Complices Divergentes
Complices Divergentes

De sabores de comida al aroma de fragancias, perfumes y jabones. Empezar de cero cuando lo tenías todo

No fue fácil para Maritza Sevilla reiniciar su vida a sus casi 60 años cuando se exilió a Costa Rica. Ante la imposibilidad de encontrar empleo por estar “sobrecalificada”, Maritza emprendió en un negocio que jamás se esperó a dedicar: la cosmética natural. Las dificultades que vivió también la motivaron a fundar la colectiva Mujeres Sin Fronteras, un espacio de mujeres nicaragüenses que sirve como red de apoyo para otras exiliadas como ella

comida Maritza Sevilla
Ilustración para Divergentes

El taller de Maritza Sevilla parece un pequeño laboratorio, de esos con instrumentos clínicos tan extraños que solo su dueño conoce su uso. La blancura de las paredes, las mesas de acero inoxidable y la pulcritud del espacio hacen que el lugar parezca un cuarto de experimentos científicos.

El taller es apenas de cuatro metros cuadrados y a primera vista nadie sabría cuál es su verdadero propósito, sino fuera por el inmensurable aroma que arrojan los jabones, aceites, cremas, extractos y champús que delatan la manufactura que realiza Maritza para su emprendimiento.

Romero, uva, macadamia, avena, miel, café, cúrcuma, aguacate, coco y mil olores más se mezclan en la sala, en un cóctel embriagador que marea a cualquiera, pero de los cuales ella está acostumbrada. Y todos tienen un especial objetivo en su arsenal cosmético. 

En sus utensilios, las frutas, especias y plantas son maceradas lentamente durante varias semanas, con el fin de extraer hasta la última de sus esencias. Maritza, envuelta en gabacha, guantes, mascarilla y gorro, es la mente maestra detrás de Arte-sana, el negocio de cosmética natural que comenzó en 2020, en la provincia de Guanacaste, Costa Rica.

Aunque en la actualidad, su emprendimiento es una de sus grandes pasiones y la ha convertido en un referente, Maritza, de 63 años, confiesa que fue sumamente inesperado para ella trabajar en el rubro de la cosmetología, en especial, en un país que no es el suyo.

Yo ya tenía mi vida hecha en Nicaragua. Con la liquidación de mi último trabajo en Nicaragua monté mi restaurante campestre, pero aquí me tocó comenzar de cero en otra cosa que nunca pensé que iba a explorar. No me animaba a nada que tuviera que ver con químicos, pero miré la cosmética como algo asociado a la industria y me aventé”, destaca.

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Maritza Sevilla junto a algunos de sus productos en su emprendimiento Arte-sana, el negocio de cosmética natural que tiene en Costa Rica. Divergentes | Costa Rica

Después de haber apoyado las manifestaciones contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo en 2018, Maritza vivió un severo hostigamiento por fanáticos orteguistas, persecución policial y el allanamiento de su restaurante. Pese a que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le brindó medidas cautelares en septiembre de ese año, se vio forzada a huir de Nicaragua.

Maritza no esperaba perder todo lo que había construido durante años en tan sólo un par de meses. Su defensa a los derechos humanos y sus críticas a la corrupción estatal habían comenzado desde antes de la crisis sociopolítica, pero las consecuencias de hacer estas denuncias en plena convulsión del país llegó a poner su vida en riesgo. 

“Rafaguearon mi casa, cerraron mi restaurante. Tenía vehículos, tenía todo, pero me tenía que ir”, dice. Con apenas un par de objetos personales, emprendió un viaje que en un inicio pensó que duraría un par de meses, pero que ahora ya lleva seis años.

“Sobrecalificada”, la respuesta a su búsqueda de trabajo

Arte-sana ha sido un éxito hasta ahora. Lo que inició como un negocio de jabones, ahora es un catálogo completo de productos naturales de belleza y bienestar. Además de contar con ventas a través de redes sociales, tiene una tienda en un centro comercial de Guanacaste, lo que le ha permitido darse a conocer más. También ha creado alianzas con colectivos de otras personas artesanas, con los que ha organizado más espacios de ventas y promoción.

Maritza dice de manera muy orgullosa: “Soy una pyme”. “Pago impuestos al Ministerio de Hacienda, tengo seguro en el Instituto Nacional de Seguros, estoy asegurada por riesgos profesionales y genero ingresos para mí”, dice.

