Ortega y Murillo no encarcelan en El Chipote al obispo Álvarez, pero siguen empujando su destierro

La visita del cardenal Leopoldo Brenes a monseñor Rolando Álvarez podría estar relacionada a un intento del régimen sandinista de tratar de convencer al obispo de Matagalpa para que salga del país, porque tenerlo detenido representa un “alto costo político” para Ortega-Murillo. Brenes confirmó que, aunque Álvarez se encuentra fuerte de ánimo, su condición física está “desmejorada”

Ilustración de Divergentes.

La Policía de Daniel Ortega y Rosario Murillo informó este viernes que monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, fue trasladado a Managua y se mantiene bajo “resguardo domiciliar”, tras ser sacado por la fuerza de la Curia Episcopal donde se encontraba retenido desde hace 15 días. En un comunicado, la institución señaló que el jerarca católico ya pudo reunirse con sus familiares, mientras que los otros laicos que lo acompañaban fueron llevados a las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), conocida como El Chipote.

La Policía detalló que durante varios días esperó con “paciencia, prudencia y sentido de responsabilidad” una comunicación por parte del obispo, sin embargo, esta nunca llegó. “Al persistir las actividades desestabilizadoras y provocadoras hizo necesario el citado operativo de orden público”, reza el comunicado de la institución represora.

Una fuente eclesial de Matagalpa contó a DIVERGENTES que el secuestro policial contra Álvarez ocurrió a eso de las 3:20 de la madrugada. Los oficiales antes de entrar a la curia rodearon el perímetro y prosiguieron a sacar al obispo y a los otros laicos que lo acompañaban. En el lugar solo dejaron a monseñor Óscar Escoto “en carácter de autoridad eclesial”, dijo la Policía.

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Según el abogado matagalpino Yader Morazán, “se desplegaron entre 15 a 20 vehículos con policías y paramilitares, ordenaron a los guardas de seguridad de los bancos y negocios a esconderse y no ver lo que sucedía”, a la vez que cerraron la tienda de conveniencia AM/PM que funciona 24 horas.

La detención de Álvarez es el roce más reciente en una historia de fricciones entre la Iglesia Católica nicaragüense y los sandinistas encabezados por el presidente Ortega.

La Policía señaló que esta mañana el cardenal Leopoldo Brenes, vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), pudo visitar al obispo Álvarez “y ambos han conversado ampliamente”. Durante todo este tiempo Brenes ha guardado silencio de la persecución que la dictadura ha emprendido contra la Iglesia Católica.

Condición física desmejorada

Ortega y Murillo no encarcelan en El Chipote al obispo Álvarez, pero siguen empujando su destierro
El obispo Rolando Álvarez en una procesión. Foto de archivo de Carlos Herrera | Divergentes.

Horas más tarde, la Arquidiócesis de Managua confirmó, a través de un comunicado, la visita de Brenes a Álvarez en su residencia familiar, e informó que la condición física del obispo de Matagalpa está “desmejorada”, aunque su ánimo y espíritu “están fuertes”.

Ante esta “situación difícil” que actualmente vive la comunidad eclesial, el cardenal Brenes externó a Álvarez su solidaridad y cercanía y pidió a la feligresía continuar orando para que Cristo “interceda y vele por este su pequeño rebaño”. 

La socióloga Elvira Cuadra planteó que esta visita del cardenal Brenes a Álvarez podría estar relacionada a un intento del régimen sandinista de tratar de convencer al obispo de Matagalpa para que salga del país, porque tenerlo detenido representa un alto “costo político” para Ortega-Murillo.

“Entre las presiones seguramente van a incluir a la familia, porque esa detención afecta la restricción y movilidad de todos los que viven en esa casa. También lo van a presionar con el arresto de los otros sacerdotes que lo estaban acompañando en la curia”, planteó la socióloga.

