Félix Maradiaga
14 de junio 2023

Nicaragua y Kazajistán: un acuerdo de visado cuestionable y sus implicaciones geopolíticas

La Asamblea Nacional controlada por Ortega y Murillo aprobó el acuerdo de visado con Kazajistán. Foto tomada de presidencia.

La reciente aprobación del “Acuerdo entre el Gobierno de la República de Kazajistán y el Gobierno de Nicaragua sobre la supresión mutua del requisito de visado” ha generado dudas y cuestionamientos sobre los verdaderos motivos detrás de esta medida. Desde diferentes perspectivas, como la económica, cultural y turística, resulta difícil encontrar una justificación sólida para esta decisión. Por lo tanto, es necesario analizar y comprender las posibles explicaciones geopolíticas que subyacen a este acuerdo.

La búsqueda de alianzas geopolíticas: Es evidente que el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua está buscando establecer alianzas geopolíticas con países como China, Rusia e Irán. El acuerdo con Kazajistán puede interpretarse como un intento de estrechar lazos con este país, que tiene a China como su principal aliado estratégico. Sin embargo, esta búsqueda de alianzas plantea interrogantes debido a las tensas relaciones entre Kazajistán y Estados Unidos.

Las preocupaciones europeas y estadounidenses sobre los derechos humanos y la democracia en Kazajistán han tensado las relaciones con Occidente. Aunque el comercio bilateral entre Kazajistán y Estados Unidos alcanza más de los 1.200 millones de dólares estadounidenses, las relaciones diplomáticas han sido difíciles. Esto plantea la interrogante de por qué Nicaragua ha decidido estrechar vínculos con un país que tiene una relación tensa con una potencia como Estados Unidos.

Kazajistán ha sido utilizado por Rusia como un medio para evadir sanciones internacionales relacionadas con la adquisición de drones y microelectrónica. Empresas kazajas registradas por rusos después de la guerra están siendo utilizadas como intermediarias para importar estos productos a Rusia y también para exportarlos. Esta situación ha resultado en un aumento significativo en las importaciones de estos productos a Kazajistán y en las exportaciones hacia Rusia. Estos hechos plantean preocupaciones sobre la implicación de Nicaragua con un país que está involucrado en acciones que evaden sanciones internacionales, especialmente de la Organización de Naciones Unidas y de la Unión Europea,  con relación a la invasión rusa a Ucrania. 

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No obstante, es obvio que Ortega se siente cómodo interactuando con regímenes violadores de los derechos humanos. Kazajistán ha sido escenario de protestas ciudadanas en 2022, las cuales culminaron con una trágica pérdida de vidas y un alto número de arrestos arbitrarios. Además, a raíz de la renuncia del entonces presidente Nursultan Nazarbayev en 2019, se esperaba una posible transición democrática en el país, lo cual no ha ocurrido. Nazarbayev sigue siendo una figura influyente en la política nacional, y esta falta de cambio democrático plantea inquietudes sobre la estabilidad política y los derechos humanos en Kazajistán.

El acuerdo de supresión mutua del requisito de visado entre Nicaragua y Kazajistán sólo puede ser interpretado en el contexto de los planes estratégicos de Ortega y sus controvertidas asociaciones internacionales. Estos planes parecen carecer de un fundamento económico sólido, y más bien se basan en consideraciones políticas, asumiendo que el mundo se está dividiendo en dos polos: uno liderado por China, contrario a los Estados Unidos, y otro liderado por este último, representando a Occidente. Es crucial tener en cuenta estos factores geopolíticos para comprender las verdaderas intenciones de la dictadura que se esconden tras esta medida.

Insisto en que Ortega está arrastrando a Nicaragua hacia el lado equivocado de la historia, involucrándose potencialmente en un conflicto geopolítico que podría tener graves consecuencias en el futuro. Es fundamental reconocer los posibles riesgos que esto conlleva y evaluar cuidadosamente las implicaciones a largo plazo para el país. Nicaragua merece un liderazgo diferente que priorice el bienestar de la ciudadanía y promueva relaciones internacionales basadas en la cooperación y el respeto mutuo, no en una visión de guerra fría. Debemos evitar que Nicaragua sea arrastrada hacia un conflicto geopolítico que podría poner en peligro su futuro y el bienestar de la nación.

ESCRIBE

Félix Maradiaga

Presidente de la Fundación para la Libertad de Nicaragua. Es académico, emprendedor social y defensor de derechos humanos nicaragüense. En el año 2021 fue candidato presidencial en las primarias de la oposición por parte de la Unidad Nacional Azul y Blanco. Por ser una de las voces más críticas contra el régimen de Ortega, fue arbitrariamente encarcelado por más de veinte meses.