Rodrigo Chaves toma el mando de Costa Rica sin un rumbo claro de gobierno

Tras la campaña incendiaria y el giro conciliatorio posterior al triunfo, el economista de 60 años asume en el país más estable de Centroamérica, donde la desigualdad no ha dejado de crecer en las últimas décadas. Tiene varios retos por delante, sobre todo frente a sus electores, los más desposeídos del país. Bajo el brazo trae listos decretos que apuntan a mejorar los empleos, bajar el costo de la vida, atacar la corrupción y agilizar el funcionamiento del Estado


El economista Rodrigo Chaves Robles toma este domingo el poder presidencial en una Costa Rica expectante por el tipo de gobierno que impulsará después de una campaña agresiva contra el sistema político y del giro moderado que adoptó después de triunfar el 3 de abril, con el apoyo incuestionable de las poblaciones cada vez más descolgadas del erosionado modelo de bienestar de la democracia más estable de Centroamérica.  

Chaves, un outsider de línea económica conservadora y de discurso agresivo contra la política, llega como carta de experimento con el debutante Partido Progreso Social Democrático, pero con el apoyo y sobre todo la expectativa de las poblaciones periféricas del país, las de menos educación formal, las de menos ingresos. Es la última apuesta de quienes habitan más allá del perímetro montañoso central que se observa completo desde el edificio de la Asamblea Legislativa, que por primera vez en 70 años será sede del juramento presidencial. Ahí llegarán delegaciones de casi 100 países, pero esta vez sin acceso abierto a ese público que ese millón de costarricenses (53% de los votantes, equivalentes al 30% del padrón) que votaron por Chaves como un nuevo intento de cambio o para evitar el regreso del expresidente Figueres, símbolo de los pecados que la opinión pública cobra a la política tradicional.

“La recomendación es verlo por televisión”, dijo el viernes el canciller designado Arnoldo André Tinoco, un rico abogado y empresario bisnieto de un general que hace 102 años dio el último golpe de Estado en Costa Rica. André es uno de los rostros más visibles del variopinto equipo de gobierno que seleccionó Chaves al carecer de cuadros políticos propios en el debutante Partido Progreso Social Democrático (PPSD) y ante la población que en campaña le escuchó dos promesas claves: barrer con los políticos que han gobernado en los últimos 40 años y atajar en corto tiempo el creciente costo de la vida. El cumplimiento de esas promesas marca con presión elevada el inicio del cuatrienio, pero la expectativa popular sigue aterrizada en los territorios que esta vez sí lograron imponerse en las urnas sobre los grupos más privilegiados.

Rodrigo Chaves toma el mando de Costa Rica sin un rumbo claro de gobierno
El presidente electo de Costa Rica, Rodrigo Chaves (d), se reúne con el rey de España, Felipe VI. EFE/ Jeffrey Arguedas

“Aquí seguimos esperando que traiga bienestar”, dijo el viernes  a DIVERGENTES Lauryn Rivera, una joven madre dedicada a su trabajo de hogar y a una carrera para ser maestra en Cariari de Pococí, en la zona caribeña de Costa Rica, un distrito pobre de plantaciones bananeras y piñeras. Ahí Chaves obtuvo el 70% del voto de los habitantes que cuatro años atrás apostaron por el predicador evangélico Fabricio Alvarado, en 2014 años atrás por el izquierdista Frente Amplio. La última victoria del tradicional Partido Liberación Nacional (PLN) en ese distrito coincide con su último triunfo nacional, en 2010 (con Laura Chinchilla como primera mujer en la Presidencia), aunque en ese momento hubo también un fuerte apoyo en Cariari para el derechista Movimiento Libertario. El distrito cálido y húmedo, ubicado a 110 kilómetros de San José, no ha parado de probar caminos de cambio político impulsados por el acumulado de problemas que empiezan por la precariedad de empleos, siguen con la pobreza y acaban con la desigualdad con alta incidencia del narcotráfico, pero sobre todo se manifiestan al contrastarse con lo que ocurre el otro lado del cerro Zurquí, donde sectores más preparados y sofisticados han mejorado sus condiciones de vida incluso a pesar de la pandemia en 2020.

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“Este es uno de esos lugares que se siente abandonado por las instituciones centrales y por eso se sintió entusiasmada con el mensaje de campaña de Chaves, que además visitó a la comunidad y los miró a la cara. Ahora lo ven con fe”, dice Sharon Camacho, lugareña, geógrafa y politóloga que investiga en la Universidad de Costa Rica (UCR) el comportamiento político de las zonas rurales marginadas, esas donde se materializa el concepto “despojo”, que va más allá de lo económico. El mapa de resultados electorales es groseramente claro: de las siete provincias del país, las únicas dos donde no ganó Chaves son las que no tienen ni un metro que colinde con el mar ni con los países vecinos Nicaragua o Panamá. Son San José y Cartago, donde los poderes económicos, políticos y religiosos católicos crecieron desde tiempos de la colonia.

