A finales de noviembre de 2022, un golpe inadvertido en el círculo de poder en Nicaragua allanó el camino al comisionado general Zhukov Serrano Pérez, de 58 años, para instalarse en la jefatura de investigaciones de la Policía. Ahora, está a cargo del espionaje político, lo que le confiere un poder extraordinario en el principal brazo represor de la familia Ortega-Murillo.
Serrano se convirtió en subdirector con un hecho improbable. El mismo Daniel Ortega ordenó el encarcelamiento del comisionado general Adolfo Marenco Corea, antecesor en el cargo del nuevo jefe policial, y lo envió a la prisión de El Chipote, uno de los centros de tortura más conocidos del orteguismo, un destino inesperado para un cómplice de décadas.
Fuentes policiales confirmaron a DIVERGENTES que Marenco está bajo vigilancia y amenazado. Tiene un pariente encarcelado y una tercera persona de su entorno fue expulsado de Nicaragua, cuando visitó el país para preguntar por su suerte, por lo que ahondar sobre su situación significa estrellarse contra un muro de secretismo.
El nuevo subdirector asumió su puesto navegando en esas aguas turbulentas, pero con el respaldo de Ortega. En estos 17 años dirigiendo el Poder Ejecutivo, el dictador moldeó la Policía a sus intereses, mediante reformas legales y no existe ningún alto oficial –al menos públicamente– que se atreva a contradecirlo. Estableció una relación directa con los otros jefes policiales, los volvió sus cómplices a cambio de favores, y se autonombró “el jefe supremo”.
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Pero el suyo es un poder compartido con Rosario Murillo, su esposa. Después siguen el ministro Horacio Rocha, el director policial Francisco Díaz Madriz (consuegro presidencial) y Serrano. Otros han regresado a la sombra como el asesor Néstor Moncada Lau, uno de sus más despiadados colaboradores, mientras resucitó al Ministerio de Interior para reprimir y vigilar también.
Según tres fuentes consultadas, la característica común del grupo de “asesores presidenciales” es la lealtad y la conspiración desarrollada como un hábito personal. El área de investigaciones policiales es un cargo con ciertas peculiaridades que Ortega debió tomar en cuenta para escoger a Serrano.
“Zhukov es uno de los funcionarios con mayor poder de la institución y dentro del aparato de represión de la dictadura. Sus responsabilidades son vigilancia política y coordina acciones de control y represión con otras instituciones. En términos generales, este aparato de vigilancia política lo dirige la Dirección de Investigaciones para la Defensa del Ejército (DID) y él forma parte de ese grupo”, explica un analista de temas policiales, quien ofreció sus declaraciones bajo condición de anonimato.
Esta misma fuente encuentra diferencias en la trayectoria policial de Marenco y Serrano. La primordial es que el primero pertenece a una generación de oficiales que se preparó en una época de profesionalización policial, pero luego se dio la involución de la institución, hasta que se subordinó totalmente a la dictadura.
Aunque la Policía fue sandinista en su fundación, en la etapa posterior a la salida del poder del Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1990, definieron su naturaleza como civil, apolítica y apartidista, cambió la jefatura y hasta el uniforme, llamándose Policía Nacional. Todo este esfuerzo incluyó la preparación de sus miembros, pero todo terminó sepultado por los intereses de Ortega, y la ambición de varios líderes policiales, a partir de 2007.
Serrano hizo en cambio su carrera policial “formado directamente bajo el esquema Ortega-Murillo”. ¿Cómo debe de entenderse eso? Como un hombre al servicio del binomio en el poder con una autoridad creciente de Murillo, que nombra también jefas policiales dentro de la estructura. Por eso, otro experto coincide en resaltar la fidelidad del alto oficial con la Secretaría del Frente Sandinista, el lugar de residencia de la familia dictatorial, aunque señala que Serrano la tiene también con Ortega en términos personales.
