el trabajito de siempre”, pero se encuentran con la lamentable noticia.

Otras amistades llegan a visitar a la familia y a dar seguimiento a la respuesta de la Policía Nacional sobre la muerte de Julia.

“¿Y al final en qué quedó eso?”, le preguntan a Dianessa. “En nada, no quedó en nada. Que la dejemos descansar y que no busquemos culpables donde no hay, nos dicen”, contesta.

Sin embargo, la mamá de Julia, Marta Jarquín, está clara que no fue una muerte natural, como señala la Policía. “Me la mataron”, asegura.

La muerte de Julia, quien era una mujer transgénero, podría ser un caso más de los tres crímenes de odio registrados por el Observatorio de Violaciones a Derechos Humanos de Personas LGBTIQ+ en Nicaragua, dirigido por la Asociación Feminista La Corriente, y uno de los tantos casos de asesinatos contra personas de la diversidad sexual que quedó en la impunidad.

Policía no dio respuesta a la familia de Julia

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Vigilia realizada por la comunidad LGBTIQ+ en San José, Costa Rica, en enero de 2022, para exigir justicia por el crimen cometido al nicaragüense Genaro Vega | Archivo Divergentes

Julia Almanza de 33 años, falleció la madrugada del 8 de julio de 2023 frente a la discoteca ZOUK en Estelí. Aunque el dictamen del Instituto de Medicina Legal (IML) estableció que la causa de muerte fue un infarto al miocardio, los testimonios alrededor de su muerte son diferentes y sospechosos, asevera su familia.

“Cuando fuimos a hablar con el dueño de la discoteca para saber qué había pasado, nos habían dicho que ella había salido sola de la discoteca y había muerto en la entrada por el infarto; pero otras personas nos dijeron que a ella la habían sacado un grupo de hombres”, cuenta Centeno.

Además de las diferencias de testimonios, al momento de preparar el cuerpo de Julia para el entierro, su familia encontró signos de golpes “grandes y visibles” en su cabeza, elementos que no figuraban en el dictamen médico legal del IML.

Tres días después del fallecimiento, el 11 de julio del 2023, la familia de Julia exigió los videos de las cámaras de seguridad al dueño de la discoteca ZOUK, pero este aseguró que la Policía se había llevado el material. 

La familia solicitó los videos a la Policía para esclarecer los hechos, pero los oficiales encargados del caso le dijeron que “dejara descansar a su hermano y lo dejara en paz”.

Pese a que Centeno y su familia, con ayuda de una organización de derechos humanos, realizaron varias peticiones para obtener los videos y para conseguir una mayor investigación sobre la muerte, la Policía dejó de atender el caso y a la familia. 

La última vez que la familia intentó sin éxito obtener respuesta de la Policía fue el 17 de julio de 2023. Desde entonces se han tenido que resignar, dice Centeno.

“Nos sentimos mal y tristes. No supimos qué pasó en realidad y no fue justo lo que nos dijeron, que el caso ya estaba cerrado, que ella ya estaba muerta y la dejáramos en paz. Nos tenemos que resignar ¿Para dónde vamos a buscar?”, expresa.

Policía no tiene interés en investigar crímenes de odio

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Las mujeres trans se consideran uno de los grupos más vulnerables a los ataques y asesinatos, de acuerdo Observatorio de Violaciones a Derechos Humanos de Personas LGBTIQ | Archivo Divergentes

La falta de interés y de voluntad de la Policía para investigar no es nueva en los casos de asesinatos de personas de la diversidad sexual, en particular, de las mujeres transgénero, dice Juanita, una activista LGBTIQ+ y feminista, quien solicitó el anonimato.

De los 10 crímenes de odio registrados por el observatorio de la Asociación Feminista La Corriente desde 2021 hasta 2024, cinco corresponden a asesinatos de mujeres trans, tres asesinatos de hombres gays y dos brutales golpizas también a hombres gays. 

Cabe destacar, que la muerte de Julia Almanza no se encuentra dentro de los datos documentados por el Observatorio.

De estos 10 casos, solo tres obtuvieron condena firme contra los agresores, tres estaban en investigación y cuatro no obtuvieron ningún tipo de respuesta, quedando completamente en la impunidad.