El golpe de la pandemia 

Rodrigo Chaves toma el mando de Costa Rica sin un rumbo claro de gobierno
Un hombre camina frente a un grafitti en donde se lee “Pandemia” en San José, Costa Rica. EFE/Jeffrey Arguedas

“La pandemia potenció un camino a una sociedad más desigual”, apunta Leonardo Merino, coordinador del Programa Estado de la Nación, un centro de investigación basado en las universidades públicas que emite cada año un diagnóstico del país y que en las últimas dos décadas no ha parado de advertir sobre la fragmentación social y el crecimiento de las desigualdades. Basado en datos que maneja su equipo, Merino agrega que la pandemia golpeó más fuerte a los sectores más débiles y que la recuperación ha sido más rápida para los que menos sufrieron. “Estamos viendo una ampliación de las brechas que ya venían generándose por modelos productivos distintos dentro de un mismo país”, añade el investigador antes de señalar que los gobiernos han priorizado las cifras macro y que solo han promovido paliativos contra la desigualdad. En la campaña electoral del 2022 tampoco fue un tema, pero sí un factor: la mayoría de los desaventajados ungieron a Chaves y esperan de él una respuesta pronta.

Una encuesta posterior a la elección, del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR mostró que Rodrigo Chaves recibió un respaldo superior de las personas con solo educación primaria y habitantes de las provincias Limón (Caribe) y Puntarenas (Pacífico), las más pobres. A Limón pertenece el cantón Pococí y su distrito Pococí, donde vive Lauryn con su esposo y una hija. Ahí ella trabajó en una tienda hasta hace tres años, otros compañeras suyas de la escuela nunca encontraron un trabajo estable y para la mayoría de varones solo quedaban puestos laborales en fincas agrícolas. Algunos poseen tierra, pero siembran como pueden y venden a quien les compre, casi siempre un intermediario que paga como quiera. Es fácil comprender que muchos muchachos vean que su oportunidad de vida está en las bandas criminales del narcotráfico, la actividad que el presidente saliente Carlos Alvarado señaló esta semana como una preocupación mayor.

Los desafíos de Chaves 

Rodrigo Chaves toma el mando de Costa Rica sin un rumbo claro de gobierno
El presidente electo de Costa Rica, Rodrigo Chaves. EFE

El desafío para Chaves es gigantesco. Las demandas sociales son altas y la paciencia es poca, sin lealtad posible para un partido que hasta hace cuatro años ni existía. Por eso el nuevo mandatario tiene la tarea urgente de lanzar buenas señales de conducción del Gobierno y de relaciones productivas con una Asamblea Legislativa donde el 80% de los escaños están en manos de partidos opositores. “Hay una gran interrogante: ¿intentará solidificar su base electoral para defender ataques políticos o adaptará su camino para gobernar para la gran mayoría de la población?”, dijo Alfaro, en referencia a casi 2,5 millones de costarricenses que votaron por el rival Figueres o que del todo se ausentaron de las urnas y promovieron el mayor abstencionismo de la historia reciente, muchos de ellos como métodos de protesta política.

Los problemas de la economía son hondos y añejos, son recientes por la pandemia y son más urgentes por el estallido de la guerra en el este de Europa. El tipo de cambio alcanzó esta semana una cifra récord y el costo de la gasolina para el consumidor también, este último gravado por un fuerte impuesto que Rodrigo Chaves considera indispensable para evitar un golpe más a las finanzas públicas. El equilibrio fiscal es delicado y depende de medidas comprometidas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), asuntos que domina Chaves, pero en las calles de Cariari y del resto del país lo que piden es un alivio, o al menos señales positivas cercanas a los grupos que mejor viven, los más educados o heredados, algunos segmentos de funcionarios estatales y los trabajadores vinculados a la dinámica economía de tecnología y servicios que hala la carreta de las exportaciones.

Tendrá que gobernar para esos que apostaron por él, que lo apoyaron para rechazar a Figueres o al PLN, pero también para muchos que le temían también por el estilo de choque para el sistema político. Así llega Chaves al 8 de mayo que dice la Constitución como inicio de un nuevo gobierno, sin haber dado ni una entrevista en medios masivos después de su victoria de abril y subrayando la “disciplina estratégica” que exigirá a los miembros de su equipo de gobierno, casi todos desconocidos para él. Bajo el brazo trae listos decretos que apuntan a mejorar los empleos, bajar el costo de la vida, atacar la corrupción y agilizar el funcionamiento del Estado. Al medio día del domingo comienza su reloj a correr.

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