Félix Maradiaga
22 de abril 2024

Nicaragua ante el comunicado del G7: la comunidad internacional debe intensificar su presión sobre el régimen

Los ministros de Asuntos Exteriores del Grupo de los Siete (G7) se reunieron en la meridional isla italiana de Capri durante tres días, del 17 al 19 de abril, para debatir, entre otros temas, el apoyo a Ucrania y el tratamiento de la crisis en Oriente Próximo. EFE

En el contexto de múltiples crisis globales, los ministros de Relaciones Exteriores del G7, junto con el Alto Representante de la Unión Europea, han emitido una declaración que reafirma el compromiso del grupo con la defensa del estado de derecho, los principios humanitarios y el derecho internacional, incluida la Carta de las Naciones Unidas. Este comunicado, al tiempo que aborda desafíos universales, también pone un enfoque crítico en situaciones de represión intensa en regiones específicas, destacando gravemente la situación en Nicaragua bajo la dictadura sandinista.

En una sección dedicada exclusivamente a Nicaragua, el G7 condena enérgicamente las violaciones de derechos humanos perpetradas por Daniel Ortega, la represión generalizada y los ataques sistemáticos contra la sociedad civil, incluyendo pueblos indígenas, académicos, estudiantes, prensa independiente y actores políticos y religiosos. La insistencia del G7 en la liberación inmediata e incondicional de todos los prisioneros políticos y en la restitución de la ciudadanía a aquellos a quienes se les ha despojado arbitrariamente de ella, subraya la gravedad de la crisis de derechos humanos en el país.

Esta parte del comunicado del G7 es crucial porque resalta la necesidad de una acción colectiva internacional para presionar al régimen de Ortega a cambiar sus políticas represivas. 

Valoramos el comunicado reciente de los ministros de Relaciones Exteriores del G7. Este comunicado reconoce la severidad de la represión y las violaciones de derechos humanos en Nicaragua bajo la dictadura sandinista. Sin embargo, es crucial entender que aún queda mucho por hacer. La comunidad internacional debe intensificar su presión y adoptar medidas más enérgicas para garantizar que se restablezca la democracia y el respeto por los derechos humanos en Nicaragua.

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Las acciones de Ortega no solo constituyen una crisis interna, sino que también representan un desafío para la estabilidad regional y global. Es fundamental resaltar y condenar no solo las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen, sino también sus vínculos con regímenes autoritarios como los de Irán, Rusia y Venezuela. Además, su apoyo a la invasión ilegal de Ucrania por parte de Rusia subraya la necesidad de una respuesta coordinada y firme por parte de la comunidad internacional.

Es imperativo que la presión internacional no solo se mantenga, sino que se intensifique. Debe incluir sanciones más estrictas contra los individuos y entidades que sostienen la dictadura sandinista, así como un apoyo decidido a las fuerzas democráticas dentro de Nicaragua. La comunidad internacional debe utilizar todos los mecanismos disponibles para aislar aún más al régimen de Ortega hasta que se respeten plenamente las libertades fundamentales y se restablezca el orden constitucional.

El comunicado del G7 es un paso en la dirección correcta, pero debemos aprovechar este momento para asegurar que se tomen acciones concretas y efectivas. La solidaridad internacional es crucial, y cada voz que se une a esta causa refuerza la lucha por la justicia y la libertad en Nicaragua. Es esencial que continuemos destacando y denunciando no solo las violaciones de derechos humanos, sino también los peligros que el comportamiento de Ortega representa para la seguridad internacional. Esto no solo es vital para el pueblo de Nicaragua, sino también para la defensa de los principios democráticos y humanitarios a nivel mundial.

ESCRIBE

Félix Maradiaga

Presidente de la Fundación para la Libertad de Nicaragua. Es académico, emprendedor social y defensor de derechos humanos nicaragüense. En el año 2021 fue candidato presidencial en las primarias de la oposición por parte de la Unidad Nacional Azul y Blanco. Por ser una de las voces más críticas contra el régimen de Ortega, fue arbitrariamente encarcelado por más de veinte meses.