“Que venga Jimmy Carter”. Esa frase se hizo habitual, a modo de broma, en varios países, cuando no podían resolverse algunos conflictos. El expresidente de Estados Unidos se ganó la fama de mediador y abanderado de los procesos democráticos en todo el mundo. Y Nicaragua fue un país clave en esta etapa como conciliador político.
Jimmy Carter murió este domingo 29 de diciembre en su casa en Plains, Georgia, después de renunciar a recibir atención médica por sus múltiples padecimientos de salud. A los 100 años de edad, fue el presidente más longevo en la historia de Estados Unidos.
Fue una de las figuras estadounidenses que estuvo en los momentos más trascendentales de la política nicaragüense en los últimos 47 años. Como presidente de Estados Unidos, entre 1977 y 1981, Carter fue el primero en retirar, en 1979, la ayuda económica y militar a la dictadura somocista, que había sido apoyada por los gobiernos norteamericanos durante casi 50 años. La medida de Carter fue clave, junto a la insurrección popular interna, para que Anastasio Somoza Debayle abandonara el poder de Nicaragua y huyera del país.
Ese mismo año, Carter quiso entablar casi de inmediato relaciones diplomáticas con el Frente Sandinista, la guerrilla que encabezó el derrocamiento armado de la dictadura somocista y tomó la riendas de Nicaragua por la fuerza. El mismo Carter, 11 años después, le comunicó a la jefatura del Frente Sandinista, esta vez como observador electoral, que perdieron las elecciones de 1990 contra Violeta Barrios de Chamorro, candidata de la Unión Nacional Opositora (UNO).
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Pero, Carter también quien avaló la victoria de Daniel Ortega en las elecciones de 2006, cuando regresó a la silla presidencial de Nicaragua. Desde entonces, Ortega continúa en el poder, ahora cuestionado por cometer crímenes de lesa humanidad y continuos fraudes electorales para atornillarse en la presidencia.
Pero también ahí estuvo Carter: con el ojo puesto sobre Nicaragua, de quien dijo, desde 2011, que sufría una “erosión de las instituciones democráticas”. Por esas críticas, Carter no volvió a ser invitado por el Gobierno como observador electoral en los siguientes comicios. Aun así, a través de su centro de pensamiento, el Centro Carter, ha estado pendiente de la crisis en Nicaragua desde 2018. Pocas semanas después de la rebelión de abril, el 6 de mayo, anunció que enviaría una misión del Centro Carter para que ayudara en el Diálogo Nacional para resolver la crisis política.
Jennie Lincoln, directora del Programa para América Latina y el Caribe del Centro Carter, dijo a DIVERGENTES que en 2018, se reunió con todos los sectores de la sociedad interesados en el diálogo en Nicaragua: la Iglesia Católica, el gobierno, estudiantes, grupos de derechos humanos, fuerzas políticas, el sector privado y la comunidad internacional. “Fuimos a Nicaragua para ver si el Centro Carter podía ayudar con la negociación, pero no fuimos aceptados por los miembros del régimen sandinista” dijo Lincoln.
El trabajo de Carter, desde que salió de la presidencia, fue mejorar las relaciones de Estados Unidos y las perspectivas de la democracia en las América, según Lincoln, experta en la región desde hace mucho tiempo. El Centro Carter ha participado en más de 100 procesos electorales en 38 países del mundo.
No fue la única vez que Carter ofreció su participación en procesos de negociaciones de paz en diferentes países. Aunque no lograra en todos lugares resultados positivos y su método fue demorado, participó en negociaciones de paz en Liberia, Etiopía y Sudán. Sus críticos lo acusaban de entrometido, charlatán o moralista. Algunos, lo señalaban de apoyar a regímenes de izquierda de América Latina, como el Frente Sandinista en los años 80. Sin embargo, su labor fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 2002.
Jimmy Carter eliminó apoyo a Somoza
Semanas después de haber asumido la presidencia de Estados Unidos, en 1977, Jimmy Carter cortó la ayuda militar a Anastasio Somoza Debayle, el último de la estirpe que mandó en Nicaragua entre 1937 y 1979. La razón de Carter fue la grave situación de derechos humanos, que fue una de sus banderas en su período presidencial. Somoza en ese momento tenía, al menos, 350 denuncias de violaciones a los derechos humanos, y había impuesto un estado de sitio de 33 meses. La presión internacional provocó que el dictador cediera al levantar el estado de sitio, pero esto fue un disparador de protestas en su contra.