Es decir, es una “criatura” de los ORMU, las iniciales con las cuales sus críticos conocen coloquialmente al dúo en el poder. Una revisión de los medios oficialistas permite puntualizar que el nuevo subdirector ascendió bajo la sombra de ellos. Fue subcomisionado en 2008 —un año después de que Ortega asumió al poder— y lo habían promovido dos rangos seis años más tarde. Era ya comisionado mayor en 2014. Finalmente se convirtió en comisionado general el 19 de septiembre de 2019 y asumió la subdirección en 2022.
Alumno de Rusia y discípulo de Marenco
Pero su biografía tiene muchos espacios en blanco. Nació el domingo 7 de agosto de 1966 en Ocotal, en el departamento de Nueva Segovia, al norte de Nicaragua. Zhukov es un nombre ruso y tiene la cédula de identidad número 4810708660001A. Reside en Managua.
Quienes lo conocen, aseguran sobre su personalidad, que él sabe imponer distancia con sus interlocutores. Es discreto y se cuida de no cometer “errores personales” que puedan ponerlo en riesgo, dada su especialidad en las filas policiales. Le gusta mantenerse a perfil bajo y es muy cuidadoso con lo que dice, pero es de esos oficiales que se caracteriza por “cumplir órdenes, sin hacer objeciones”.
El 19 de diciembre de 2022, Ortega lo presentó entusiasmado ante los policías de la graduación número XXV de la Academia Walter Mendoza, dedicada al “legado” del sacerdote guerrillero Gaspar García Laviana. El dictador contó que el padre del nuevo jefe policial fue admirador del mariscal Gueorgui Zhukov, recordado por comandar las tropas que tomaron Berlín al final de la Segunda Guerra Mundial. Ortega afirmó que Serrano tiene “estudios especializados” en Rusia, pero no reveló a cuáles se refería. Sabe comunicarse en ruso, porque se preparó dos años allá.
A diferencia de otras ocasiones, en las que el dictador suele ser parco con sus interlocutores, mostró cierta amabilidad en el trato con su escogido. Pero Serrano respondió escuetamente cuando Ortega le preguntó sobre el lugar de sus estudios, y en voz muy baja respondió “Federación”, en referencia a Rusia. El dictador le tuvo que completar la respuesta. El expediente del nuevo subdirector pertenece al área de inteligencia. Y en ella se relacionó directamente con el defenestrado Marenco. Estos oficiales no suelen hablar sobre su vida y menos hacerlo en público.
Los elogios de Ortega a Zhukov y Avellán
El día de la graduación, el dictador elogió también a otro alto oficial frente a los policías. Fue el otro subdirector Ramón Avellán, a quien llamó “héroe” a secas. Sandinista, Avellán es de los que hace llamados a la militancia del partido vistiendo el uniforme, fundó la Policía, y fue sancionado por Estados Unidos por ejecutar la “operación limpieza” en 2018. Dejó 107 asesinados y centenares de heridos, según el Departamento del Tesoro norteamericano.
Serrano tenía 13 años cuando triunfó la revolución sandinista. Cumplió 24 cuando el FSLN perdió el poder en 1990 y debieron irse entonces a la oposición, en la que Ortega prometió que “gobernaría desde abajo”. Según una fuente relacionada a la institución policial, el nuevo subdirector participó en el área técnica operativa de la Policía en la década de los noventa.
Pero la estructura no se encontraba en ningún organigrama. Sus oficiales daban servicios a las especialidades de investigación policial, en temas concretos como materia de vigilancia y seguimiento a objetivos considerados de interés investigativo. Hicieron comprobación de datos, búsqueda de direcciones y contactos, los cuales a simple vista puede que no tengan un valor probatorio en sí mismo, pero que resultan fundamental para cualquier investigación, según la fuente.
“El personal de esa área debe ser discreto, de bajo perfil. Es decir, el ahora subdirector debió realizar en aquel momento su trabajo policial de manera encubierta, sin revelar su identidad. La idea es que se debe proteger de cualquier amenaza. Zhukov tenía esas características”, añadió.