Sus inicios no fueron fáciles. El emprendimiento surgió gracias a que sus solicitudes de trabajos eran siempre rechazadas “por estar sobrecalificada”. Para ella, contar con una licenciatura en Sociología y una carrera técnica en Contabilidad, le supuso una desventaja al buscar empleo.

En cada rechazo, los empleadores le decían lo mismo: “hay empleo, pero no para lo que estás buscando”. Los empleos disponibles exigían pocas cualificaciones, pero eran sobreexplotados y mal remunerados. No era lo que ella estaba buscando.

“Cuando llené mis papeles en las oficinas de Migración (Dirección General de Migración y Extranjería o DGME), los oficiales me dijeron que en Costa Rica la mayor demanda de empleo para extranjeros era de salonera (mesera) o para trabajar en la zona rural. ¿Qué me estaban tratando de decir? Fue una forma discriminatoria de darme la bienvenida al país”, recuerda.

De acuerdo con el análisis Aporte de los Migrantes Nicaragüenses a la Economía Costarricense, la gran mayoría de la población nicaragüense radicada en Costa Rica trabaja en condición de informalidad, con salarios sumamente bajos y sin acceso a la seguridad social. El 71% se encuentran en distintas áreas, tales como doméstica, agricultura, construcción, alojamiento y comercio.

Maritza, al igual que muchas mujeres nicaragüenses profesionalizadas, tuvo que trabajar en el área doméstica para poder sobrevivir, hasta que recibió un taller de elaboración de jabones y ahí comenzó su travesía.

Con la experiencia previa que tenía administrando sus negocios en Nicaragua, hizo crecer su emprendimiento. “Para tener un emprendimiento, no solo se necesita la disposición, sino también el conocimiento de lo que vas a hacer, los requisitos legales y la insistencia para que te reconozcan”, expone.

Mujeres enfrentan obstáculos burocráticos para emprender

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Maritza Sevilla participa en diferentes ferias en las que además de exponer sus productos, brinda talleres de emprendimiento, dirigidas principalmente a mujeres nicas migrantes en Costa Rica. Divergentes | Cortesía.-

Después de tener una batalla burocrática para cumplir con todos los requerimientos legales para establecer Arte-sana, Maritza junto con otras cinco mujeres, creó la Colectiva Mujeres Sin Fronteras, conformada por mujeres nicaragüenses que trabajan en diferentes rubros. Su objetivo es que entre todas las mujeres se guíen para ese tipo de procesos, conozcan sobre sus derechos, fortalezcan sus habilidades y creen redes que les ayuden a salir adelante con su negocio.

Maritza señala que las mujeres nicaragüenses están sobrerrepresentadas en los subempleos, y se enfrentan a múltiples barreras para establecer sus emprendimientos, debido a la falta de conocimiento que tienen sobre los procedimientos a seguir, y la falta de actualización que tienen los funcionarios públicos sobre los derechos de las personas extranjeras, especialmente, refugiadas o solicitantes de refugio.

En su caso, la municipalidad del área donde vive no quiso reconocer su permiso de trabajo, y le impidieron solicitar el registro de su negocio. Tuvo que ir al menos tres veces más a realizar la solicitud y llevó impreso el Reglamento de la Ley General de Migración y Extranjería para que los funcionarios se informaran.

“Por los obstáculos que viví, tengo el compromiso de ayudar a las personas más vulnerables. Me interesa que otras mujeres nicaragüenses puedan crear ingresos familiares, que contribuyan a la integración comunitaria y den el aporte a la economía. Que no se piense que porque somos extranjeras en Costa Rica, dependemos del Estado”, manifiesta Maritza.

La Colectiva Mujeres Sin Fronteras tiene actualmente 15 integrantes nicaragüenses, aunque el número varía, señala Maritza. Muchas de las mujeres continúan migrando a lo interno de Costa Rica y al exterior. Unas trabajan en artesanías, otras en agroindustria, comercio, alimentos y otros sectores. 

Su mantra, es que sin red de apoyo, no se puede salir adelante, o al menos es más difícil, aclara. Por eso su insistencia en organizarse, ya sea con otros emprendedores o con las mujeres niñas. Según su análisis, siempre pensando de forma sociológica, la mayoría de las integrantes tienen mayores probabilidades de montar un negocio con éxito cuando se reúnen con otras personas.

“Incluso si tenés problemas psicosociales, si conoces a otras personas que te indiquen dónde ir o qué hacer, es más fácil moverse y superar los problemas, que cuando estás en tu soledad y duelo permanente”, explica.