En estos años suceden varios eventos que debilitan la imagen de Somoza ante Estados Unidos: el asesinato del periodista y director de La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro, en 1978, y en ese mismo año ejecutó la “Operación Limpieza” somocista para eliminar objetivos del Frente Sandinista en varias ciudades del país. El operativo resultó en la masacre de cientos de inocentes, civiles, en los departamentos de Estelí, León y Masaya.
Un historiador consultado, en condición de anonimato, considera que esta matanza de civiles “fue la gota que derramó el vaso” para Carter. En febrero de 1978 sacó a la mitad de su personal de la embajada americana en Nicaragua y terminó con las misiones militares y el financiamiento a la dictadura somocista.
Sin embargo, el hecho que marcó la ruptura total en las relaciones entre Carter y Somoza fue el asesinato del periodista estadounidense, Bill Stewart, por la Guardia somocista el 20 junio de 1979. Ninguna facción de Estados Unidos quedó en el bando somocista, y un mes después el dictador ya había huido del país y la Guardia Nacional fue desintegrada.
“Cuando Carter llegó a la presidencia de Estados Unidos, los jefes de Estado en Centroamérica eran militares o, en el caso de Nicaragua, la dictadura somocista. Es decir, no había ninguna democracia en la región”. dijo Lincoln. “Carter, además, tenía un énfasis en derechos humanos, y esto fue una amenaza para todos los dictadores o militares que estaban a cargo de los países de Centroamérica”, agregó.
Apoyo al Frente Sandinista
La primera vez que Jimmy Carter saludó a Daniel Ortega fue en septiembre de 1979, cuando recibió a una comitiva del Frente Sandinista en Washington, que incluía a Sergio Ramírez Mercado y Alfonso Robelo. Carter le dijo a Ortega que “fuera amable” con Estados Unidos en los discursos que iba a pronunciar. Por todos era conocido que los comandantes sandinistas atacaban a Estados Unidos, quienes les llamaban “el imperio” o “enemigos de la humanidad”.
De inmediato, Carter gestionó la iniciativa de un préstamo al gobierno de Nicaragua por un monto de 80 millones de dólares, que finalmente se aprobó en 1980. Una de las condiciones de este préstamo fue que los sandinistas no apoyaran a otras guerrillas de izquierda en Centroamérica, para no desestabilizar a toda la región. Sin embargo, se conoció que el FSLN apoyó en armas a la guerrilla salvadoreña. Por eso, en enero de 1981, Carter ordenó quitar los últimos 15 millones de apoyo a Nicaragua.
El historiador consultado considera que Carter fue muy criticado en Estados Unidos por apoyar a las dictaduras de corte marxistas, como la de Nicaragua. “Carter decía que lo hacía porque quería mostrar un cambio con los presidentes anteriores, a quienes se les criticaba por la política intervencionista e imperialista”, dice el historiador. “Pero en realidad a Carter nunca le gustaron los sandinistas. De hecho, quería que Somoza Debayle abandonara la presidencia, pero que la Guardia Nacional continuara existiendo, un cambio decorativo”, agrega la fuente.
Jennie Lincoln dijo que se apasionó con el cambio que podía significar el derrocamiento de Somoza en Nicaragua, pero rápidamente se desilusionó por la deriva autoritaria de los comandantes sandinistas. “Carter mantuvo esta relación con Nicaragua, e incluso se fue de vacaciones con su familia de vacaciones a Nicaragua, y esto no lo hacía con otros países”, añadió Lincoln.
La llamada a Daniel Ortega
Antonio Lacayo, yerno y jefe de campaña de la entonces candidata a la presidencia, Violeta Barrios de Chamorro, dijo que el expresidente Jimmy Carter era la figura más destacada de los observadores electorales en los comicios de 1990, cuando Ortega fue derrotado en las urnas.
Un año después que perdió su reelección ante el candidato republicado Ronald Reagan, Carter fundó en 1982 el Centro Carter, para promover la democracia, la observación electoral y la solución de conflictos. Según Jennie Lincoln, Carter se pronunció en contra del apoyo que Reagan le dio a la Contrarrevolución, el movimiento armado que quiso derrocar a los sandinistas en los años 80.
En una entrevista con la Revista Envío, en septiembre de 2008, el operador político sandinista ya fallecido, Dionisio Marenco, contó que como a las 10 de la noche del 25 de febrero de 1990, día que se realizaron las elecciones, Carter lo llamó porque quería hablar con Ortega. Marenco se lo negó, pero Carter lo llamó una hora después, y con más insistencia le dijo que “si no se me pone al teléfono yo voy a anunciar que perdió las elecciones, no quiero hacerlo sin que él lo sepa antes”. Marenco le dijo a Ortega:
–¡Daniel, dice este hombre (Carter) que vamos de viaje y que si no habla con vos, él lo destapa!.
