La relación diplomática entre el Gobierno de Daniel Ortega y el Reino de España ha encallado de plano: Managua anunció este jueves 10 de marzo que retiró a su embajador en Madrid, Carlos Midence, por supuestas “presiones y amenazas injerencistas” que hacen “imposible el ejercicio de la labor diplomática”. Sin embargo, desde hace seis meses el régimen sandinista ha impedido a la embajadora española, María del Mar Fernández-Palacios, regresar a Nicaragua.
Diversas fuentes diplomáticas consultadas por DIVERGENTES confirmaron que Fernández-Palacios tuvo un viaje a España hace seis meses, pero cuando intentó retornar a Managua le comunicaron que el régimen Ortega-Murillo no se lo permitía. Tratamos de obtener una versión de la embajada de España, pero el silencio hasta ahora ha sido elocuente.
“No es la primera vez que le hacen eso a María del Mar. La primera vez fue en 2020. En esa ocasión la aerolínea le comunicó que no estaba entre los pasajeros aprobados por el gobierno de Nicaragua”, dijo una fuente diplomática. “Pero hasta ahora se extiende tanto tiempo esta situación. Lo peor es que esta vez no hay justificación. O sea no dicen porqué no la dejan entrar”.
Una hora después de publicado este artículo, la Cancillería española le confirmó a Despacho 505 que la razón del retiro del embajador de Ortega es porque prohibieron regresar a Managua a Fernández-Palacios, por lo tanto, Midence fue advertido de reciprocidad
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No es un secreto que Ortega y Murilllo han torpedeado la relación diplomática con España a partir de que Madrid ha sido uno de los principales críticos europeos de las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua, de los procesos contra los presos políticos y la consolidación de un régimen de partido único en las elecciones de noviembre de 2021.
En febrero pasado, el secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe de España, Juan Fernández Trigo, dijo “probablemente en los próximos días” haya “alguna novedad” respecto a la relación con Nicaragua. Sin embargo, al menos públicamente no se conoció nada. Pero la declaración de Fernández Trigo se dio después que en agosto de 2021 el Gobierno español llamó a consultas a la embajadora Fernández-Palacios como respuesta a las “graves e infundadas acusaciones” del régimen contra España.
El 10 de agosto de 2021, el régimen publicó una nota de prensa en la que señalaban a España por “la cínica y continua, intromisión, injerencia e intervención en nuestros Asuntos Internos, impropias de Gobiernos Democráticos, impropias también de Regímenes que incumplen continuamente con los Derechos de sus Pueblos a la Autonomía o a Procesos Autonómicos de Independencia, que tanto sufrimiento han costado ya, a Familias enteras de Pueblos que se niegan a seguir siendo sometidos a arbitrarios dictados monárquicos”.
Cuerpo diplomático bajo ataque
Según las fuentes diplomáticas, el cuerpo diplomático acreditado en Managua ha estado bajo ataque en los últimos meses. Tal como reveló Confidencial, entre el 10 de enero y el 5 de marzo se produjeron cuatro encontronazos que forzaron la salida del embajador del Vaticano, Waldemar Stanisław Sommertag. Al gobierno le molestó que el Nuncio usó el término “presos políticos” para referirse a los opositores encarcelados por el régimen.
Monseñor Carlos Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), en declaraciones brindadas al noticiero de canal 10 de televisión este nueve de marzo, señaló el deterioro de las relaciones entre el régimen orteguista y el representante del papa Francisco, quien había fungido como uno de los pocos interlocutores entre el régimen y la oposición.
En noviembre de 2021, el gobierno eliminó la figura de “decano diplomático” que ostentaba el Nuncio apostólico en Nicaragua. Es decir, una figura meramente protocolaria al ser reconocido por los demás embajadores acreditados como un líder. Pese a la eliminación de la figura, Sommertag siguió siendo reconocido como la cabeza de los diplomáticos y, entre algunas de sus funciones protocolarias, estaba organizar convivios y fiestas.
En febrero pasado, narran fuentes diplomáticas, Sommertag organizó una despedida al embajador de Colombia, Alfredo Rangel Suárez, quien fue expulsado por los Ortega-Murillo y declarado non grato. Este gesto provocó un reclamo airado por parte del gobierno sandinista.
“El Nuncio siguió despidiendo a los embajadores desde que le quitaron la decanatura, pero nadie te puede prohibir que reúnas a los colegas para decirle adiós a alguien que se va”, dijo una fuente ligada a las delegaciones acreditadas en Managua.
Otra fuente diplomática relató que otro encontronazo del Nuncio con el régimen ocurrió después que el Embajador de la Unión Europea en Nicaragua, Pelayo Castro Zuzuárregui, concluyó su misión en agosto de 2021. Pelayo intentó vender su automovil, pero la cancillería del régimen no lo permitió, ya que querían cobrarle impuestos.
“Entonces Pelayo apeló a Cancillería: que esto de querer hacerle pagar impuesto iba contra la ley nacional y las convenciones, ya que los diplomáticos no pagan. Pero le dijeron que no”, cuenta la fuente diplomática. “Entonces Pelayo le pide al Nuncio, como Decano del Cuerpo Diplomático, que interceda. Sommertag lo hace, primero le dicen que ‘ok’, pero luego Cancillería lo llama para decirle que no se metiera con lo de Pelayo, porque no eran sus funciones como Nuncio. Esto también motiva a extinguir la figura de decano”, sostuvo la fuente.
La tensión en el cuerpo diplomático acreditado en Managua es creciente porque, además de la embajadora de España, hay otros embajadores concurrentes a quienes no les permiten ingresar a Nicaragua. “Están con pésimas relaciones con el cuerpo diplomático no alineado con ellos. A (Kevin) Sullivan de (Estados Unidos) y a los embajadores de Francia, Unión Europea y Alemania los viven llamando para increparlos”, agregó la fuente.
Lo que rebalsó el vaso con el nuncio fue que el 10 de enero, cuando Ortega y Murillo tomaron posesión bajo total aislamiento, el nuncio apostólico viajó a Roma. Esto, según Confidencial, generó otro fuerte reclamo de las más altas autoridades del país sobre las razones de su ausencia en el acto.
“Al nuncio no lo declaran non grato como al embajador de Colombia, pero lo conminaron a salir de inmediato de Nicaragua. Te puedo decir que nosotros almorzamos con él antes que unos policías lo siguieran el sábado 5 de marzo, y no tenían ningún plan de abandonar el país. Pero tuvo que irse el domingo ya que alguien del gobierno se lo dijo. Ni siquiera pudo despedirse de los obispos”, relató la fuente diplomática.