“La Policía no tiene un interés en dar una respuesta clara sobre los asesinatos y en dar acceso a la justicia para los familiares de las víctimas, y hay un trasfondo homo-lesbo-transfóbico que está muy presente en esto”, señala Juanita.

De acuerdo con la activista, para evitar las investigaciones, muchos de los asesinatos de las personas LGBTIQ+ son calificados como suicidios, muertes naturales o accidentales. 

De esa manera, los casos son cerrados por la Policía y no dan oportunidad a las familias de continuar investigando.

Uno de los casos más recientes fue el de Teresa Martínez, una mujer trans que la conocían como La Gigantona porque se dedicaba a presentar el baile folclórico. El cuerpo de Martínez fue encontrado el 25 de febrero en un predio baldío del barrio Villa Nueva, ubicado en Ciudad Sandino.

Pese a las presunciones de asesinato por parte de la familia de Martínez, debido a los múltiples signos de golpes encontrados en su cuerpo, el IML determinó la muerte como suicidio. 

Según la Asociación Feminista La Corriente, la familia ha recibido amenazas de muerte por exigir a la Policía investigaciones sobre el fallecimiento.

“El acceso a la justicia para las personas de la diversidad sexual es limitado en Nicaragua. Hay una complicidad con los agresores y hay grandes niveles de impunidad en los casos de agresiones y asesinatos que vivimos. Hay un desinterés en castigar a las personas que ejercen esta violencia”, señala Juanita.

Violencia contra personas LGBTIQ+ va en aumento

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En este 2024 se han documentado tres crímenes de odio contra personas LGBTIQ+, de las cuales dos fueron contra mujeres trans, según el observatorio | Archivo Divergentes

Aunque los niveles de violencia y de saña contra las personas LGBTIQ+ son mayores, asegura Juanita, cada vez la violencia es menos denunciada. Esto es debido a que la Policía Nacional revictimiza y culpabiliza a las personas de la diversidad sexual que denuncian las agresiones que viven.

Según la activista, el Observatorio ha documentado casos de personas de la diversidad sexual que van a la Policía Nacional a denunciar las situaciones de violencia que vivieron y son detenidas por razones arbitrarias. “Quedan detenidas ellas, pero los agresores no”, indica.

En otros casos, los oficiales no toman la denuncia a menos que las personas denunciantes brinden “pruebas contundentes” sobre las agresiones que vivieron, pese a que es deber de la Policía Nacional realizar las investigaciones pertinentes.

Y en el caso que las agresiones son innegables, los oficiales responsabilizan a las víctimas de la violencia que sufrieron.

“Los mismos policías desacreditan a las mujeres trans, lesbianas o a los hombres gays de la violencia que recibieron. Si una mujer trans es golpeada, dicen que es porque andaba buscando pleito, si es asesinada, que le sucedió por andarse prostituyendo”, señala Juanita.

La falta de denuncia crea una cultura del silencio que es preocupante, dice la activista, ya que hay una profundización de la violencia cada año.

Mientras que el Observatorio registró de uno a tres crímenes de odio cada año desde 2021, solo en el primer trimestre de este 2024 ya se registraron tres asesinatos, de los cuales dos quedaron sin acceso a la justicia.

“¿Cómo hacemos? ¿Dónde denunciamos? La Policía es la principal agresora de los derechos de las personas LGBTIQ+. La violencia sigue y sigue creciendo”, asevera la activista.

A la espera de justicia

La declaración de Julia Almanza a su familia sobre que era una mujer trans, no les cayó de sorpresa, dice Dianessa Centeno. Julia tenía apenas 14 años, Centeno tenía 9 años. Aunque era una niña, para ella, eso no cambiaba las cosas. Julia continuaba siendo su hermana y su amiga.

No fue hasta que Julia cumplió los 20 años y comenzó a trabajar cuando empezó a mostrar su verdadera identidad. En ese momento también descubrió su pasión por la belleza e inició su recorrido en ese mundo.

Hay días en que ocasiones ella y su mamá sienten la compañía de Julia en casa, con su alborotada personalidad, pero después recuerdan que pronto cumplirá un año de su partida. “A veces parece que aquí está, pero después me acuerdo que no. Son tantas cosas que asimilar”, manifiesta. “Éramos dos, ahora solo soy yo. Quedé sola”, continúa Centeno.

Las personas del barrio siguen preguntando por Julia y con su familia continúan exigiendo justicia.


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