Los dictadores de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo, han recibido “con honores” al presidente de Irán, Ebrahim Raisi, la tarde de este martes en Managua. La visita de la pareja presidencial (que se enmarca en la gira que el régimen de los ayatolas realiza por Latinoamérica, en específico Venezuela, Nicaragua y Cuba) ha provocado reacciones suspicaces. La primera fue la del portavoz del Consejo de Seguridad de Estados Unidos, John Kirby, quien dijo que su país expresa “su preocupación por el comportamiento desestabilizador” de Irán en la región.
“No puedo hablar de la agenda de lo que están haciendo o quién se van a reunir. ¿Nos preocupa el comportamiento desestabilizador de Irán? ¡Claro que sí! Y hemos tomado y seguiremos tomando medidas para mitigar ese comportamiento que abarca muchos ámbitos”, dijo Kirby en referencia a la visita de Raisi a las tres dictaduras de Latinoamérica, aliadas del régimen islámico.
De acuerdo al portavoz del Consejo de Seguridad norteamericano, los iraníes han aumentado sus capacidades de misiles balísticos, la relación en materia con Rusia (inmersa en una guerra de invasión en Ucrania), y el acoso a la navegación marítima. “No vamos a pedir a los países de este hemisferio ni de ningún otro con quién tienen que asociarse o a quién van a permitir realizar una visita (…) Nosotros nos centramos en nuestros propios intereses de seguridad nacional en la región”, dijo el funcionario de la administración de Joe Biden.
Eliseo Núñez, exdiputado en el exilio, interpreta la visita de Raisi como una nueva estrategia de los Ortega-Murillo de cara a la pugna que mantienen con Washington. “Su estrategia pasó de venderse como un muro de contención del narcotráfico en la región para convertirse en una amenaza para Estados Unidos. Una amenaza que le permita, más adelante, negociar su estadía en el poder a cambio de dejar de ser socio de los iraníes y los rusos”, analiza el opositor, a quien la administración sandinista le arrebató su nacionalidad.
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Durante los últimos meses, en pleno aislamiento internacional, los Ortega-Murillo se han plegado con más fuerza a regímenes autoritarios como el de Vladimir Putin, el de China continental e Irán. La familia presidencial promueve con fuerza el concepto de un nuevo “orden mundial multipolar”, al que añaden a India y los países árabes en detrimento de occidente, en especial Estados Unidos.
En paralelo, Ortega también ha pedido en reiteradas ocasiones que Estados Unidos –junto a la comunidad internacional– retire las sanciones internacionales que le han impuesto a su gobierno y círculo más cercano. Incluso, uno de sus hijos, Laureano Ortega Murillo, tuvo un acercamiento fallido con Washington para intentar “aliviar” las sanciones en mayo de 2022, según el New York Times.
“La estrategia de Ortega es abandonar estas alianzas a cambio que Estados Unidos no lo siga sancionando y que no sigan pidiendo democracia para Nicaragua. Es decir, convertirse en un estorbo tan grande para Washington en la región, para que Estados Unidos negocie con él y no negocie la democracia de Nicaragua”, dijo Núñez.
Durante el acto de recibimiento que fue transmitido en cadena nacional, Ortega dijo que la revolución sandinista “es gemela” de la iraní. “Son las señales del cielo, las señales de Dios, porque no es una casualidad que la revolución en Irán triunfara en el año 1979, con el ayatolá Ruhollah Musavi Jomeiní y que la revolución sandinista triunfara en el año 1979. Por eso siempre hemos dicho y repetido que somos revoluciones gemelas, de profundas raíces en la defensa de nuestra identidad, en la defensa del bienestar de nuestro pueblo”, dijo el caudillo sandinista.
Núñez baraja en su análisis otra perspectiva de la relación entre Managua y Teherán: “Que Ortega consiga con Irán evadir sanciones internacionales, y que los ayatolas utilicen a Nicaragua para serle hostil a Estados Unidos en su propia región”.
Ortega ocupó buena parte de su discurso para despotricar contra Washington. Lo mismo Raisi quien, como su huésped de Managua, ha sido sancionado por violar derechos humanos. Otro rasgo que comparten ambos mandatarios es que se declararon ganadores de elecciones sin competencia ni credibilidad, y que buena parte de la comunidad internacional no reconocen como procesos “libres y democráticos”.