En Mujeres Sin Fronteras, Maritza y sus compañeras se brindan talleres entre ellas para fortalecer sus conocimientos en las áreas que necesitan. Muchas ya tienen una larga experiencia trabajando por sí solas, pero no tienen educación formal, y las que sí la tienen, no tienen muchas veces educación financiera. Si se pueden apoyar, se ponen a la disposición para la competencia de las otras. 

Incidencia política, el próximo objetivo

Además de educarse en temas de derechos, emprendimientos y migración, Mujeres Sin Fronteras también tiene el propósito de hacer incidencia política para lograr cambios que beneficien la calidad de vida de las personas migrantes.

Tras reuniones con el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu) y el DGME, la colectiva de Maritza logró formar parte de la Comisión Regional de Derechos de Personas Migrantes, un organismo independiente que es integrado por las instituciones del Estado costarricense y la sociedad civil.

“Les he dicho a los organizadores de la Comisión, si no hay cambios de las leyes que limitan y vulneran a los migrantes, no estamos haciendo nada. En ese sentido, tengo una aplanadora en el espacio, pero no me voy a rendir”, sostiene.

La preocupación de cambiar la legislación migratoria surge debido a los impedimentos que enfrentan miles de personas nicaragüenses para conseguir documentación que les permita acceder a un estatus migratorio regular, o les permitan otros trámites como convalidar sus títulos académicos para trabajar de manera formal.

“En realidad, son muchas cosas las que tenemos en contra para poder trabajar con empleos dignos, o para seguirnos superando laboral y académicamente”, señala. Los discursos y medidas antimigrantes de parte de Rodrigo Chaves, presidente de Costa Rica, también han puesto de manifiesto la necesidad de protección para las personas migrantes en dicho país.

Aunque estas medidas han sido revertidas por lesionar los derechos de las personas solicitantes de refugio, según la Sala Constitucional en Costa Rica, el pensamiento y la posibilidad de que vuelvan a ocurrir siguen presentes.

Un futuro lleno de más nicas emprendedoras

comida Maritza Sevilla
Maritza Sevilla tenía un próspero negocio de comida en Nicaragua. La dictadura la persiguió y tuvo que huir a Costa Rica, donde cambió la gastronomía por jabones y perfumes naturales. Divergentes | Cortesía.

El taller de Maritza forma parte de su casa, por ahora, aclara. Su próxima meta es conseguir su registro sanitario. Lo único que le falta para conseguirlo es reunir todo el dinero y concretar su asociación con otra emprendedora.

“Mi meta a corto plazo es asociarme con otras compañeras de cosmética natural y hacer un consorcio en el que podamos juntar nuestros esfuerzos y vender”, expresa.

La persona con la que posiblemente se unirá también vende productos naturales, pero de uso veterinario. Hace lo mismo que Maritza; jabones, champús y cremas, pero para perros y gatos. “Hay un gran potencial para complementarlos”, explica. Luego de la alianza, su finalidad es vender a mayoristas, hoteles o supermercados. La meta es siempre vender y crecer.

Para conseguir su registro, también tendrá que asociarse con un laboratorio, lo que significa que su “tallercito”, como lo llama, no será permanente. También, pretende culminar su segunda carrera técnica: Cosmética Natural. Actualizar sus conocimientos y mejorar se trata de una tarea constante, dice Maritza.

“Me gusta que mis productos le sirvan a la gente y que vean resultados sanadores. Mi parte favorita de mi trabajo es cuando dicen ‘¡viera qué bien me cayó ese aceite para las rodillas!’. Eso es lo que busco”, cuenta entre risas.

Gracias a sus capacitaciones constantes, ha sido invitada a otros grupos de emprendedores, organizaciones y universidades a brindar talleres sobre agroindustria, emprendimientos y cosmética natural. 

De acuerdo con Maritza, muchas personas migrantes cometen el error de no plantearse metas a futuro porque tienen la idea de que regresarán a su país, pero el tiempo de regreso nunca llega. “Hay gente que tiene más de 20 años de estar acá y no ha hecho mucho porque siempre piensan en que van a regresar. Estar en Costa Rica no requiere de metas eventuales, sino planificadas”, sostiene.

Para su Colectiva Mujeres Sin Fronteras, Maritza tiene planeado fortalecer la organización interna, que las mujeres sean capaces de continuar sin ella y que no dejen caer este espacio, a pesar de los obstáculos.


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