Vaticano al tanto de la situación de Nicaragua

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Tras la detención de Álvarez, el secretario del Pontificio Consejo para América Latina, Rodrigo Guerra López, aseguró al medio católico Aleteia que el Papa Francisco “está súper enterado de todos los acontecimientos que ocurren en Nicaragua”, y no descartó que haya un pronto pronunciamiento del Vaticano sobre el secuestro de Álvarez y los ataques contra la Iglesia.

“A mí no me extrañaría que después del encarcelamiento del obispo Rolando Álvarez, a lo mejor el domingo (21 de agosto) (cuando presidirá el Ángelus) el Papa nos regale algún primer comentario. No me extrañaría. Pero, ese es el tema exterior. La Santa Sede, principalmente, trabaja en la diplomacia discreta”, dijo Guerra al medio religioso.

En cuanto a los múltiples cuestionamientos que han hecho distintos actores sobre el silencio del Vaticano a los continuos ataques del régimen, Guerra aclaró que “un silencio papal no significa inactividad o falta de decisión, no, nada de eso; significa que se están trabajando en otros planos”. Además, insistió que en el momento que el Papa Francisco vea prudente, “por supuesto, tendrá una intervención”.

Al respecto, la socióloga Cuadra dijo que este pronunciamiento de la Santa Sede dejó entrever que hasta el momento el Papa no ha bajado ninguna orden con relación a la situación de Álvarez, como sí lo hizo en el 2019 con monseñor Silvio Báez.

“Con el corazón indignado y dolido condeno el secuestro nocturno de Monseñor Álvarez. ¡Quienes lo sepan, digan dónde está mi hermano obispo! ¡Que sus secuestradores respeten su dignidad y lo liberen! De nuevo, la dictadura vuelve a superar su propia maldad y su espíritu diabólico”, expresó por su parte en su cuenta de Twitter el obispo Silvio Báez, el primer prelado exiliado forzosamente por el régimen.

El secuestro contra el obispo también fue condenado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El organismo urgió al Estado de Nicaragua a cesar “de inmediato” estos actos represivos y libere “inmediatamente” a monseñor Álvarez y las demás personas detenidas.

“Estos hechos forman parte de un contexto sistemático de persecución, criminalización, hostigamiento, asedio policial, declaraciones estigmatizantes por parte de las más altas autoridades del Estado y, en general, de actos de represión en contra de integrantes de la Iglesia Católica en Nicaragua, debido a su rol de mediación en el Diálogo Nacional en 2018 y su papel crítico para denunciar las violaciones a los derechos humanos ocurridas en el marco de la crisis en el país”, indicó la CIDH.

El cinco de agosto de 2022 la Policía de Ortega-Murillo abrió un proceso investigativo en contra de monseñor Álvarez, supuestamente por “intentar organizar grupos violentos y ejecutar actos de odio en contra de la población”.

Según la Policía, el prelado como cabeza de las altas autoridades de la Iglesia Católica y “prevaliéndose de su condición de líderes religiosos, utilizando medios de comunicación y redes sociales están intentando organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población… con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”.

Desde ese día la dictadura Ortega-Murillo intensificó el asedio policial en la residencia de monseñor Álvarez y las calles cercanas a la curia, las cuales se mantenían hasta el secuestro de esta madrugada tomadas por decenas de agentes de la Dirección de Operaciones Especiales (DOEP) completamente armados.

Jefe de la ONU “preocupado”

El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, se declaró este viernes “muy preocupado” por la redada llevada a cabo por las autoridades de Nicaragua contra la sede episcopal y las recientes acciones contra la Iglesia Católica y organizaciones civiles y exigió al gobierno la liberación de todas las personas detenidas de forma arbitraria.

A través del portavoz Farhan Haq, Guterres reiteró su llamamiento al Ejecutivo de Daniel Ortega para que garantice “la protección de los derechos humanos de todos los ciudadanos, particularmente los derechos universales de asamblea pacífica, libertad de asociación, pensamiento, conciencia y religión”.

Según Haq, la operación de este viernes en el Palacio Episcopal de la Diócesis de Matagalpa no hace más que agravar estas preocupaciones.


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