El área de inteligencia fue fundamental cuando los ORMU desataron la brutal represión contra la población en 2018, que se dio bajo la orden de “Vamos con Todo”, de Rosario Murillo. En el contexto de aquellas protestas atacadas por el Estado fueron asesinadas 355 personas y más de 2000 resultaron heridas, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Además, un grupo de expertos de la ONU recordó en marzo de 2023 que los subdirectores dentro de la institución de Nicaragua, entre ellos Serrano, cumplen funciones específicas en materia operativa: de inteligencia política e investigación judicial, vigilancia, patrullaje y comunicaciones.
Serrano se formó académicamente para luchar contra el “crimen organizado”, según consta en la Academia de Policía Walter Mendoza en Managua. En 2008, cuando él tenía el rango de subcomisionado, presentó su tesis de posgrado en Administración policial sobre “el uso de tecnología moderna en la Policía Nacional para las interceptaciones de las telecomunicaciones al crimen organizado”. Sus compañeros de estudio son especialistas antinarcóticos, igualmente discretos. Invisibles. Uno de ellos es el comisionado general Jardiel Alfredo Gutiérrez Ubau, jefe de esa área en la Policía.
Otro curioso detalle son los agradecimientos que hace en su monografía a sus “maestros”, entre quienes destaca al primer comisionado en retiro Franco Montealegre, exjefe de la Policía Nacional (1996-2001); al exsubdirector Francisco Bautista Lara y aliado del orteguismo; al actual encargado de finanzas, Aldo Sáenz, sabedor de los detalles del financiamiento de la represión; al exsecretario de la jefatura, Javier Dávila Rueda; y al académico Freddy Franco.
La permanente política del terror orteguista
Entre las más graves violaciones de derechos humanos, señaladas a las autoridades de Nicaragua por los organismos internacionales, están las ejecuciones extrajudiciales. Los expertos de la ONU mencionados señalaron la comisión de delitos de lesa humanidad, e incluso aportaron pruebas para cualquier proceso que se abra en el extranjero contra los funcionarios.
“Nadie en la cadena de mandos (de la Policía), puede alegar ignorancia en la ley y sobre los delitos de lesa humanidad que se han cometido. Hay autoría por acción u omisión”, comentó un abogado consultado.
El área de investigaciones tiene, por supuesto, una gran responsabilidad en estos crímenes. Es parte de toda la estructura estatal de la represión. Es un equipo que forman la Policía, la Fiscalía y los jueces. Todos están subordinados políticamente a Ortega. El largo brazo del partido también tiene raíces en los barrios, con los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), que informan a la Policía. De manera paralela, los paramilitares fueron coejecutores de la matanza de 2018, en la cual expresaron claramente su simpatía con el partido de gobierno.
En medio del totalitarismo, el destierro masivo, la privación de nacionalidades y la confiscación son otras modalidades de represión que se han adoptado al transcurrir el tiempo. La vigilancia política fue asumida también con una acción preventiva; acosando y persiguiendo tenazmente a quienes caracterizaron como “amenaza”. Algunos los purgaron de las instituciones del Estado.
Aunque Serrano y su equipo han actuado en las sombras, el resultado de su trabajo es notable en el caso de los presos políticos. Durante los primeros tres meses ejerciendo como subdirector de la Policía —entre finales de 2022 y febrero de 2023— los reos de conciencia llegaron a ser 245 en Nicaragua. Se redujeron a 37, luego del destierro inesperado de 222, sin embargo, el número ha crecido a cuenta gotas.
Un informe del mes de agosto de 2024, publicado por el Mecanismo para el reconocimiento de las personas presas políticas en Nicaragua, indica que hay 151. La misión del subdirector ha sido política y en cumplimiento directo de órdenes de la pareja presidencial.
El 2 de enero de 2024, llegó vestido de paisano cuando acompañó al médico que revisó al obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, en la prisión La Modelo. El religioso era en ese momento la figura con más prestigio que Ortega mantenía tras las rejas durante más de 500 días en un proceso lleno de irregularidades. El 14 de enero de ese mismo año, el jerarca católico y otros 18 religiosos fueron desterrados a Roma.