En la medianoche, Carter apareció en la casa de campaña del Frente Sandinista donde se encontró con Ortega. Primero lo saludó y luego le soltó: “perdiste las elecciones, pero no te preocupes, eso pasa. A mí me pasó y aunque al principio uno se siente mal, después te vas a componer”. Pero Ortega, reacio, le respondió que eso no era verdad porque todavía faltaban los resultados de mil mesas. Entonces Carter le contestó: “No, no, si vos no reconocés, yo lo voy a decir ya y se va a armar un relajo”. Ortega aceptó, y lo único que pidió fue que no se hiciera público hasta en la mañana del 26 de febrero, cuando él dio la noticia, reconociendo la derrota.
“Fue una sorpresa enorme para todos los resultados de estas elecciones, porque los sandinistas no pensaban que iban a perder el poder. La oposición tampoco sabía. Así que fue un cambio radical de la noche a la mañana”, dijo Jennie Lincoln.
Observador electoral clave en Nicaragua
Jimmy Carter acompañó el proceso de transición en Nicaragua hasta el 25 de abril de 1990, cuando Violeta Barrios de Chamorro asumió la presidencia de Nicaragua. Luego, fue invitado como observador electoral en 1996, 2001, 2006. En las elecciones de 2011 envió un equipo pero no con las funciones de observación electoral. Desde entonces no ha sido invitado, porque el propio Ortega eliminó de la Ley Electoral la figura de observador y los nombró “acompañantes”, que resta facultades en la vigilancia de las elecciones.
Para las elecciones de 2006, cuando Ortega regresó al poder, Jimmy Carter, como observador, dijo que “están dadas las condiciones para elecciones honestas y justas” y que el proceso transcurre sin problemas y en “clima de paz”.
Durante la cacería de 2021 contra unas 50 figuras de la oposición, entre ellos, siete precandidatos a la presidencia, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken aseguró que se reunió con Jimmy Carter para hablar sobre la situación de Nicaragua. “Instamos al Gobierno de Nicaragua a liberar de inmediato a todos los presos políticos y realizar elecciones libres y justas para que los nicaragüenses puedan elegir democráticamente a sus líderes”, dijo Blinken.
En una entrevista con el diario La Prensa, en 2019, el expresidente Enrique Bolaños, dijo que buscó a Carter para que fuera el mediador en el Diálogo Nacional. “Carter es amigo de Ortega, se estiman los dos, se respetan. Y Carter es una persona honesta que puede servir de intermediario. Pero Carter ya tiene 94 años. Yo consulté y me dijeron que no, que acaba de salir de un tratamiento contra el cáncer. Y yo no encontré a ningún otro”, dijo Bolaños.
El recorrido de Jimmy Carter
Jimmy Carter nació y creció en la pequeña ciudad de Plains, en Georgia, donde decidió recibir sus cuidados paliativos en los últimos años. Su nombre completo es James Earl Carter. Su familia era religiosa, baptista, los que creen en el “renacer de Cristo”, como los ideales y principios de la fe.
En su juventud fue militar, pero salió de las fuerzas armadas para meterse de lleno al negocio del maní, una empresa familiar que tiene más de siglo y medio. En sus últimos años, también le gustaba pasearse por estas parcelas de cultivos.
El legado que quiso cultivar fue el de los derechos humanos como política exterior de Estados Unidos. Mientras estuvo en la presidencia realizó varias iniciativas a favor de la paz, entre ellas el tratado que le otorgó soberanía a Panamá sobre el Canal, los acuerdos de paz Camp David entre Egipto e Israel, el tratado de reducción de armas nucleares con la Unión Soviética y el establecimiento de relaciones diplomáticas con China.
Una vez dejó la presidencia hizo algunas misiones en diferentes países con éxito. En Haití consiguió convencer a la junta militar para que abandonara el país y dejara el poder al presidente electo Jean-Bertrand Aristide, sin que se disparara un solo tiro. En Corea del Norte logró resolver una situación crítica para que los dirigentes renunciaran a adquirir armas nucleares. Y en Bosnia, consiguió un cese al fuego de cuatro meses que, para algunos, no sirvió de mucho, pero otros dicen que “esto hizo avanzar las negociaciones de paz”, según explicó en una entrevista con el New York Times que le hizo Jim Wooten, su biógrafo.
Estas misiones positivas provocaron que cada vez que había un conflicto en algún país se repitiera, con un toque de humor: “¡Que venga Jimmy Carter!”.