Por su parte, la investigadora y experta en temas de seguridad, Elvira Cuadra, consideró que las relaciones políticas entre los Ortega-Murillo con Irán no tienen más interés que “causar problemas”.
“Los vínculos entre Nicaragua e Irán datan de los ochenta y ahora se están renovando con Ortega en el poder. Pero realmente la distancia entre ambos países es muy larga. La comunidad árabe que hay en Nicaragua, especialmente la musulmana, es muy pequeña. A Irán se le ha señalado de tener vínculos con grupos terroristas… Se habla también del riesgo de la introducción de grupos terroristas iraníes en Latinoamérica, los cuales tienen como objetivo llegar a Estados Unidos”, detalló Cuadra.
¿Lazos de cooperación?
Desde antes de su llegada, la vicepresidenta Murillo promovió con ahínco la visita del presidente de Irán. “Nos sentimos honrados, complacidos de recibir esta importante delegación de hermandad de la República Islámica de Irán, que llega a nuestro país y sostendrá encuentros con nuestro presidente (Ortega) por supuesto, con nosotros, con el gabinete, y estaremos informando de lo que se vaya acordando; se firmarán acuerdos y se darán declaraciones (sic)”, dijo la vicepresidenta Murillo. “Esa delegación viene a estrechar lazos de cooperación política, comercial y científica”, agregó en otra intervención.
Enrique Sáenz, exdiputado en el exilio, pone en duda “esos” lazos que publicita la propaganda sandinista. “Primero, ¿cuáles son esos lazos políticos? Cualquiera sabe la intención de Irán de establecer cabezas de playa en América Latina, que le sirvan como base de apoyo en sus disputas con Estados Unidos. Y es evidente que Ortega y sus compinches de Venezuela y Cuba se prestan gustosos a jugar ese papel. Así que está claro de que buscarán cómo proyectar la imagen de una poderosa alianza revestida con los consabidos discursos patrioteros, antiimperialistas y antioccidentales”, sostuvo en un artículo de opinión publicado en DIVERGENTES.
El anterior presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, visitó Nicaragua dos veces: en 2007 y 2012. Varias misiones se realizaron, se firmaron memorandos de entendimiento y surgieron varios “compromisos”. Entre ellos destacan la construcción de cuatro centrales hidroeléctricas, plantas procesadoras de leche, fábricas de cemento, muelles, un puerto de aguas profundas, diez mil viviendas, entrega de cuatro mil tractores y hasta un sistema de riego.
“Salvo la construcción de una policlínica de salud en un barrio de Managua, lo demás fue humo en las manos”, critica Sáenz. En 2022 fueron suscritos 22 acuerdos entre ambos regímenes, pero el opositor insiste que no han prosperado. “Son tantos, con tan escuálidos resultados que uno legítimamente podría concluir que han sido una burla. Pero, aún cuando asumiéramos disposición a cumplir por parte de los iraníes, la realidad es que buena parte de esos acuerdos carecen completamente de viabilidad”, afirma Sáenz.
Y continúa el opositor a quien el régimen lo despojó de su nacionalidad: “¿Acuerdos culturales? ¿Para qué? Un verdadero disparate. ¿Qué tienen de común la cultura persa con la cultura nicaragüense? Ni los nicaragüenses hablan persa, ni los iraníes hablan español. Ni los nicaragüenses son musulmanes, ni los iraníes son cristianos, así que, ¿cómo podrían prosperar estos acuerdos culturales?”, ejemplifica.
Lo mismo, insiste Sáenz, en el sector científico y comercial. “¿Qué producimos los nicaragüenses que la economía de Irán necesita? ¿Café? Lo compran más barato a proveedores cercanos. ¿Azúcar? Lo compran más barato a proveedores cercanos ¿Queso? ¿Frijoles? Ya hemos dicho en otra ocasión: los iraníes no comen gallopinto. Las distancias, la falta de rutas comerciales y de infraestructura logística tornan ilusorio cualquier acuerdo comercial. La prueba está que han pasado 16 años y en las cuentas comerciales de Nicaragua, ni siquiera aparece Irán”, acota el también economista.