A un año de la confiscación, el estudiantado de la extinta Universidad Centroamericana (UCA) sigue de luto. El duelo por el robo del recinto continúa, no solo por el despido de todos sus docentes, o la transformación de lo que era una casa de estudios a una escuela de adoctrinamiento político; sino porque todo lo que significó la UCA para sus estudiantes ha sido borrado poco a poco por la dictadura en estos últimos doce meses.
Para los chavalos y las chavalas que estudiaron ahí, la UCA fue más que un centro educativo. Para muchos de ellos, significó un segundo hogar, en donde formaron grandes amistades con sus compañeros y compañeras, surgieron amores, alianzas y proyectos entre ellos y ellas. Significó un espacio en donde crearon complicidad con sus profesores, y construyeron sueños sobre su futuro, en el que no existían las limitaciones o el miedo.
La UCA era una de las pocas instituciones no contaminadas por la dictadura. Alentaba a sus estudiantes a soñar en grande y a servir al mundo. Era uno de los pocos lugares en donde las personas podían decir lo que pensaban, lo que les disgustaba y lo que verdaderamente querían. Ahí, los jóvenes todavía fantaseaban con la posibilidad de aportar un cambio social, porque en medio de un país tan controlado y vigilado como Nicaragua, todavía existía este lugar incorruptible que brindaba esperanza a las nuevas generaciones estudiantiles.
La confiscación ocurrida el 16 de agosto de 2023 también supuso la confiscación de todas sus aspiraciones, anhelos, esperanzas y esfuerzos. Además de arrebatarles su universidad, la dictadura incluso les usurpó a los muchachos la posibilidad de elegir otro centro de estudios en el país. Y a algunos, les despojaron la oportunidad de estudiar por completo.
Recibe nuestro boletín semanal
Como un modo de resistencia y como una forma para sanar las heridas, estudiantes de la UCA escribieron 12 poemas para expresar su indignación contra una dictadura que desprecia la educación superior, el pensamiento crítico y el conocimiento. En el fondo, los jóvenes también esperan, tal vez, trastocar el corazón de quienes tienen en sus manos el destino del país, y el futuro de las nuevas generaciones que todavía pueden lograr una transformación.
“Estos 12 poemas no solo abordan el duelo, la tristeza, el dolor y la ira, sino que también hablan sobre las faltas de oportunidades de este país. La UCA era una de las pocas universidades con autonomía y libertad de expresión y creencia; un espacio cultural que nos fue arrebatado en cuestión de minutos, por la avaricia, la ignorancia y el deseo de control”, dice una de las estudiantes.
Cada chavalo y chavala que escribió un poema tiene una historia propia, un sacrificio diferente que hizo para lograr estudiar en la UCA, y luego, para continuar adelante aún después de su confiscación. Para ellos y ellas, perder ese lugar de un día para el otro en el que depositaron sus aspiraciones, sigue siendo hasta ahora una experiencia traumática y dolorosa.
Con sus poemas, quieren recordar a todas las personas que estudiaron en esta institución o que siguen en la universidad confiscada, que no se encuentran solos en el duelo. Mientras haya valentía y esperanza, se puede liberar a este país de la dictadura, que no hace más que aplastar los sueños y la vida de tantos jóvenes.
Aunque el recinto de la UCA haya sido pintado, cambiado y hasta remodelado, la esencia de sus estudiantes y sus profesores es algo que la dictadura no podrá quitar, ni la resistencia de los muchachos, ni su deseo de cambio. La huella de la UCA queda imperturbable en el país, en cada profesional que salió tras sus puertas, en cada persona que practica su filosofía y en cada joven que escribe un poema.
***
Un poemario escrito por estudiantes de la Universidad Centroamericana (UCA) de Nicaragua. Diagramación, corrección y distribución con el apoyo de DIVERGENTES. Descarga el poemario completo acá abajo.