Enrique Sáenz
12 de junio 2023

¿Qué viene a hacer el presidente de Irán a Nicaragua?


La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha anunciado la visita del presidente de Irán, el señor Ebrahim Raisi, quien también visitará Cuba y Venezuela. Hace algunos meses visitó estos mismos países el canciller iraní. Y así la han traído desde el 2007: visitas van, visitas vienen.

La pregunta obligada es, ¿qué viene a hacer desde tan lejos este personaje? 

Los medios oficialistas se han encargado de responder: Han dicho que viene “a estrechar lazos de cooperación política, comercial y científica”.

Comencemos por los lazos políticos.

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¿Cuáles son esos lazos políticos? Bueno, cualquiera sabe la intención de Irán de establecer cabezas de playa en América Latina, que le sirvan como base de apoyo en sus disputas con Estados Unidos. Y es evidente que Ortega y sus compinches de Venezuela y Cuba se prestan gustosos a jugar ese papel. Así que está claro de que buscarán cómo proyectar la imagen de una poderosa alianza revestida con los consabidos discursos patrioteros, antiimperialistas y anti occidentales.

Pasemos a los otros planes de cooperación anunciados.

Para visualizar las perspectivas, conviene repasar brevemente los antecedentes: El anterior presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, visitó Nicaragua dos veces: en 2007 y 2012. Varias misiones se realizaron en el entre tanto y con posterioridad: Dejaron un reguero de acuerdos, memorandos de entendimiento y promesas. Veamos algunos de los “compromisos”:

  • Construcción de 4 centrales hidroeléctricas.
  • Edificación de 10 mil viviendas populares
  • Una planta de construcción de equipos agropecuarios
  • Entrega de 4000 tractores
  • Construcción de 5 plantas procesadoras de leche
  • Construcción de dos muelles adicionales en Corinto con una inversión de 36 millones de dólares
  • Fábricas de cemento, sistemas de riego y de agua potable.
  • Construcción de un puerto de aguas profundas en el Caribe.

Salvo la construcción de una policlínica de salud en un barrio de Managua, lo demás fue humo en las manos.

Más recientemente, la lista se abultó con acuerdos comerciales, científicos, culturales y de inversión. Hasta acordaron resucitar la construcción de la refinería “El supremo sueño de Bolívar”, un megaproyecto acariciado por Ortega, tanto, que Hugo Chávez colocó dos veces la primera piedra, para quedar al final en un plantel de almacenamiento de combustible. 

Solo en 2022 se suscribieron 18 acuerdos. 

¿Por qué estos acuerdos no han prosperado? 

Son tantos, con tan escuálidos resultados que uno legítimamente podría concluir que han sido una burla. Pero, aún cuando asumiéramos disposición a cumplir por parte de los iraníes, la realidad es que buena parte de esos acuerdos carecen completamente de viabilidad.

¿Acuerdos culturales? ¿Para qué? Un verdadero disparate. ¿Qué tienen de común la cultura persa con la cultura nicaragüense? Ni los nicaragüenses hablan persa, ni los iraníes hablan español. Ni los nicaragüenses son musulmanes, ni los iraníes son cristianos, así que, ¿cómo podrían prosperar estos acuerdos culturales?

¿Acuerdos científicos? Nicaragua carece de recursos humanos e infraestructura científica mínima para posibilitar esta cooperación. Todos sabemos el estado deplorable en que ha postrado la dictadura a la educación superior. Y hace unos meses hasta defenestraron al flamante jefe del Consejo Nicaragüense de Ciencia y Tecnología, el repentinamente citado general Omar Hallesleven.

¿Construcción de plantas industriales? ¿Con cuál base tecnológica y material? ¿Serían inversiones de empresarios iraníes? Nadie supo.

¿Y las mega obras? Nada de qué sorprenderse. Ortega ha sido especialista en elevar cometas, incluso elevó hasta satélites y meteoritos.

En cuanto al desarrollo de lazos comerciales, esto no es cuestión de voluntades sino de realidades.

¿Qué producimos los nicaragüenses que la economía de Irán necesite? ¿Café? Lo compran más barato a proveedores cercanos. ¿Azúcar? Lo compran más barato a proveedores cercanos ¿Queso? ¿Frijoles? Ya hemos dicho en otra ocasión: los iraníes no comen gallopinto. Las distancias, la falta de rutas comerciales y de infraestructura logística tornan ilusorio cualquier acuerdo comercial.

La prueba está que han pasado 16 años y en las cuentas comerciales de Nicaragua, ni siquiera aparece Irán.

¿Entonces qué intereses puede tener el pueblo nicaragüense con esta visita? Ninguno. Intereses solamente tiene Ortega y su círculo de mafiosos. Lazos económicos más plausibles para la mafia en el poder es la utilización de Irán como plataforma para trasegar los cuantiosos recursos que obtienen por los negocios de la electricidad, el combustible, el oro y otras turbias operaciones.

Entonces ¿Qué podemos esperar de la visita?

No hay que ser adivino.

Vamos a escuchar los fatigosos y delirantes discursos del dictador. Y ahí vendrán de nuevo Diriangén y los españoles. La esclavitud. William Walker. Lanzará una de las anécdotas que últimamente acostumbra sobre su heroica participación en la lucha. Repetirá las patrañas sobre el golpe de estado, los ataques a la iglesia y a Estados Unidos. Y probablemente mencionará uno de sus actuales desvaríos: una bombita atómica. Un discurso que será correspondido por el jerarca visitante.

Por supuesto, no dirá una palabra sobre las remesas familiares, producto del sacrificio de los nicaragüenses en el exterior, principalmente de Estados Unidos, que sostienen la economía nacional y la de miles de familias. Tampoco dirá una palabra sobre el CAFTA, ni mencionará que Estados Unidos es el principal socio comercial de Nicaragua. Ninguna alusión a los trabajadores de las zonas francas ni a los inversionistas norteamericanos.

Algún acuerdo escondido habrá, pero ese no se dará a conocer, ni será en beneficio del pueblo nicaragüense. Además, naturalmente, escucharemos un nuevo vendaval de promesas.

Y así seguiremos: misiones van, misiones vienen; promesas van, promesas vienen; pasan por vistosos enflorados… pero no se detienen.

ESCRIBE

Enrique Sáenz

Es licenciado en Derecho y licenciado en economía, y cuenta con estudios superiores en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, Caracas) y estudios superiores en Historia Latinoamericana (UNAN, Managua). Fue diputado de la Asamblea Nacional de Nicaragua (2007-2016) y gerente de proyecto para asuntos de cooperación y gobernabilidad en la Delegación de la Unión Europea para América Central en Managua. Se desempeñó también como Director Ejecutivo de la Fundación Siglo XXI (1996-1997) y Oficial Ejecutivo en la Representación del PNUD en Nicaragua, entre otros puestos en el gobierno de Nicaragua y organismos regionales.