Fue un creciente y extraño protagonismo para el subdirector Serrano. Desde su nombramiento, ha participado hasta ahora en al menos 21 actividades políticas, policiales, militares y en viajes diplomáticos, de acuerdo con un monitoreo de medios oficialistas, realizado por DIVERGENTES.
La conexión Zhukov-Rusia-dictadura
Hasta el momento, los viajes a Moscú fueron tres. En ellos acompañó a Laureano Ortega Murillo, representante estatal para las relaciones de Rusia, China e Irán y considerado por muchos críticos el sucesor de la dinastía. Ese equipo lo forman la embajadora de Nicaragua en Rusia (Alba Azucena Torres), Serrano y el entonces, segundo jefe de la DID (el coronel Álvaro Peña). Este último militar fue recientemente ascendido por órdenes de Murillo, según Confidencial, tras la caída del jefe histórico de esa dependencia, el general de brigada Rigoberto Balladares Sandoval.
El 14 de diciembre de 2023 tuvieron una reunión importante con el ahora exsecretario de seguridad de la Federación de Rusia, Nikolai Platonovich Patrushev, considerado un ideólogo en el Kremlin. De acuerdo con una nota de prensa del Instituto de Telecomunicaciones y Correos de Nicaragua, los participantes mencionaron la necesidad de una “alianza estratégica” entre Rusia y Nicaragua, la que se ha fortalecido desde 2007.
Para el consultor estadounidense en temas de seguridad, Douglas Farah, quien es presidente de IBI Consultants, Serrano es de mucha confianza para Ortega, tanto “para recibir, transmitir e intermediar mensajes y políticas”, refiriéndose a sus visitas a Rusia.
Farah ha estudiado desde hace años a profundidad las relaciones de Nicaragua con la Federación Rusa y también la presencia de los intereses del Kremlin en América Latina. Para él, los vínculos con los líderes políticos nicaragüenses deben ser íntimos, tomando en cuenta que ambos regímenes están en guerra contra la oposición, necesitan aparatos grandes de represión y comparten lecciones aprendidas y movimientos estratégicos para lograr sus objetivos.
Rusia estableció un Centro de Capacitación Ruso (CCR) en Managua con el supuesto objetivo de preparar a policías centroamericanos para combatir el tráfico de drogas, sin embargo, siempre ha habido cuestionamientos a que sirva con otro tipo de fines.
Estados Unidos sancionó a la entidad en mayo de 2024 y argumentó que “el CCR ha estado operando en Managua desde octubre de 2017. Ha entrenado por años a miembros de la PNN (Policía) como parte de un acuerdo de colaboración entre los gobiernos de Nicaragua y Rusia. El centro de capacitación ha guiado las brutales tácticas represivas del régimen nicaragüense”.
Ese apoyo represivo fue denunciado por Farah, igual que los vínculos en materia de comunicaciones: El proyecto Glonass es uno de ellos, y los rusos tienen una estación satelital bautizada como “La Gaviota” en la capital nicaragüense. Igualmente reforzaron los acuerdos para combatir “amenazas a la seguridad internacional de la información”, basados en la defensa de la “soberanía”, un concepto que es manipulado a conveniencia por Ortega para justificar la opresión.
“El régimen (de Nicaragua) busca con Rusia un blindaje a nivel internacional y un aliado incondicional apoyando la represión y al gobierno totalitario. Rusia protege a Ortega en la ONU y foros multilaterales, y es proveedor de equipos de inteligencia y vigilancia muy sofisticados para que se mantenga en el poder. Rusia sabe todo de quienes llegan de Nicaragua (a visitarlos); sabe exactamente quién es el general Zhukov Serrano, y lo trata como un amigo de mucha confianza”, respondió Farah.
*Arthur Morales es el alias de un periodista nicaragüense en el exilio y que se integra al equipo de DIVERGENTES para cubrir temas de seguridad pública.